Dejamos La Morra y fuimos con el Sr. Michele, el anticuario de Bra, a Monforte d’ Alba tras los rastros de los cátaros. No sabía que en Italia hubiera habido.
Les aseguro que bajamos enseguida le tagliatelle del almuerzo de La Morra, porque la pendiente que había que subir era de unos 45 grados todo el tiempo (¡por eso la gente vive tanto tiempo en estos lugares!).
El pueblo diminuto es precioso, muy cuidado y restaurado.
Como buena curiosa le pregunté a un hombre, que estaba trabajando en un edificio qué estaba haciendo. Nos mostró lo que estaba restaurando para un hotel en el edificio que había sido la cárcel del lugar. Magnífico el resultado y el buen gusto, respetando la arquitectura y valorizándola. Se llamará Dimora Dei Manichei.
El maniqueísmo es una religión fundada por el sabio persa Mani o Manes en los años 242 d C, y él se decía que era el último profeta.
Seguimos hasta la cima donde hay una iglesia, un campanario y un anfiteatro romano, cuyas gradas estaban recubiertas de césped.
En la parte más alta, en los restos de una galería es donde habitaron los cátaros. En el año 1028, unos 300 cátaros que vivían aquí, fueron condenados a la hoguera por el arzobispo de Milán por herejes.
Me encanto este hermoso e interesante pueblo, valió la pena el viaje.
Deje en su casa de Bra al Sr. Michele Chiesa, que resultó ser un muy buen escritor. Me regaló un libro de sus cuentos, que me gustó mucho.