Después del desayuno mezcla de italiano y alemán, desde Domodossola fuimos a tomar un tren panorámico que llega hasta Suiza, unos 40 KM. Nosotras íbamos hasta Santa María Maggiore, en el idílico Val Vigezzo, también llamado Valle de los Pintores.
Es un tren con un sistema de rodamiento llamado «scartamento ridotto» mecanismo que le sirve para trepar a más de 2000 mts.
El paisaje hermoso entre bosques y cascadas, puentes antiguos de piedra y los infaltables minúsculos pueblitos, con casas de techos de piedra negra.
El origen de este pueblo de montaña es de época romana. Tiene 1301 habitantes, es muy bonito y apacible. Una de las calles es la de Los Pintores, con galerías, pequeños atelieres, casas de té (cerradas). Las casas con preciosas con pinturas en sus frentes y algo muy particular, en las chimeneas figuras de deshollinadores de diversas formas y posturas.
En la plaza Risorgimento que es el corazón del centro historico, se encuentra la iglesia de Santa Maria Assunta, construida entre 1733-1742, de origen románico Siglo IV, de esta iglesia solo queda el campanile que es probablemente el edificio mas antiguo de la zona. Es majestuosa y enorme con bellisimos frescos en su interior, también es de destacar los bancos de madera con emblemas de familia y con bella marquetería. Aqui podemos ver la antigua Torre Rubeis y algunos negocios de especialidades locales.
En el centro historico del pueblo en la Villa Antonia de 1700, hay un museo interactivo muy interesante sobre los deshollinadores. Allí me enteré que en ese trabajo utilizaban a chicos muy pequeños para que se pudieran deslizar dentro de la chimenea para limpiarla, se los llamaba Rusca, porque rascaban el interior de las chimeneas.
Son historias muy tristes. En esa época tenían muchos hijos y no tenían trabajo, de manera que los daban a los deshollinadores que los hacían trabajar por la comida. Vivian todos juntos en situaciones extremas. Muy, muy triste.
No había nadie, un solo bar abierto, tomamos té y volvimos a esperar el tren. Baja tan rápido que quede sorda.
Cenamos en casa de una amiga. Hermosa mesa, comida muy rica, muy lindas la mujeres invitadas y la charla de sobremesa muy interesante.