Hacía tiempo que no venía de manera que todo me pareció nuevo.
Bologna es una ciudad fundada por los romanos con el diseño de una calle principal llamada Decumano y otra que la cruza llamada Carso, donde estaba el Foro hoy se halla la Piazza Maggiore.
Bologna es conocida como la “Città Rossa” por el color de sus palacios, “ La Turrita” por sus torres, “La Grassa” la gorda por lo rica y por lo bien que se come y “La Dotta” la culta por sus universidades. La primera universidad del mundo occidental fundada en el año 1088 se encuentra aquí. Y por ella pasaron personalidades como Erasmo de Rotterdam, Copérnico, Torquato Tasso, Thomas Becket, Pico della Mirándola y tantos otros.
Es conocida también por tener más de 57 km. de pórticos.
Desde el B&B tengo un bus que me dejo en la Piazza di Porta Ravegana, donde se hallan las dos torres una al lado de la otra, construidas en piedra en el comienzo del siglo XII, toman el nombre de las familias que las construyeron. La Torre Asinelli, construida entre los años 1109 y 1119, de 97,20 metros de altura y 498 escalones, en el balcón de la cima se tiene una bella vista de Bologna. La Torre Garisenda empezó a inclinarse inmediatamente después de su construcción. En el siglo XIV se demolieron 12 metros quedando la altura en 48. La inclinación es de 3,22 metros.
A pocos metros de las torres donde inicia la Vía Santo Stefano esta la minúscula Piazza della Mercancía, con el Palazzo della Mercancía construido en el año 1384. Es un hermoso edificio medieval embellecido por un pequeño balcón de mármol desde donde se leían las sentencias del tribunal de los comerciantes.
Llegue hasta la Piazza Maggiore, y como es típico en las ciudades antiguas está rodeada de bellos palacios, uno es el Palazzo Dei Banchi, proyecto del famoso arquitecto Vignola del Siglo XVI.
El Duomo di San Petronio, es un modelo de arquitectura gótica, su construcción se inició en el año 1390, el frente está inconcluso, pero son dignas de admirar las esculturas sobre las puertas, y el delicado trabajo en mármol de las columnas. El interior tiene 22 capillas, en el altar mayor hay un hermoso crucifijo de madera.
En el piso de esta iglesia se encuentra el más grande reloj de sol del mundo o meridiana, mide 67 metros de largo, construida para el estudio de las revoluciones solares, medidas a través de la luz que entra a través de un orificio en la cúpula a 27 metros de altura. La meridiana fue creada en el año 1655 por el astrónomo Gian Domenico Cassini.
En esta iglesia fue coronado Carlos V, Emperador del Sacro Imperio Romano, en el año 1530 por el papa Clemente VII.
Ya era tarde y todo el mundo estaba comiendo ¿y yo que podía hacer?
En la zona del Mercato del Mezo, en la estrecha callecita Vía delle Pescheríe Vechie 2, en 051 Zerocincuantello, restaurante, decidí almorzar y degustar el más famoso plato boloñés, los tortellini. Se suelen comer en caldo o con manteca, salvia y queso parmigiano, así los comí, estaban deliciosos. Antes verduras grilladas muy ricas y muy muchas. Tome una copa de Sangiovese, Fico Grande, Romagna Doc.
Aunque cada tanto en medio de tanta modernidad nos encontramos con cosas así, jaja.
Todo es tentador, esa callecita y las dos paralelas están llena de fiambrerías y queserías que son casi una afrenta, tanto es todo lo que tienen. Venta de tortellini y pastas, verduras y frutas, carnes y pescados.
Esta zona delimitada por la Piazza Maggiore, la Vía del Archiginnasio, la Piazza Galvani, hasta la Piazza della Mercancía la llaman el Cuadrilátero. Con negocios de grandes firmas, joyerías y antigüedades.
Es el centro neurálgico de Bologna, y una de las áreas más antiguas de la ciudad.
Se mire donde se mire hay algo interesante. Conste que no entre a ninguno de los 50 o más museos qué hay para todos los gustos, porque me tendría que haber quedado a vivir, ni que decir de todos los palacios bellísimos, iglesias convertidas en salas de exposiciones, me limité a pasear, sentarme en algún bar y gozar de la vida que llevan, o siguiendo un aroma delicioso, como el del Café Zanarini, que queda en Piazza Galvani, detrás del Duomo.
El local precioso y ni que decir de todo lo que sirven. Me encantaron unas tortas que las llamaban «Coture», y de verdad parecían hechas por un modisto.
Cene con mis primos que habían venido desde Roma, en un restaurante en la Plaza de la Mercancía 3, Trattoría il Pappagallo, de entrada, fiambres con la famosa mortadela y quesos, luego fettucine alla bolognesa, de postre tiramisú. Volvimos en taxi.
A la mañana siguiente llegué a la Piazza Galvani con la torre Galvani, construida en piedra de unos 10 metros de altura y de la Vía del Archiginnasio, muy elegante y donde se encuentra el Palazzo del Archiginnasio realizado en en el año 1562 por el arquitecto Antonio Morandi, ahora sede de la Biblioteca Cívica.
En su interior se encuentra el Teatro Anatómico, un magnífico anfiteatro todo de madera tallada proyectado en el año 1637 para dictar clases de anatomía. El cielo raso está cubierto de esculturas de madera donde en algunas se les ve los músculos. Hermosas arañas de cristal. Es amplio y bien iluminado.
Fui a la biblioteca que es magnífica, cubierta de frescos.
Regrese a la Piazza Maggiore y frente a la catedral entrando a la galería se pasa debajo del Voltone del Podesta, donde hay un curioso efecto acústico.
Saliendo de la galería nos encontramos con la monumental fuente de Neptuno, obra del escultor flamenco Giambologna realizada en el año 1563, que es uno de los símbolos de la ciudad, recientemente restaurada.
Enorme la cantidad de estudiantes de todas las edades por todos lados. Para todas las disciplinas está ciudad es inagotable.
Hora de tomarme algo, debajo de los arcos y frente a la catedral en el Bar Signorvino, en Piazza Maggiore 1. Local moderno en un hermoso edificio antiguo. El aperitivo servido como en la corte del rey.
Termine el traguito y tome un trencito para ir hasta el Santuario de la Virgen de San Luca, en la colina de La Guardia.
El recorrido de pórticos único en el mundo de 3796 metros, une al santuario con la ciudad y es el recorrido que se hace cada año desde el año 1433, llevando a la imagen bizantina de la Virgen y El Niño. La cantidad de pórticos es significativa son 666.
El trayecto cuesta arriba empieza en la Porta Zaragoza, hasta el Arco del Meloncello de aspecto escenográfico de gran belleza.
Había pensado ir caminando, menos mal que no lo hice, porque es larguísimo y empinadísimo.
El santuario actual es relativamente moderno se construyó entre los años 1723 a 1774. El interior impacta por los frescos y el altar mayor donde sobre el mismo se halla la imagen de la Virgen.
Los pórticos que le dan una característica particular a la ciudad servían para proteger del frío y de la lluvia. Por un edicto se reglamentó que la altura tenía que ser la de un hombre a caballo, pero con sombrero, ¡cosas que uno se entera!
Volví con el trencito a la Piazza Maggiore ya pasadas las 16 y no había almorzado. La ventaja de estas ciudades llenas de turistas es que se puede comer a cualquier hora.
Miré a mi alrededor y me hubiera quedado en todos, pero decidí por la Osteria del Podesta, en Vía Orefici 21. Primer plato ñoquis al gorgonzola, después una degustación de quesos, eran tantos que me envolvieron la mitad y me sirvió para la cena, el vino tinto Cabernet. Mi cara no es el efecto del vino, es solo cansancio, hambre y falta de maquillaje, jaja…
Por la calle Delle Pescherie compre un racimo de tomates y unas frutillas para completar la cena.
Compre un helado en Venchi que son buenísimos y dando vueltas llegue a tomar el colectivo, ya muerta.
En mi último día quería todavía visitar el gueto judío, llegué a la Porta di Piazza Ravegnana donde están las dos torres, debajo de la Torre Asinelli hay negocios con todo el aspecto medieval, las vidrieras son ventanas que se cierran con dos postigos, muy lindas, parece ver a las vendedoras de esa época.
En uno de los lados de la plaza está la iglesia de San Bartolomeo donde se cuenta que se obligaba a los judíos a escuchar la misa.
La Calle de los Judíos se llamó así por las familias que allí vivían, antes de la creación del gueto.
Desde una esquina de la Porta Ravegnana por la Vía de Giudei se ingresa a un laberinto de estrechas callejuelas formando una gran área que en un tiempo se cerraba con dos rejas, una en la Vía Dei Giudei y la otra en Vía Oberdan. La Vía del Infierno era la vía principal, allí estaba el edificio más importante del gueto, la Sinagoga. Entre los años 1586 y 1593 la comunidad judía se reunía allí.
Nada queda del antiguo barrio, solo las inscripciones en las paredes con forma de mano, típico emblema judío.
Desde la plaza San Martino, siguiendo por Vía Marsala hasta Vía Piella se puede ver parte de las aguas que están bajo tierra y hasta no hace mucho sirvieron para que Bologna estuviera conectada con el mar.
En la reja del Canale Reno esperaba que un grupo terminara de sacarse fotos para sacar la mía, había quedado solo un muchacho al que le pedí si me tomaba una.
Era italiano de Sicilia y estudiante de medicina. Nos pusimos a conversar sobre la ciudad.
Le llamó la atención mi acento. Estaba bastante bien informado de arte y literatura, conocía a Borges, pero no había leído nada, le recomendé con que libro empezar. Buscamos la ventanita a través de la cual se ve la parte medieval del canal, él no sabía que existía.
Charlamos un rato más mientras yo volvía a Ia Piazza San Martino, con la iglesia del mismo nombre.
En ella hay un restaurante “El Golem”. Allí nos despedimos y yo me quede para almorzar.
Cocina de autor riquísima, lindo local y linda vajilla. De entrada, comí unas croquetas de berenjenas recubiertas con semillas de amapolas, sobre una base «vellutata» de tomates (deberían ver como quedo el plato). Luego una pasta llamada “gramigna”con salchicha fresca y azafrán. Fue gracioso porque cuando vino la moza le dije que quería los «Gramsci» (nombre del famoso escritor). Me miro y se rio y le dijo a la otra camarera si la «gramigna» le gustaría a Gramsci, dijo «bueno podemos probar», así que nos reímos un buen rato. Resulto un plato buenísimo. El vino un Rosso Bologna Cabernet.
Volví a la Plaza de la Mercancía por la Vía del Inferno, para ir a la Piazza Santo Stefano. Parecía fácil llegar, pero yo suelo perderme con facilidad, de manera que di algunas vueltas que me llevaron a lugares de la parte más antigua, hasta que llegué a Vía Castiglione y de allí a Vía Santo Stefano, muy lindas las dos, con palacios históricos. Imposible de visitar todo. Es más, me quedaron muchos lugares y zonas que no vi, motivo para volver.
La Vía Santo Stefano junto con la plaza, la Iglesia, el Palacio Isolani, construido en la mitad del siglo XV, en un gótico de influencias renacentistas. El pórtico con columnas de capiteles corintios, se abre a un pasaje que lleva a la Corte Isolani, constituyen uno de los rincones más sugestivos de la ciudad. Y el Palazzo Bolognini, construido entre los años 1525 y 1602, llamado también el Palazzo delle Teste, tiene en su frente 26 cabezas de terracota, un pórtico con bellas columnas de capiteles corintios, debajo de los arcos algunos negocios antiguos, precioso todo el conjunto en color cálido terracota.
Santo Stefano es un núcleo de cuatro iglesias una dentro de la otra. Algo difícil de explicar, sorprendente por todo lo que guarda desde el Siglo V, se convierte en un lugar encantado. El claustro Románico Benedictino precioso desde todos los ángulos. El claustro de Pilato invitaba a la reflexión. En ningún lado decía que había que hacer silencio, sin embargo, nadie hablaba en voz alta.
En el bar Sette Chiese, con la estupenda vista de todo el conjunto con un atardecer magnifico me tome un café con una mini tarteleta de frutas.
Me quede haciendo tiempo porque a las 19,30 iría a un concierto en la Catedral.
Cuando llegue me dicen que habían cambiado la hora y el lugar, pero que fuera y preguntara si quedaban entradas. Me atendió un joven muy amable y me explico que era un concierto organizado para brokers turísticos. Pero considerando que era yo sola y que venía de Argentina me dijo que no habría problema, que volviera a la hora del concierto. Pero fue una suerte ya que se hizo en la terraza de la catedral con un catering buenísimo.
El programa eran arias de óperas, mientras en una pantalla gigante pasaban escenas de la ciudad de Bologna.
Para mi sorpresa la cantante y el pianista eran de Mendoza. Siempre que puedo trato de asistir a algún concierto o espectáculo de este tipo.
Me volví en taxi, me lo merecía después del día tan largo.
Miren que lindo grafiti, me encanta el sentido del humor italiano.
Dice «Viva las mujeres, que son como el agua bendita». Hasta pronto Bologna.
Mañana voy a Ravenna.