La Morra queda a 65 km desde Turín. En la parte más alta tiene un mirador sobre Le Langhe y una vista espectacular a la infinidad de pueblos que pueblan esta región de Piemonte. Debajo nuestro esta Barolo.
El pueblo está sobre un «cocuzolo» (los italianos le dicen así a la cima de un cerro), de modo que es todo en subida o bajada según donde uno se encuentre.
Fue curioso que hubiese dos iglesias grandes juntas que hacían esquina. Ambas eran de estilo barroco piamontés, aunque el interior de una de ellas (reconstruida) era neoclásico. Estas no eran las únicas iglesias, pero sí las más importantes.
Se imponía almorzar. Buscamos restaurante y encontramos uno donde comimos muy bien: Mangé, Via Roma 3.
Pedí tagliatelle con ragú de cinghiale con funghi porcini, y luego una degustación de quesos de la zona. El vino: un Dolcetto D’Alba. Y café. Todo re bueno.
En este pueblo, que parecía insignificante, hay palacios tan importantes como el Falletti-Cordero di Montezemolo (siglo XVIII) en cuyas cantinas se hizo el primer vino Barolo de La Morra.
Mi recomendación es que si están buscando tranquilidad, historia y gastronomía no dejen de aventurarse en estos pueblos desconocidos al gran turismo.