Apricale queda a 52 km de San Remo, y había almorzado en Dolceacqua, que está a solo 6 km de Apricale pero para arriba y no podía no ir.
«Calle angosta, calle angosta, la de una vereda sola» seguro conocen la tonada. Le puse onda porque el paisaje era estupendo. Ya lo debo haber repetido hasta cansarlos, pero las rutas pueden ser siempre peores.
Había hecho unos 4 km cuando veo una pareja subiendo y una de ellas con cara de más muerta que viva. Pensé parar, pero hasta que encontré un lugar para poder hacerlo habré hecho 1 km. Dejé el auto y caminé hacia atrás para sacar una foto y pensé que si esperaba llegarían. Me estaba volviendo cuando escuché voces y las vi en una vuelta del camino, me acerqué y les pregunté si querían que las llevara, eran dos mujeres. Me dijeron que sí, porque una de ellas se había lastimado una rodilla. Llevaban mochilas y venían caminando desde otro pueblo. En esas condiciones iban a llegar a la noche, los 2 últimos km eran los más empinados.
Estacioné en la entrada del pueblo, cuyo nombre deriva de «apricus», que quiere decir «soleado». En el pueblo no hay calle para autos. Había un bar con una terraza que tenía una hermosa vista sobre el valle. Nos sentamos y conversamos en lo que pudimos. Una era francesa y la otra de Laos. Venían a hacer senderismo. No me dejaron pagar el café.
Ya estoy resignada. En estos pueblos no basta con llegar arriba, siempre hay que seguir subiendo. No es temporada y el pueblo está vacío (pero no me importa). Los pasadizos son angostos y oscuros. Es fácil perderse, eso es lo interesante, y ya saben yo soy especialista jaja.
La plaza es donde se desarrolla la vida del pueblo, el bar, la fuente con agua potable, la iglesia, el municipio, los pocos habitantes y algún turista, y yo, sentados al sol. También están los chicos jugando a la pelota, como en el patio y en realidad en eso se convierten las plazas (en este caso, sin un árbol). Esta plaza es un poco más grande que un patio.
Es la paz total. ¡Imaginen estar sin los ruidos de la ciudad, traten de hacerlo!
La iglesia está sobre la plaza y subiendo un poco más, se llega al Castello Della Lucertola (la lagartija). El castillo domina el promontorio del cual se desgranan, como un racimo de uvas, las casas que bajan por la ladera.
Una leyenda cuenta que el nombre es debido a que se encontró un lagarto de metal en un círculo de piedras en Pian del Re, donde dicen que el rey de los celtas paró a descansar.
Me encanta escuchar estas historias, algunas contadas por ancianos con los que me paro a conversar, o con algún guía. ¡Un pueblito precioso! Uno más de infinitos.
Tomé un jugo en el bar y fui hasta el auto, sin antes perderme en los pasadizos. Volví sin problemas hasta San Remo.