Fui dos veces a Erice, la primera hace algunos años y nos quedamos adormir en el Hotel Moderno. La segunda no hace mucho, en esta oportunidad paseamos, disfrutamos de este encantador rincón, almorzamos y tomamos café.
Erice está edificada sobre el monte San Giuliano a 751 metros de altura sobre el nivel del mar, con una población que no llega 700 personas, tiene unas hermosas vistas a Trapani, a las salinas y las islas Egadi. La favorece la espléndida posición en la cima del monte.
Si por casualidad les toca un día de niebla, con poca gente, donde parte del pueblo desaparece y se entrevén las torres del castillo como entre nubes, estarán esperando aparezcan las hadas o la diosa Venus.
Sicilia es una tierra que inspira a la poesía y el canto, donde se mezcla el mito y la historia y donde la arqueología nos deja pasmados.
Es fascinante historia de este promontorio que sirvió de faro en época fenicia, debido al fuego que ardía en el área sagrada y que de noche servía de guia a los navegantes.
Erice fue la antigua Érix (significa monte), fundada por los habitantes que huyeron de Troya después que fuera destruida y se refugiaron en Sicilia, este sería el origen del pueblo de los Élimos, que habitaron y edificaron el templo en Segesta (a 43 km), a los que se les debe el culto a la fertilidad y las ciclópeas murallas, que rodean la ciudad construidas en el siglo VIII a.C. En cuyos extremos se encuentran el Castello Normanno y en el otro la iglesia Madre o Duomo.
Virgilio en su libro la Eneida, escrito en el siglo I a C. escribió, que Eneas (héroe mitológico troyano) había hecho construir aquí el templo dedicado a la diosa de la fertilidad llamada Astarté por los fenicios, Afrodita por los griegos y Venus por los romanos. Templo que los árabes destruyeron.
Al llegar los normandos mandaron construir un castillo en el lugar donde había estado el templo. El Castello di Venere o Castello Normanno, construido en el siglo XI-XII, que lo unía mediante un puente levadizo, reemplazado por una rampa en el XVI, a los Jardines del Balio, que se encuentran detrás del castillo.
En el interior del castillo se conserva un pozo sagrado, una casa fenicia y unas termas romanas.
Erice tiene otro castillo además del normando, el de Pepoli construido sobre una roca solitaria, parece salido de un cuento de las mil y unas noches.
La primera vez que fui veníamos desde Palermo, que queda a 118 km. y nos quedamos una noche a dormir allá arriba. En el hotel Moderno, en Vía Vittorio Emanuele 63. El restaurante y la comida espectacular. Es innegable la influencia árabe en ella, el cuscús buenísimo y ni que hablar del pescado y los mariscos locales, no dejamos nada sin probar. También en la pastelería es innegable la influencia árabe, con la pasta de almendras, la cassata siciliana y los cannoli de ricota.
De noche casi nadie paseando por las estrechas callecitas medievales uno puede imaginarse a algún caballero andante que nos escolta.
Y la vista a la bahía de Trapani, el mar inundado de luces es bellísima.
Erice es muy fácil de recorrer porque es muy compacta y muy pequeña su superficie total son 47 kilómetros cuadrados.
La Porta Trapani es la puerta principal de entrada al casco antiguo. Desde ella se llega a la Chiesa Madre o Duomo de estilo gótico, fue construido en el año 1314 a pedido de Federico II de Aragón, se puede apreciar la influencia árabe en su interior, con una gran cantidad de hermosas piezas realizadas en oro y seda. La iglesia madre fue edificada al lado de la torre de defensa también llamada Torre del Rey Federico, mide 28 metros de alto, construida en el año 1200 sobre los restos de la anterior, siendo luego convertida en un bello campanario.
Siguiendo la Vía Vittorio Emanuele en la cual hay hermosos edificios con patios internos, pequeños negocios de artesanos donde se consiguen piezas muy buenas de cerámicas firmadas, copias de las antiguas y realizadas con los métodos antiguos. Como las del negocio de La Ceramica Siciliana, en Vía vittorio Emanuele 49.
Para alegría de mi marido (son pesadas y grandes, jaja) compre dos preciosas, que una aún conservo.
Siguiendo por Vía Vittorio Emanuele se llega a la Piazza Umberto I, con el típico diseño medieval, rodeada de negocios y callecitas que desembocan en ella.
Me encantan las placitas porque siempre encuentro un lindo bar para tomarme mi macchiato y disfrutar del entorno, también probar algunas de las delicias de pasta de almendras o algunas rellenas de ricota. En la pasticceria Maria Grammatico, en Vía Vitorio Emanuele 14, es el lugar indicado para un rico café y algunas de delicias para acompañarlo.
La comida como las costumbres nos dicen mucho de un pueblo, esta manera de conocerlos me encanta.
!Quien puede resistirse, elijan ustedes!
En Erice hay unas 60 iglesias, muchas de ellas des consagradas, una de las más antiguas es la Capella di San Vito del año 330 d C, santuario famoso de peregrinaje, la iglesia de San Giovanni, en el quartiere spagnolo (barrio español), la de San Antonio, Santa Orsola y la Addolorata, por nombrar algunas de las más antiguas. La de San Giuliano del año 1000, construida por los normandos, pero modificada en el Siglo XVII.
La iglesia de San Giovanni Bautista, es la más grande y muy antigua, construida en un extremo de la ciudad sobre un pequeño promontorio que mira al valle. Es fácil de reconocer por la cúpula blanca.
Como suelo decir alimentemos también al cuerpo, y en estos lugares es sagrada la hora del pranzo (almuerzo) cuando no antes el aperitivo. De manera que volvimos a la Piazza Umberto I, al restaurante Eneas, tiene mesitas al aire libre y el día se prestaba. Lugar agradable, el personal muy amable y los platos, ¡pues juzguen ustedes!
Compartimos un pulpo y luego spaghetti y macheroni con berenjenas y queso de cabra. No recuerdo el vino, seguro era tinto.
Esto nos dio el combustible necesario para seguir recorriendo y curioseando en los negocios y otros bares y elegir donde cenar.
Me encanta salir del circuito donde va toda la gente y descubrir lugares preciosos y solitarios, como son algunos de los arcos medievales, algún bello balcón florido, o los callejones con empedrados artísticos.
También de Erice tuvimos que despedirnos, pero nos vamos con todos los sentidos colmados y felices.
Bendita esta tierra del buen vino, buena comida y sol