CASTELLINA IN CHIANTI – Toscana

Llegue a Castellina temprano. Aquí ya había estado hace unos años, pero no me había quedado. El hotel donde me hospede se llama» Il Colombaio « (El Palomar) Via Chiantigiana 29, le hace honor al nombre, era una casa de campo a la que le han ido agregando cuartos, por suerte baños con bidet.  El centro histórico queda a 600 metros del hotel, fui caminando, de paso compré cerezas y un queso pecorino poco estacionado, dulce riquísimo.

Gaiole in Chianti Hotel Il Colombaio

Gaiole in Chianti (1)
El centro histórico fue íntegramente restaurado recientemente. Sus orígenes etruscos se remontan al siglo V a C. Castellina era una ciudad amurallada, pero ha quedado muy poco de su fortificación. La Rocca con su imponente torre del siglo XIV es el centro de la ciudad. Se destacan algunos palacios, el Palazzo Ugolini, Palazzo Scuarcialupi y Palazzo Biancardi.

El centro es muy chico de manera que se recorre rápido. En la calle central (no son más de cuatro) sin vereda me senté en un bar y tomé un Crodino, bebida sin alcohol parecida al bitter.

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A unos 200 metros del hotel hay un túmulo (tumba) etrusca, bastante bien conservada. Es un círculo de unos 50 metros de diámetro. A las tumbas se accede bajando un poco, tiene 4 entradas equidistantes, sobre ellas hicieron un relleno de tierra y en la cima, en el centro plantaron unos cipreses, mientras que alrededor tiene enormes pinos marítimos.
El paisaje es precioso, parece estar mirando una pintura del Renacimiento o un libro antiguo ilustrado. Es algo diferente al paisaje de Umbria que es verde intenso, este al tener los campos cultivados y segados los colores son más ocres, contrastando con los cipreses.

Gaiole in Chianti (2)

La visita a distintas bodegas, algunas de ellas con nombres de la nobleza, es algo interesante además de sabroso, que de tener tiemnpo vale la pena disfrutar.  Esta zona es la del Chianti del Gallo Nero.

Desde aquí todo queda cerca, de manera que fui a Radda in Chianti y a la Volpaia. Al ir de un pueblo a otro el paisaje salpicado por los pueblos encaramados a las montañas, produce una especie de embriaguez para los sentidos.

Ya había oscurecido y el camino de regreso era muy sinuoso y angosto, pero llegue muy bien y bastante rápido. El GPS ayuda un montón, aun así, yo tengo la habilidad de perderme.
Les cuento que desde el día que un camionero en la autostrada me hacía luces para que me apurara, ahora manejo al mejor estilo italiano, no hay curva que me asuste.

En Castellina me habían recomendado cenar en un restaurante en el Hotel Palazzo Squarcialupi pero tenía que haber hecho la reserva y era tarde. Fui a la Osteria Il Re Gallo, Vía Toscana 1, que tampoco había hecho reserva. Hacía un calor de locos, me quedé 10 minutos mirando el menú y transpirando, le dije que lo lamentaba y fui al que me había recomendado la dueña del hotel. Restaurante Le Tre Porte, Vía Trento e Trieste 8, y fue muy buena la decisión, porque tenía una hermosa terraza iluminada con velas, la comida Toscana pero muy moderna al igual que la presentación. Pedí un antipasto Millefoglie di caprese con mozzarella fior di latte e pane carasau, (Mil hojas de caprese y mozzarella con un pan originario de la zona), el plato principal Pici fatti in casa con ragu di cinghiale, (pici es un tipo de pasta hecha a mano con tuco de cerdo salvaje), Muy rico todo, el vino fue un Chianti no me acuerdo cual.
De regreso al hotel hice un paseo por la calle cubierta Vía delle Volte (que formaba parte de la muralla y de la defensa). Se ve muy diferente iluminada por las luces de las vinotecas y los negocios. De noche el pueblo es de fábula, luces tenues, la noche plácida y poca gente. El paseo fue un placer.

Castellina in Ch

Castellina es un buen lugar para recorrer toda la zona de los viñedos del Gallo Nero. Me quede tres noches y es un lugar que podría quedarme a vivir.