Fui a Bolzano desde Roma en el Tren Frecciargento, tarda 5 horas. El viaje es muy lindo, atraviesa la campiña Toscana
Tiene paradas en Florencia, Bologna, Verona y Trento. Hasta Bologna más de la mitad del camino es por túneles. Es un tren moderno con Wifi a bordo, pantallas con avisos de velocidad y anuncios de paradas.
Dejando atrás Verona el paisaje empieza a cambiar y empiezan a verse los pueblos de montaña.
Llegue a las 14 y lloviznaba. La estación está en pleno centro histórico. Que es muy chico, muy lindo con palacios muy bien conservados. La parte nueva es grande y extendida. Los medios de locomoción cómodos y puntuales, el boleto cuesta 1,50 €. (por eso funcionan).
Tenía que ir a buscar la llave del departamento. La chica que me atendió hablaba muy mal italiano, y el mapa que me dio tenía solo algunas calles, me anoto la dirección me dio la llave y me dijo que para el wifi estaba todo allí. Llegue a la numeración y había un bar, con una puerta al lado con varios timbres, pero ninguno con el nombre del Residence Fink. Pregunte en un negocio y nadie conocía el lugar. Llame por teléfono y no les puedo decir la explicación. La calle terminaba en una casa con una calle a cada lado. Le pregunto cuál de ellas tengo que tomar y me dice «diritto « (derecho) le digo, si sigo derecho me choco la casa. Volví al bar, la chica me dice que el bar está hace mil años y no conocía el residence. La vuelvo a llamar y le pido a la chica del bar que le pregunte ella. Salimos a la calle y le explica que es la puerta de madera, para esto había dos puertas, que era la puerta con los timbres y no la del arco sino la rectangular. Abrimos la puerta y había que subir tres pisos de los de antes. Encontrar las indicaciones del wifi fue la búsqueda del tesoro, me reía sola, busqué en todos lados, en el baño, en todos los cajones, en el horno, cuando la encontré resultó que la habían cambiado y la contraseña deberían verla, larguísima y había que leerla con lupa.
A todo esto, precioso el departamento en Piazza delle Erbe. Se llama así por el mercado que hay en ella, flores, frutas, verdura, carnes, fiambres, quesos, pan etc. todo de una calidad superlativa.
La chica del bar me había dicho, que fuera a tomar un café, así que dejé todo y allá fui. Charlamos un rato sobre la idiosincrasia de los pobladores que son italianos y hablan alemán. Me sugirió lugares para comer, pero les puedo asegurar que se come bien en todos lados.
Hacía tiempo había estado de pasada en esta ciudad y era muy poco lo que recordaba, de manera que decidí hacer una primera exploración para ubicarme y ver que había en los alrededores. Por supuesto primero se imponía un café y un strudel tibio, en el «Bar Della Citta» de la Piazza Walther, con linda vista de la catedral.
Es una ciudad a medida humana, amable, rica y con un hermoso paisaje montañoso circundante que parece tenerla encerrada en un cofre. Dos ríos la contienen el Talvera y el Isarco. Sera para que no se expanda demasiado y pierda su encanto.
Hay mucha gente mayor, con buen poder adquisitivo, se nota en la ropa que usan y en los negocios y lo relajados y sonrientes que se los ve.
Me quede a cenar en el departamento porque había comprado spek (jamón crudo ahumado, riquísimo), queso y tomates en el mercado donde dan ganas de comprar todo. Muy graciosa la descripción de los animales de los que luego venden los sub productos. Ojalá entiendan lo que dice, sino copien y usen un traductor, ajaja.
Dormí re bien, cama comodísima, y la biancheria lindísima.
Hay infinidad de bares, desayune en uno muy lindo que tienen café Illy. «Bar Hopfen & Co”, funciona desde el año 1845.
Ahí nomás esta la Vía Joseph Streiter, que sigue el trazado de la primera muralla del borgo, la atraviesan varios arcos lo que le da ese aspecto medieval tan característico.
Hay estrechos pasadizos que cruzan de una calle a la otra, por uno de ellos llegue a la Vía dei Portici, que es y era el corazón comercial en la época medieval.
Cruce por la Piazza Del Grano, (llamada así porque se comercializaba el trigo) para llegar hasta el Duomo. La catedral fue construida sobre los restos de una basílica paleocristiana, de otra del alto medioevo y una románica del año 1180. Cien años después se comienza la construcción de otra de estilo gótico lombardo, se termina en el año 1420. Se destaca el hermoso campanario de 65 metros.
Muy cerca se encuentra la iglesia de los dominicanos, que construyeron esta iglesia de nave única en el año 1272, con un convento y un hermoso claustro, tiene pinturas famosas, entre ella una del Guercino. Pero la verdadera joya es la capilla de San Giovanni. Se halla a un costado, es estrecha, angosta y alta. Totalmente cubierta de frescos. Es un espléndido ejemplo del arte del año 1300, sus frescos son de la escuela de Giotto. Me quedo corta con la descripción, esta capilla es bellísima.
Dando la vuelta encontramos la Iglesia de los Capuccini, dedicada a San Antonio, al que estuve rezándole un buen rato, para que alguien entrara porque no podía abrir la puerta para salir, (ya ven que me escucho), construida en el año 1600, contiene una hermosa pintura sobre el altar mayor.
Basta de tanto arte y belleza fui a buscar otro tipo de belleza, un restaurante, Bozner Brau en la Vía Piazza delle Erbe 17. Comí el plato típico de esta zona que son los canederli con spek y una ensalada y tomé una jarra de cerveza rubia. ¡El café lo tome en otro bar ya que hay tantos!
Una visita obligada es al Museo Arqueológico, para saludar al señor Ötzi. Es la momia del «Hombre de los hielos» encontrado en el año 1991, en la montaña cercana de los Alpes italianos que le dio su nombre. Está expuesto con su ropa, enseres y armas en el momento de su congelación. El cuerpo de Ötzi se mantiene en una cámara climatizada controlada a una temperatura de 6 grados celsius y 98% de humedad, reproduciendo las condiciones del glaciar en el que se encontró la momia. También la iluminación a la que está expuesta es mínima, dicen que es comparada a un cielo muy estrellado. El homo tirolensis tiene unos 5000 años.
Cuando pensamos en los museos se nos cruza la idea de aburrido, les aseguro que los que vi en este viaje todos fueron interesantes y sorprendentes, como este donde la última tecnología estaba presente. Entré y pensé en media hora salgo, pero sin darme cuenta estuve una hora y media y salí porque estaba cansada.
Todo está cerca y la edificación es hermosa y muy bien conservada que no alcanzan los ojos para apreciar todo. En la Konditorei Monika (confitería), me tome un buen café y una porción de strudel.
Lloviznaba así que fui a la Vía dei Portici (Pórticos) para ver negocios sin mojarme, entre en un edificio que me había gustado el frente y que tenía un pasadizo que salía a la otra calle, en el centro del hueco de aire y luz un guia con un grupo de personas les explicaba que la leyenda cuenta que en uno de los pisos había vivido Casanova. Allí me acorde del libro de Sandor Marai «La amante de Bolzano» que hace referencia a la Posada del Ciervo, situada en la calle de los Pórticos.
Ahora al hotel, hora de descansar. ¡Al día siguiente me iba de Bolzano para ir a Moena. Me quede 3 noches, pero siempre es poco, tendré que volver, ¡me encantó!