Es otro borgo medieval minúsculo, inmerso en el corazón de la zona del Chianti, queda a 14 km de Montalcino, a 191 km de Roma, y a 114 km de Florencia.
La Vía Francigena o Vía Romea (Porque iba a Roma) hizo que surgieran a lo largo de ella estos pequeños pueblos donde descansaban y se curaban los peregrinos.
Dentro de la muralla se encuentra un precioso jardín que se llama Horti Leonini, es un diseño de Diomede Leoni del año 1580 y es un ejemplo de jardín a la italiana.
Fuera de una de las puertas hay una copia de una catapulta llamada trabucco.
El pueblo es muy lindo, tiene un Duomo y la Collegiata dei Santi Quirico e Giulitta, del Siglo XII, en su interior tiene hermosos frescos y una gran pintura sobre madera dorada de la Virgen y el Niño, de Sano di Pietro. Algunos bellos palacios como el Palazzo Chigi, mandado construir por el Cardenal Flavio Chigi, de estilo barroco tardío, del Siglo XVII y el Palacio Pretorio.
Es muy tranquilo, cierran todo al medio día, de manera que fui hasta Castiglione d’Orcia que queda a 9 km sobre una pequeña colina llamada La Rocca, de allí su nombre.
Había algo de viento y parecía que llovían flores blancas, eran de los árboles que están florecidos en esta época. Muy bucólico, todo silencioso y nadie en la calle.
A la nochecita con mi nueva amiga Cristina fuimos a un concierto en el Palazzo Chigi.
Se desarrollo en el pequeño claustro iluminado con velas, y tanto los que recibían como los actores todos estaban vestidos de época. Era una ópera llamada » A piedi scalzi » (Con los pies desnudos) el compositor Alessandro Nidi, orquestra » Solisti degli Horti» y el Ensemble Vocale Harmonía Cordis.
Nos gustó mucho a las dos, muy linda la música. Una soprano, muy buena y una voz recitante (que relataba).
Una puesta en escena muy original, ya que una parte era el racconto de la ópera y a la vez la soprano relataba. De verdad me gustó mucho.
Cenamos en la «Osteria del Cardinale» frente al Palazzo Chiggi, donde también cenaron todos los integrantes de la obra. La cena estuvo muy entretenida porque los del ensemble cada tanto cantaban y como los aplaudíamos nos dijeron que pidiéramos lo que queríamos escuchar. Se creo un ambiente alegre, simpático y emotivo, porque me cantaron una canción que evoca a los inmigrantes, parte de la letra es «Partono i bastimenti per terre assai lontane, cantono a bordo son napolitanos..» (Parten las naves para tierra muy lejanas, cantan a bordo son napolitanos)
Menos mal que enseguida estallaban las risas y los brindis, porque la nostalgia se hace sentir.
La comida estuvo acorde a la velada, de entrada, compartimos una tabla de fiambres y quesos locales. El pan riquísimo. Cristina tomo un tinto de Montepulciano y yo un Brunello di Montalcino, los dos muy buenos. El dueño que atendía nos dejó las botellas (habíamos pedido una copa) no me acuerdo si comí ñoquis o fideos, de postre algo con ricota, miel y chocolate.
A los que les gusta la música y tienen tiempo infórmense porque en todos los pueblos por chicos que sean suele haber alguna manifestación artística, que no los va a defraudar, ya sea por la calidad de la música, por el lugar donde suelen hacerse y por la originalidad de las puestas.