PARMA – Emilia Romagna

Hoy 15-11-2021, Amaneció nublado y frío. La distancia entre Mantova (Mantua) y Parma es de 61 km. En el camino de ida pasaré por Sabbioneta que queda a 30 km. Ciudad que hace mucho quería conocer.

La ruta es toda autostrada. Con muchos camiones, se ve que el país está “ricominciando” (empezando de nuevo) como lo dice la publicidad que se ve en las rutas. También aquí la niebla cubre los campos y parte de la ruta.

En el año 2006 Sabbioneta junto con Mantova fueron incluidas por la UNESCO como patrimonio de la humanidad.
Esta preciosa ciudad es el perfecto ejemplo de ciudad ideal según la visión moderna del Renacimiento. Se construyó entre 1556/1591 por decisión el duque Vespaciano Gonzaga Colonna.
La ciudad está rodeada de imponentes murallas y se ingresa a través de dos puertas monumentales, la Porta Imperialis y la Porta Vittoria. Su nombre deriva de “sabbia” que quiere decir arena, porque había sido fundada en una zona cercana al río. Aun siendo muy pequeña encierra muchas bellezas que hacían las delicias de quienes vivían y la visitaban. Sin duda una de las joyas es el palacio ducal que se encuentra en la plaza, y servía para demostrar el poder del duque. La plaza en uno de sus lados tiene pórticos y algunos bares y se imaginarán que no perdí la ocasión para sentarme un rato y tomarme uno. El teatro llamado Teatro alla Antica o Teatro Olímpico, es el teatro más antiguo de Italia. También hay una antigua sinagoga. El Palazzo Giardino, residencia del duque con los jardines colgantes y la Gallería de Los Antiguos, que es una galería de 97 metros de largo que me encantó, puedo imaginar a los personajes que llegaban al palacio y debían recorrerla. Fue una sensación muy especial la que sentí caminando a lo largo de ella.

Me habían dicho que debía conocerla y de verdad me gustó mucho y hubiera querido visitar más de un edificio, pero tenía que seguir viaje a Parma. Hay más de una de estas ciudades llamadas ideales, por ejemplo, Sermonetta, Pienza, Maróstica etc.

Por suerte la ruta a Parma es directa y no me perdí. Además, encontré estacionamiento gratis en el hotel.

En esta ciudad me quedaré tres días. Deje mi valija en el Star Hotel Du Parc y tome un bus al centro histórico. Llovía, fui hasta la plaza Garibaldi, hice un reconocimiento de los alrededores y la hora imponía almorzar. Decidí hacerlo en la plaza con la linda vista de la iglesia de San Pedro, el Palacio del Gobernador y la fuente como en todas las plazas italianas. El restaurante «O Bistro», ubicado debajo de una gran cúpula transparente (están muy de moda en el norte de Italia) resultó muy bueno, la vajilla muy original, comí un plato de cous cous de camarones y verduras, riquísimo, una copa de vino tinto Bonarda de esta región, Emilia Romagna. Estaba tan feo el tiempo que me quede un buen rato tomando café.

El centro histórico es chico y se recorre fácilmente. Parma es una antigua ciudad universitaria desde el siglo XI, con algunos edificios románicos como el Duomo y el Baptisterio. Es famosa en el mundo entero por el jamón y el queso parmigiano, además es una ciudad llamada del “gusto”.

Como en toda Italia también aquí se festejan los 700 años del nacimiento del gran poeta, Dante.

Fui al mercado donde hay de todo, compré algunas cosas para cenar y volví al hote

Desayuné y fuí al centro hasta la plaza del Duomo. Impresionante edificio, es de estilo románico, empezado a construir en el año 1059. Su interior esá embellecido por grandes frescos , el de la asunción de la Virgen de Correggio. La gran fachada fue terminada en el año 1178. El campanario de estilo gótico se le agrego entre 1284/1294. A un costado se encuentra el Baptisterio de mármol color rosa, una joya, ambos son muy hermosos, y una plaza seca enorme frente a ellos.
Había algunos jóvenes que venían a festejar que se habían recibido, aquí se dice «laureato» y de allí vine lo de la corona de laureles con que se ciñe las cabezas de reyes y héroes.

Me quede a almorzar cerca del Duomo, en el «Il Cardinal Bar», en Vía Duomo 5, simpático el lugar y buena la comida. Pedí una ensalada caprese, muy rica y muy bien presentada, una copa de vino tinto, y un café. Nada caro.

A pocos metros se halla el teatro de la ópera, el Teatro Reggio, es uno de los 12 teatros y unos de los más célebres líricos de Italia. Fue mandado construir por la duquesa María Luisa de Austria, en el año 1821. El público parmesano está considerado entre los más competentes, pero, también entre los más pasionales y a la vez exigentes. Los programas son fantásticos, directores como Zubin Mehta le dan prestigio.

En esta parte se hallan muchos museos, la Pinacoteca, el Museo Diosesano, la Galería Nacional, el Palacio Vescovile y el Palacio de la Pilotta y palacios históricos no faltan, como asi iglesias.
Tenía entradas para un concierto en el Palacio Gubernamental a las 18. Se presentaban el grupo «Li allievi di Verdi» (los alumnos de Verdi), el programa eran todas arias de Verdi. No las más conocidas. Los cantantes eran 4 japoneses o coreanos y solo dos italianos. No me gustaron sus voces en general. Sin ser de Parma también soy exigente jajaj.


Volví al hotel y cené en un restaurante enfrente.

Mi deseo de conocer el laberinto La Masone y Fontanellato fue lo que me trajo a Parma, de manera que el jueves 18-11-2021 a las 9,30 salía para ir a Fontanellato, son 21 km debía tardar 25’. La ruta que venía de La Spezia, tenía cola de más de 7 km de autos parados. Pensé, menos mal que de este lado no hay problema. Duró poco, faltando sólo 9 km para llegar se para la fila de mi lado. Eso significó varios desvíos que hicieron que me perdiera y que tardara casi media hora más.

Por fin llegué, después de estacionar fui al «Il caffé del Laberinto» a desayunar. Antes de entrar al laberinto fui al museo del creador Franco María Ricci, que era editor y amante de los laberintos. El museo es interesante y muy particular ya que contiene todas las ediciones de hermosos libros que se podían hojear. Un laberinto de espejos y un video de los orígenes de los laberintos hasta el día de hoy. Aprend un montón.

Antes de entrar al laberinto te dicen que en caso de no encontrar la salida llames por teléfono que te vienen a buscar. El recorrido dice es de más o menos de una hora. A mi tuvieron que rescatarme, no se rían, ya querría verlos en ese enjambre de bambúes. Me encantó el laberinto y la construcción de la pirámide que en realidad es una capilla, su plaza central y los salones uno de los cuales se llama Borges. Todo tiene un significado y sentido, Franco María Ricci era amigo y admirador de Borges al que también le gustaba los laberintos.

Terminado el recorrido fui al restaurante Al Bambú, que tiene alguna estrella Michelin, todo para mi sola. Hermoso salón y linda la mesa. Me trajeron unos bocaditos para esperar y el plato muy particular, ravioles con masa hecha con chocolate rellenos de zapallo, piñones y queso. Este paseo resultó una experiencia fantástica. Después del rico almuerzo fui a Fontanellato, castillo medieval rodeado de un foso con agua con una sola puerta de ingreso por un puente levadizo. Lo curioso es que el pueblo se formó alrededor del castillo. La fortaleza, no muy grande, pero de aspecto poderoso con sus cuatro torreones o baluartes, el claustro central no es muy grande pero muy lindo. Ahora alberga un museo y es sede de conciertos.

Son muy pocas las calles alrededor, por supuesto tome un café y unos masas de almendras y luego ya casi de noche regresé, rogando no hubiera algún otro desvío.

Mañana viajaré a Milano. Parma es una ciudad a la que tendré que volver.