Vine a Taormina desde la casa de mi hermana que vive en Milazzo, que queda a 80 km de Taormina.
Había reservado un hotel muy lindo y bien ubicado, Park Taormina, con vista a la bahía de Naxos y al volcán Etna, mi cuarto tenía terraza que miraba a ambos. De noche era una maravilla, con las luces de los cruceros y veleros, las de la ribera y de los pueblos de las laderas.
Taormina es uno de los lugares turísticos de Sicilia más visitado y diría del mundo. Se encuentra sobre el Monte Tauro, que le sirve de terraza.
Su historia se remonta a 400 años a. C, fundada por los colonos de la cercana Naxos, luego amada y enriquecida por los romanos y después por los normandos desde el año 1078 hasta el siglo XVIII. Siempre fue un pueblo tranquilo costero. Por aquí estuvieron y se enamoraron de ella, Goethe, Truman Capote, Tennessee Williams, Greta Garbo, Dalí, Rita Hayworth y muchos otros.
He venido muchas veces aTaormina, recuerdo la primera vez, que con mi esposo e hija nos alojamos en el Hotel San Doménico Palace, ubicado en la Piazza San Doménico, fue un antiguo monasterio benedictino. Algo magnífico, no solo por su ubicación sobre la ladera que mira al Etna sino por la belleza del mismo, la elegancia y la decoración. Sus jardines son bellísimos.
Dejé mis cosas y salí a dar una vuelta hasta la Piazza IX Aprile a tomar un café en el bar Mocambo, que hicieron famoso personajes como Sofía Loren, Marcello Matroiani, y los americanos que adoran este trozo de paraíso. Dicen que hay que sentarse aquí y ver pasar el mundo, eso hice.
Para almorzar decidí ver si todavía existía el restaurante Rosticepi, en la Porta Messina, porque había comido hacía unos años la mejor pasta con le sarde y langostinos grillados. ¡Seguía allí y por suerte no estaba lleno, repetí el menú, para que innovar! Si van se los recomiendo.
Después del almuerzo por la Vía Teatro Greco llegue hasta el anfiteatro griego, que data del Siglo III a C., famoso no solo por donde se halla emplazado sino por ser una de las arenas de la lírica mundial, donde solía cantar María Callas, a la que la llamaban «La Divina». Habían suspendido una función. Será la próxima, quiero estar en esas gradas y sentirme como se sentirían los griegos y los romanos ante semejante escenario.
Hay lugares en el mundo verdaderamente hermosos y Taormina es uno de ellos, me felicito por haber decidido venir y que fuera el broche de oro del viaje, aunque siempre es poco.
La Porta Messina es el comienzo de la calle principal Corso Umberto I. Siguiéndo por ella se llega a la Piazza Vittorio Emanuele II, allí se encuentra el palacio Corvaja del año 1410 habiendo sido sede del parlamento. Hoy Museo Siciliano de Arte Tradicional, y oficina de Turismo.
Enfrente se encuentra la iglesia de Santa Caterina del Siglo XVIII, en parte construida sobre los restos de un antiguo teatro, que se halla detrás y que nunca había visto, el Odeón, Piccolo Teatro Romano, creo tiene 13 gradas y capacidad para 200 personas, una joyita.
Camine por la calle principal Corso Umberto, llena de hermosas casas donde hay negocios de todo tipo desde joyerías a cafés, restaurantes etc. me senté, tome café, me volví a sentar, tome una granite y comi un cannoli con una crema de café. Esta es la calle más concurrida, es la más turística, pero salgan de ella y también encontrarán lugares encantadores.
Hacía calor y no había estado en la piscina, así que volviendo compre queso pecorino, jamón y un salame particular (para untar), grissini y Campari Spritz que viene en botellitas para una persona. Lo deje en el mini bar y baje a la piscina. Me gusta cuando no hay nadie y a esa hora los chicos ya no estaban.
A veces pienso que poco se necesita para ser feliz, bueno en realidad se necesita algo de dinero, no mucho, también me arreglaría con menos, pero que bien que viven los ricos, jaja.
En la piscina tome un licuado de frutas y me dedique a contemplar el panorama, con el fondo del volcán Etna fumando.
A la noche lleve a la terraza lo que había comprado, más unas cerezas, y cene mirando la bahía, ¡sin cubiertos! Miren que maravilla.
La piscina rodeada por las mesas para desayunar estilo brunch, y la vista del Etna continuamente fumando, fue estupendo. En la recepción me avisaron que me habían reservado una entrada para un concierto a las 21.
En frente del hotel hay un hermoso parque, Parco Duca Cesaro, con un paseo que mira al mar y lugares para sentarse. Me encanto una escultura de bronce de una pareja de ángeles viajeros (así los bautice yo), y toda la arquitectura muy bizarra.
Los jardines eran propiedad de una aristócrata escocesa, Miss Florence Trevelyan.
El lugar estaba fresco y sin demasiada gente, me quede un buen rato mirando el panorama y el volcán Etna que con su humo está siempre presente.
Yendo al Corso pase por Le Neumachie Greco Romane, son unos nichos no tan grandes como los que hay en Todi, en este caso también sostienen un edificio. Se cree que era un lugar de culto de los dioses. Otra versión dice que eran una cisterna para almacenar agua. Están en un nivel más bajo que las casas. Es una obra de gran ingeniería civil de su época, fueron construidos en el Siglo II a.C.
En Taormina hay un concurso donde se premia al balcón mejor adornado, este era uno de ellos.
Estaba siendo hora de tomar algo y el lugar ideal era la terraza de la plaza, el Wunderbar es perfecto. De manera que volví al Corso Umberto I fui hasta la Piazza IX Aprile, que es el mirador sobre el mar y al volcán Etna.
La ex Iglesia de San Agostino del año 1486, ahora biblioteca y la torre del reloj, le hacen un perfecto marco. No me podía tomar un aperitivo porque me habría quedado a dormir, así que tome una tónica.
Desde allí cruzando la Porta di Mezzo se entra a la parte más antigua de Taormina, donde la Vía Umberto termina en la Porta Catania, coronada por un escudo aragonés del año 1440.
Antes nos encontraremos con el Duomo de San Nicola di Bari, muy sobria por fuera y también por dentro. Tiene unas hermosas columnas de mármol rosa y la placita con la fuente, con una escultura del Minotauro. Recé un rato, prendí una vela y seguí hasta la puerta Catania.
Si quieren subir unas empinadas cuestas se llega a la Badía Vecchia, tiene una torre normanda con almenas del Siglo XIV en la Piazza di Santo Stefano.
Había una joyería y en la vidriera tenían unos aros de coral muy lindos, pero no encontraba la entrada, ya que había un bar. Entre y pregunte donde estaba la entrada, me dicen, «es esta, pero el dueño no está, vuelve después de almorzar». Miré el reloj y eran casi las dos.
Por suerte había un hermoso bar con un balcón mirando a la bahía, así que decidí tomarme otra tónica y no hacer nada más que alimentar la retina.
Paso un buen rato, me encamine hacia la joyería-bar, pero el dueño no había vuelto, así son los horarios en Sicilia.
Volví despacio mirando vidrieras, compre un » Arancini «, después un cannoli con un café frío.
Volví y fui un rato a la piscina, después me cambié para ir a cenar antes del teatro. Lo hice en la terraza del Wunderbar porque el teatro quedaba detrás de la iglesia.
Había un conjunto de jazz, comí un plato de spaghetti al Pomodoro que estaban re buenos, no sé si era el lugar, la noche o todo junto, el vino fue un Nero D’Avola que es el vino de la zona.
El teatro San Giorgio, una sorpresa, chico pero muy lindo y la mayor sorpresa fue que en el entreacto anunciaron que habría un drink en la terraza. Verdaderamente era casi mágico, la torre de la iglesia queda a nivel de la terraza y esta miraba a la plaza y a la bahía. Champagne y bocaditos todo a la luz de las velas, muy, muy lindo. Los cantantes muy buenos, mejor el tenor que la soprano.
Cuando termino baje y me senté en el bar Mocambo que quedaba abajo, a tomar un trago. Era casi medianoche y había gente por todos lados, muy bien vestida y otros no tanto.
Me daba lastima irme a dormir, al día siguiente me iría. Cuando volví me quede un buen rato en la terraza.
Desayune en el borde de la pileta algo tarde, volví al Corso a despedirme y a las 15,30 tome el bus que iba a la estación de tren de Taormina.
Debajo de Taormina se encuentra la Isola Bella, un pequeñísimo islote que cuando baja la marea se puede acceder a pie por la arena desde la playa.
Algo muy interesante de visitar que queda sobre Taormina es Castelmola, se puede ir caminando o en auto. Desde arriba se ve Taormina y alrededores.
Estamos en 2019 y he vuelto a Taormina. Desde Milazzo tome el tren que atraviesa varios túneles, uno larguísimo de 12 km, desde Villafranca hasta la próxima estación que es Messina Céntrale. Desde Messina Céntrale un buen trecho pasa casi al borde del mar del estrecho de Messina, el tren circula en una franja muy angosta entre el mar y la montaña.
Hoy esta soleado, hermoso contraste de la arena gris de origen volcánico, el mar de color verde clarísimo, luego turquesa y enseguida azul profundo.
La estación de tren preciosa no sé qué estilo, pero muy ornamentada, será para no desmerecer a Taormina.
Esta vez me quedaré cuatro noches, en un estupendo hotel el Monte Tauro, ubicado frente a la bahía de Naxos y al volcán Etna, como la vez anterior. El cuarto tiene un balcón con una vista que no dan ganas de salir.
Sin embargo, salí y por Corso Umberto llegué hasta la Piazza IX Aprile, el día espléndido y el volcán parecía un diamante. No había almorzado y recordaba los ricos fideos que había comido en el Wunderbar, así que allí me instalé y con una copa de vino los volví a pedir y no me defraudaron.
Podía haberme quedado a vivir allí, pero seguí por el Corso hasta el Duomo y la Piazza delle cuatro fontane, algo más adelante saliendo de la Porta Catania esta la iglesia de San Antonio Abate, construida en el año 1330, se puede decir que el estilo es ecléctico (como se le en la descripción que está en el frente) ya que tiene algo de gótico y barroco en el pequeño campanario. Desde el año 1953 hay un enorme pesebre permanente.
Al día siguiente fui a desayunar en la terraza, que mira al Etna, del Hotel Villa Shuster (cerca de mi hotel) sobre Vía Roma 16. Un capuccino y un cornetto, además me trajeron diversos panes y dulces, pagué solo €2,50.
La plaza IX Aprile está cerca y fui para verla de mañana y sin demasiada gente, después salí del Corso Umberto y por las callecitas con escaleras se encuentran hermosos edificios, así llegué a la plaza e Iglesia del Carmine que ahora es sala de exposiciones.
En un costado de la plaza hay restos de un piso de mosaicos del siglo II a C, formaba parte del piso de un patio de una propiedad privada.
Allí cerca pasa casi desapercibida, está la iglesia del Varo, el exterior es románico y el interior barroco español, parece un encaje blanco, es muy hermosa. En estas calles no había nadie solo algún que otro gato. Es que la gente que viene por unas horas solo recorre la calle principal.
Siguiendo hacia Porta Catania, en Vía Pietro Rizzo 12, casi en el medio de la calle apoyada sobre la primera muralla de la ciudad está la preciosa capillita de San Miguel Arcángel, de estilo barroco construida alrededor del año 1600. Sobre el portal de piedra rosa de Taormina hay una pequeña ventana y una cruz de hierro, el campanario muy simple con dos campanas superpuestas. Su interior es despojado, techo de madera y una estatua de madera del Arcángel San Miguel. Es deliciosa, no daba ganas de irme.
Apenas unos metros más apoyado a los muros de la muralla de Porta Catania se encuentra el Palazzo Mazzullo del año 1400, construido por los Duques de Santo Stefano y luego cedido a la familia española Spuches, ahora es una fundación que lleva el nombre del escultor siciliano.
Después de visitar el palacio saliendo de Porta Catania almorcé en el restaurante Malvasia, en la Vía Apollo Cerage 10. El restaurante es pequeño pero encantador, había lugar afuera. Si mal no recuerdo es tendido por sus dueños.
Tome una copa de vino tinto Nero D’Avola, de entrada un plato que me sugirió el camarero, verduras silvestres grilladas con ajo y pan tostado, algo simple pero muy sabroso, luego penne con pesto de pistachos y gamberi, estaban buenísimos.
No sé cómo hacen, comen el antipasto, Il primo, que habría sido los fideos y me preguntan si quiero un secondo, y además preguntan, ¿cómo no come un desert, tiramisu o un cannolo? Si como todo no podré tomar ni café.
Me siguen maravillando y me parece divertido que los italianos le den tanta importancia a la comida. En la mesa de al lado había cuatro personas de Ferrara y Bologna (es la región que mejor se come en Italia) estaban consultando al dueño sobre los platos, luego siguieron comentando que comerían a la noche. Acá la comida es una cosa seria.
El día estaba esplendido, me haría bien caminar de manera que el café y un cannolo fui a tomarlo a la plaza al Cafe Mocambo y hacer lo que se usa, es decir nada.
Por el Corso Umberto 206 entre al negocio Bottega d’Arte a comprar unos aros, tenían cosas muy lindas y los dueños la Signora Vittoria y Pierluigi, muy simpáticos y amables con los que estuve hablando largo rato.
Después caminé hasta el Teatro Griego donde cantaba la divina María Callas, y volviendo al hotel pasé por la Villa Comunale, que es un hermoso parque que asoma a la bahía de Naxos. a saludar a la estatua de los ángeles viajeros de los que me hice amiga hace unos años, Me despedí de ellos, mañana me iría.
No busquen el restaurante Rosticepi, porque cerró.
Volveré si Dios quiere a esta bella ciudad pronto.
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