Desde Nemi decidí seguir camino hasta Castel Gandolfo, a solo 13 km y a 18 km al sur de Roma en la región del Lazio en la falda del lago Albano, en la zona llamada Castelli Romani. Son 17 las localidades que forman parte del parque de los Castelli Romani.
El casco antiguo de Castel Gandolfo es diminuto, toda la localidad ocupa 14 km, con una población 9.000 habitantes.
Es muy conocido debido a que desde el siglo XVII fue elegido por los papas como lugar de veraneo.
Pude estacionar justo antes de la puerta de entrada, se habrán dado cuenta que el estacionamiento no es un tema menor. Una vez traspasada la majestuosa puerta asomado a la Piazza della Libertá se encuentra el Palacio Pontificio diseño del arquitecto Carlo Maderno a pedido del papa Urbano VIII, en el año 1629.
El interior del palacio es precioso,ubicado en un lugar de ensueño con unas vistas magnificas que miran al lago Albano, de origen volcánico. Fue construido sobre las ruinas de una residencia de verano del emperador Domiciano.
El Palacio se puede visitar como así también los Jardines Papales de Villa Barberini. No hay duda que la iglesia tenía poder y capacidad para poder acceder y construir estas maravillas, también hay que reconocer que han contribuido y preservado la cultura. Conviene comprar los tickets por internet para no tener problemas con el cupo.
En la Piazza Pía con la infaltable fuente se encuentra la Catedral de San Pancrazio, fundada sobre una basílica anterior por el emperador Constantino. Fue reconstruida más de una vez y la actual de estilo barroco es del año 1710.
Corso della Repubblica es la calle central, no es larga y está llena de restaurantes y negocios y llega a otra placita que es otra puerta de entrada.
Dando vueltas el viento me empujo hasta el lago y encontré el Restaurante Bucci, en Vía dei Zecchini 31, que parecía bueno y tenía vista al lago, sirven comida tradicional romana.
Almorcé cordero a las brasas con papas al horno con romero, de postre tiramisú y el vino tinto Come se Fosse, de la bodega Antani.
No daban ganas de abandonar lugar tan agradable en un día tan desapacible y lluvioso. Así que recorrí la calle principal despacito para llegar al estacionamiento antes de las 16,30 que se vencía el parquímetro.
Todas las localidades de la zona de Castelli Romani se pueden recorrer en un día, son ideales para disfrutar de su arquitectura, gastronomía y la belleza del paisaje.
No estaba para ir a ningún otro lado así que decidí volver al BB, en Velletri, previa parada en una fiambrería donde compré algo de fiambre, queso, una focaccia y en la verdulería tomates cherry y frutillas. Esa sería mi cena en el balcón, aunque estaría algo fresco, pero con un hermoso atardecer.