VALDOBBIADENE – Veneto

Llegamos a Valdobbiadene desde Pordenone que queda a 67 Km, queda a  82 km desde Venezia, a 146 km de Verona.  En la ruta pasamos por el castillo  de Aviano, que  no es mucho lo que queda.

Hablar de las colinas de Valdobbiadene y Conegliano es hablar, de uva, de vides, de vino y sobre todo de Prosecco.

El camino a Valdobbiadene es precioso y complicado a la vez, transcurre en el medio de colinas que son una maravilla, cubiertas de viñedos cultivados en pequeñas terrazas. Entre antiguos castillos, viejas abadías, iglesias milenarias y pueblos deliciosos, lo que es un placer infinito para los ojos.

Nos alojamos en el agroturismo Roccat, que tienen sus viñedos y la bodega donde producen el Prosecco con su nombre, con la máxima calificación DOCG, estas siglas significan Denominación de Origen Controlada y Garantizada, es decir que se  trata de un producto altamente calificado, obtenido siguiendo normas estrictas que garantizan su elevada calidad.

Ni bien llegamos nos convidaron con unas copas de su Prosecco,  que para estar en tema era en una glorieta debajo de una parra.

Fuimos al centro para almorzar algo rápido porque ya era tarde. El centro es muy chico, en realidad todo el pueblo es chico. La plaza Guillermo Marconi es enorme, con una fuente moderna muy linda. Tanto el Duomo como la  torre campanario son enormes casi demasiado para ese entorno. Rodean la plaza el edificio del municipio, algunos bares y restaurantes.  Dos calles principales la cruzan, tomamos unos ricos cafés en la Piazza Marconi en el Bar Roma. Todo muy relajado y tranquilo.

A la noche fuimos a cenar a la Osteria  Ombra  Longa, en Vía Celestino Piva 60, estamos fuera de temporada y hay pocos locales abiertos, lo que significa que me costó conseguir lugar para estacionar. Yo comí pulpo asado con papas, muy rico, acompañado con Prosecco, que otra cosa se puede tomar aquí!  Además a eso vinimos.

Al día siguiente fuimos a San Martino di Castroza, queda a 70 km. Quería ver el macizo Le Pale di San Martino, la vez anterior estaban tapadas por las nubes, creo que saben que amo esas montañas. Ruta preciosa, día magnifico, tomamos un café con la vista a esas hermosas montañas.

De regreso paramos para almorzar cerca del rio y de un lago artificial de un color turquesa bellísimo, en el restaurante Albergo al Lago, en la localidad de Imer,  Yo comí una ensalada de porotos y luego canederli, estaban buenísimos, tomamos prosecco a pesar que tenía que manejar.

De  regreso pasamos por Segusino y Stramare dos pueblitos minúsculos de casas de piedra, en un camino angosto, en subida y poco señalizado. Muy simpáticos los dos, deben tener menos de 20 habitantes. Se hacen fiestas temáticas a las que va mucha gente. Fuimos hasta donde se termina el camino a otro caserío, Milies. 

Les voy a contar algo curioso y cómico. A mí me gusta el sauna y aquí tenían, antes de irnos les había pedido lo prendieran. Cuando volvimos muy decidida allá fui. Primera sorpresa, el sauna estaba en la terraza que no es muy grande, donde otros huéspedes estaban  tomando su prosecco. La otra sorpresa es que la ducha estaba afuera, también en la terraza,  sin ninguna puerta, y era un balde de agua helada, que funcionaba con una cadena. Tenía la esperanza que se fueran, pero los primeros 10 minutos allí seguían y allí se quedaron mientras yo salía y me regaba. Me vino bien el sauna, aunque  me hizo  mucha gracia la situación.

Al día siguiente recorrimos la ruta del prosecco, pues ese había sido el motivo de venir. La Prosecco Route cubre 90  km y va de Pordenone a Valdobbiadene y Conegliano, en su recorrido hay infinidad de pequeños y pintorescos pueblos y más de 180 bodegas, donde se produce un vino muy amado en todo el mundo. Esta zona fue declarada en el año 2019 patrimonio de la UNESCO, debido a las características del suelo y a la ingeniosa capacidad humana por los métodos de trabajo y el aprovechamiento del suelo. Aquí los vinicultores han creado un entorno único.

Fuimos primero a Follina donde hay una preciosa Abadía y un claustro hermoso.

No alcanzan los ojos para asimilar los  bellísimos paisajes de las colinas cubiertas de vides con pendientes de más de 30 grados. Parecen cuadros o bordados. Estos agricultores son verdaderos héroes.  

Desde allí a pocos km se encuentra el castillo de Brando en Cison di Valmarino, al que se accede por un cable carril, y es muy cómodo porque se deja el auto en el estacionamiento y allí mismo se toma. Queda en lo alto de un risco y tiene una vista sobre el valle espectacular.

El hambre se hacía sentir era hora de ir a buscar donde alimentar el cuerpo, pero como todo queda de paso fuimos hasta Refrentolo donde hay un antiguo molino harinero, Molinetto della Croda, ejemplo típico de la arquitectura rural del siglo XVII.

Ahora sola faltaba llegar al lugar del restaurante en  Pive di Soligo y lo más difícil conseguir estacionamiento. Demore un poco pero valió la pena. Muy lindo el restaurante y la comida súper.

El plato principal era conejo preparado de una manera especial con papas al horno, una delicia, de postre algo muy delicado con frutos rojos. Nos saludó la Chef Ivana y charlamos un rato.

El pueblo de Pieve de Soligo es muy lindo, tiene una enorme catedral preciosa y es atravesado por un río. Allí cerca en Farra de Soligo en la cima de un cerrito está el Tempio de San Martino, reconstruido en 1927.

Volvimos al hotel y no cenamos ya que habíamos almorzado tarde y mucho, pero si pedimos una botella de Prosecco y lo tomamos  en la terraza.

Si les gusta el champagne y los hermosos  paisajes, Valdobbiadene – Conegliano están bien ubicados para recorrer la infinidad de pueblos en los  alrededores en forma relajada.
De manera que Salud!