De
Trento a Moena hay 86 km y se tarda 1,20 hora, casi toda
autostrada, es la Ruta al Paso del Brennero. Yo tome el desvío a Cavalese. Se cruza el Adige, gran río, y comienzan los 24 km de subida. Por suerte ruta ancha. El paisaje del Val di Fassa es bucólico e imposible no parar a admirarlo. Así no voy a llegar nunca. Pare a sacarle fotos a dos pescadores que estaban en la orilla del rio.
El año pasado ya había estado, pero de paso, solo el tiempo de un café en el bar Mancin. Me había gustado mucho así que ahora me voy a dar el gusto de quedarme.
El Hotel María Relax precioso, con un Spa fabuloso al que tenía acceso gratis a todo. La piscina de agua templada con una cascada muy linda.
Salí para almorzar, aunque algo tarde, pero en el bar del hotel Faloria, en Plaza di Sotegrava 17, el restaurante estaba abierto. De entrada, spek con espárragos y salsa de mostaza, después fettucine con hongos, café. La comida riquísima.
Hacía frio y lloviznaba. Volví al hotel me lleve la canasta que me habían dejado en el cuarto con ojotas, toalla y bata al spa y no perdone nada, sauna romano, sauna tirolés, duchas de aromas, una que me encanto con aroma a menta, luz violeta y como un spray, el agua súper pulverizada.
Después sala zen, tisanas varias, frutos secos y fruta fresca.
El hidromasaje y la piscina y quede nueva.
A las 20,30 baje a cenar al restaurante del hotel, “Kusk” estaba lleno de gente local, muy cálido el lugar, los mozos muy atentos. Comí canederli de tres gustos en caldo, me encantan y luego verduras varias y legumbres, un vino del Trento, Pórtico Rosso, bueno. Café y me fui a dormir.
El salón del desayuno ambiente de montaña y en el buffet no faltaba nada, es más, me había propuesto probar todo, pero en los días que estuve fue imposible. Muy lindo el detalle para ubicar mi mesa, una cerámica blanca con mi nombre.
Rezaba para que cambiara el tiempo. El paisaje hasta llegar al Passo Rolle a 1970 metros, precioso porque se veía, pero una vez arriba la niebla era tan espesa que no se veía nada. Desde el Passo Rolle a San Martino hay unos 9 km todo en bajada, con más de 14 tornanti. Por suerte se cruzaron solo dos autos.
Yo había ido para ver la formación llamada Le Pale di San Martino, pero no vi nada porque estaba nublado y de a ratos llovía.
El pueblo precioso como todos los de la zona.
Viento y frío y ni un restaurante abierto, un bar que no tenía nada para almorzar, ¡los clientes que estaban tomaban vino o cerveza!
A la 15 estaba de regreso en Moena, no había almorzado así que fui a tomar un café con una torta riquísima al bar del hotel Faloria. Di un paseo, casi todo cerrado, una vez terminada la temporada de ski, cierran y abren a fin de junio.
Moena es un lugar encantador, con cierto charme y me imagino que en temporada debe ser lindísimo.
Me enteré que tiene un sobrenombre «La Turchia», la turca» y tiene algunas costumbres que le vienen desde la invasión otomana en Austria 1683, muchos de los soldados que llegaron heridos, luego se quedaron a vivir y se casaron en este encantador y perdido pueblo. Todos los años en agosto se realiza el Moena Turkish Festival. «Cosas veredes Sancho…»
Subí hasta la iglesia de San Vigilio, de típica construcción gótico alpina, con el cementerio detrás. Cuando estaba saliendo comenzó a sonar el órgano una música preciosa. Me pasó otras veces, estar sola en una iglesia y alguien tocara el órgano, parecía un concierto para mí.
Decidí ir hasta un lugar que se llama Malga Peniola, me habían dicho que estaba cerrado pero que el paisaje que se ve desde arriba era espectacular. Allá fui, son unos cuatro km en subida de camino entre mejorado y tierra, re angosto y arruinado por la nieve. A medida que subía me decía quién me manda venir. Sin lugar para dar vuelta, sin guardarraíl, apenas pasa un auto (en temporada tiene horarios de subida y bajada). Créanme que rogaba para que no viniera nadie de frente. En la cima linda la vista, pero me acordaba del Spa.
Los dos restaurantes y también la capilla estaban cerrados. Me volví lo más rápido que pude. No me pare ni a mirar el lugar llamado Malga Panna, era el lugar que usaban para lavar la ropa quedo sobre un costado de la calle.
Volví al Spa que no había nadie y lo aproveché todo.
Quise cambiar de restaurante y fui a uno cerca “Matisse” pintaba bien pero el del hotel es mucho mejor. Cene un tris de canederli, de speck, de espinacas, y de queso a la manteca fundida. El vino de la zona, Marzemino tinto.
Llovía, pero estaba re cerca del hotel.
Mañana iré a
Ortisei. Moena es precioso aún fuera de temporada.
