Fiesole, es una pequeña ciudad sobre una colina desde donde se tienen unas vistas impresionantes sobre Florencia, que dista a sólo 8 km.
Aquí estuvieron los etruscos, los romanos, los longobardos y por supuesto florentinos y sieneses que vivían peleando entre ellos por el dominio de la región.
El camino nos lleva hasta la Piazza Mino da Fiésole, donde se encuentra el duomo de San Romolo, de estilo románico cuya primera construcción se remonta al año 1023, fue ampliada y restaurada en el Siglo XIV. En el centro de la plaza se encuentra la estatua de bronce del rey Vittorio Emmanuele II y de Garibaldi.
No recordaba que había un teatro romano, unas termas, un templo romano y uno etrusco todo bastante bien conservado.
En la zona arqueológica había un bar con una terraza con vista al teatro de manera que comí una ensalada de frutas y luego un café. En una quietud total, no había turistas, salvo yo.
Ya repuestas las fuerzas decidí encarar la subida hasta la iglesia de San Francisco, que estuvo por acá, donde además de una iglesia hay un convento con las celdas pequeñísimas.
La leyenda dice que Atlante (ser mitológico habitante de la Atlántida) después de haber estado en África pasar por España y Francia cruzo los Alpes y llego al norte de Italia, le pregunto al dios Apolo donde era el lugar más hermoso para descansar, este le contesto que bajara hasta el mar y luego remontara el río (es el Arno) allí fue donde se supone esta Fiesole. Vio gente laboriosa y pacífica. Se detuvo y construyó una ciudad bellísima, se detuvo para admirarla exclamando » tu fies sola» (tú eres la única) pensando que sería la más bella por siglos.
Las citas de Herman Hesse y de Le Corbusier, le hacen honor tanto a la belleza como al arte, este último dijo » he entendido porque los grandes del cuatrocientos fueron como los muestran sus obras, no eran más que artistas conmovidos delante de la naturaleza digna de los Dioses, que comprendieron y supieron aprovechar».
De regreso fui hasta Vía della Badía dei Roccettini 9, para ver la Badía Fiesolana, del año 1023. Es monumental, de fachada románica con un enorme claustro del Siglo XV.
Pero me encontré que estaban restaurándola y un gran telón la cubre, re produciéndola. Para verla que había que entrar por atrás, allá fui, pero estaba cerrado. Nadie sabía por qué.
Frente al claustro hay un bar muy moderno, decidí esperar, de paso me tomé un café con una masa riquísima, baratísimo 1,20 €. Es el bar de la universidad. Cuando termine volví y estaba abierto. El intrerior era enorme, enorme, (no hay foto que la abarque) no puedo entender cómo hacían semejantes obras cuando vivían muy mal.
La antigua catedral de Fiesole tuvo su máximo esplendor en el año 1456 cuando fue restaurada por Cosimo de Medici, bajo la dirección de dos grandes e incomparables arquitectos como Brunelleschi y Michelozzo. En ese período se agrandó el convento y se le agregó una enfermería, un refectorio y dormitorios para los novicios de la orden de San Agustín.
En este momento es la sede de la Universidad Europea. Apodada la «fábrica del saber».
Ya era hora de volver, así que me encomendé al Señor y que el GPS me guiara bien, ya que atravesar Florencia a esa hora no sería sencillo, sobre todo con mi facilidad de equivocarme.