Vine a Cuneo desde Turín y el motivo fue que tenía que ir a Chateau de Eza en la Riviera Francesa.
Cuneo (el nombre deriva de la palabra «cuña») se encuentra en una meseta entre dos ríos el Stura y el torrente Gesso.
Para llegar al centro hay que cruzar un puente altísimo y muy largo de 800 metros, de una profundidad de 50 metros, llamado «grande viadotto sulla Stura».
Tras dar algunas vueltas, ya que las direcciones son muy particulares, llegué al lugar donde me hospedaba. Tenía una vista preciosa a las montañas todas nevadas. Ya era tarde así que comí algo que había comprado y me fui a dormir temprano.
Desayuné un café. Me aconsejaron ir al correo a cambiar plata. El problema era que había mercado justo en ese lugar y me advirtieron que no fuera porque no iba a conseguir estacionamiento. Pensé, «bueno probemos». Llegué a una cuadra del correo y encontré un lugar. ¡En el momento que me bajo para comprar el ticket el auto de atrás se estaba yendo y me dice «le dejo el ticket que tiene una hora»! Así que además de conseguir lugar, me salió gratis.
Cuneo está en el llano y es una ciudad con una calle principal con palacios importantes del estilo Art Deco y Art Noveau. En el centro hay algunos negocios y bares antiguos que conservan los estilos de la época.
En Italia es famosa por los deliciosos bombones con un relleno especial a base de ron, «Cuneesi al rhum».
En la Piazza Galimberti 14, en la cafetería Airone no me resistí y además del café y unas masas probé los famosos bombones, que bien se merecen la fama.
Aquí me quede solo dos noches, y me sirvió para visitar la cercana Saluzzo y Staffarda.