En el hotel de Izzalini me habían hablado de la “fioritura di Castelluccio”, (floración) nunca habia oído hablar de ella y no sabía que era, pero me insistieron que debía ir que vería un espectáculo nunca visto. De manera que decidí ir.
Desde Izzalini a Castelluccio di Norcia hay 60 km y el GPS dice que son, 2,55 horas. Hay varios túneles, uno de 4030 metros y la ruta son solo curvas, los últimos 20 k son todos «tornanti» (curvas cerradas en U).
Por suerte no me perdí a pesar que algunos cruces eran inentendibles. En una parte el valle se angosta tanto que parece un tajo hecho en la montaña, que solo pasa el río Nera muy chico pero caudaloso y la ruta. Por la vegetación parece Mendoza, por primera vez vi álamos. En una parte bastante larga del río hay un criadero de truchas. Es una ruta panorámica hermosa, con lugares que cortan el aliento.
Al final del camino nos espera un maravilloso premio, el valle a nuestros pies como pintado por un gran maestro.
De manera inesperada aparece el llano al que llaman Pian Piccolo, (llano pequeño) que no estaba del todo en flor, y el pueblo allá arriba. Se lo recorre en un santiamén por lo chico que es y además el único. Solo viven 120 habitantes. Eso sí, se lleva el premio a la calle empinada. Un vicolo (callejuela) se llama » Rompi collo»(rompe cuello) imagínense.
El pueblo, esta para variar en el cocuzzolo de la montaña. Imaginen la cima de un cerro y en lo más alto está el pueblo, 1452 metros, lo que lo hace uno de los pueblos más altos de los Apeninos. Desde el estacionamiento para llegar no hay escalones, es una rampa, que no sé cómo hacen para subirla en invierno, porque aquí nieva.
La temporada empieza en junio de manera que no había nadie, y los restaurantes cerrados. Hay un B&B «Lu Soccio» que está abierto todo el año, es muy pintoresco porque es bar, restaurante y también almacén de productos locales, en general cereales. En toda Italia son famosas las lentejas de Castelluccio, que son minúsculas. ¡Ya que estaba almorcé lentejas, que les aseguro a mí me salen más ricas! y el café con tortas!
Charlando con la dueña me contó un poco de la vida del lugar.
Es muy pintoresco porqué sus callejuelas sin orden y algunas con escalones son muy angostas. En uno de los puntos más altos esta la iglesia de Santa María Assunta construida a comienzo del año 1500.
Entre el 20 de mayo y el 10 de julio la naturaleza nos hace un regalo sorprendente. En el Pian Grande, (llano grande) el Pian Piccolo y el Pian Perso, (llano perdido) estos campos enormes, se llenan de flores y el espectáculo es algo indescriptible. El silencio que reina, el color del cielo y el mar de colores es un cuadro de un impresionista. Fue una suerte encontrarme aquí para los primeros días de junio, recién empezaban a florecer.
El que me tomó las fotos era un fotógrafo, que como muchos vienen a fotografiar el pueblo y los campos, y esperan horas, porque a pesar de que el cielo este azul, sobre el pueblo, suele haber constantemente una nube.
Lamento no tener las palabras para trasmitirles ya sea lo que ven los ojos y lo que se experimenta ante la belleza de la naturaleza.
Ese aire que falta en el pecho y nos obliga a suspirar ante la belleza se llama síndrome de Sthendal, él lo describió en su libro “Un viaje de Milán a Reggio”, cuando visito en Florencia la basílica de la Santa Cruz.
La visión que se tiene de los campos es la de una acuarela o de un bordado. Me sentí muy afortunada haber visto ese maravilloso espectáculo.
Había venido a Castelluccio en dos oportunidades, pero fue en el mes de junio del año 2016 que pude ver la fioritura. El terremoto sucedió ese mismo año en el mes de octubre y destruyó por completo este pequeño enclave que era uno de los poblados más altos de los Apeninos. Sentí gran pena por lo sucedido y guardo en mi memoria la imagen de algo que fue.
El Panda que en este viaje me acompaño durante mas de 4000 kilómetros.