Fabriano, queda a 208 km de Ravenna. La ruta pasa por un hermoso valle en la región de Le Marche, un trecho transcurre en el Valle del Rubicon. Dejando atrás Ancona el panorama cambia como cambian los hábitos culinarios, los vinos y los panes. Las colinas se transforman en cerros más puntiagudos cubiertos de vegetación y bosques bajos. Asombroso el paso a través de La Gola Rossa. El paso muy angosto por una garganta serpenteante y de paredes altísimas.
Aquí también algo complicado el trayecto hasta el departamento y al estacionamiento, por suerte había lugar.
Llegue en día feriado y estaba todo cerrado, encontré abierto el restaurante Nonna Rina, en la Piazza Garibaldi 25, que por suerte había lugar y era muy bueno. De entrada comí un “tomino” (un queso semi duro que se come tibio acompañado por un chutney de duraznos y cebolla, frutos secos y tostadas, luego un plato de bigoli (una pasta algo más gruesa que un spaghetti y más corta) con algo como panceta ahumada llamado spek, y habas, de postre algo llamado “Crescia fojata” una mil hojas con manzanas. Tome vino tinto de la región un Roggio Rosso Piceno, uva Montepulciano y Sangiovese, vino de aroma intenso, aterciopelado. La comida deliciosa y el vino muy rico. Aquí me entere de un sistema para servir el vino sin sacarle el corcho a la botella llamado Coravin.
Hacía falta que me moviera un poco, di una vuelta por el casco antiguo medieval. Estaba casi todo cerrado, volví al departamento. Para cenar comí algo que había comprado, que obviamente siempre es de más.
Fabriano es una pequeña localidad medieval que cambio su destino en el año 1264 al comenzar a producir papel. Tuvo su esplendor en los siglos XIV-XV, desde entonces tuvo un lugar importante en el proceso creativo de artistas tales como Miguel Ángel, Rafael Sanzio, Beethoven, Federico Fellini, y aun hoy está a la búsqueda de nuevos talentos.
Después del desayuno fui hasta el Palazzo del Podesta, construido en el año 1255 en estilo romano gótico, rodeado por el Palacio Municipal del siglo XIV, el Palacio Episcopal que tiene a su lado la Torre del Reloj, y el Pórtico de San Francisco del siglo XVII, hermoso efecto visual formado por los 19 arcos.
Como todo borgo medieval en la Piazza del Comune, de forma triangular, no podía faltar una fuente, de forma octogonal del año 1285, tiene una cierta similitud con la de Perugia.
uería conocer el Café Storelli, en Corso della Reppublica 53, otro de los que se suma a los cafés históricos, pero estaba cerrado por refacciones. No iba a dejar de tomarme mi macchiato así que me senté en uno de los bares que miran la plaza.
Recorriendo las callecitas del centro di con La Pinacoteca Civica, de una magnífica fachada con un pórtico de cinco arcadas y en la parte superior tiene ventanas bíforas.
Les cuento que aún con mapa esta es una ciudad donde yo me pierdo con facilidad, típicamente medieval de callejuelas intrincadas, que es imposible ubicarse (al menos yo)
Allí cerca se encuentra la Catedral de San Venanzio del año 1253, en este momento se halla cerrada debido a los daños sufridos por un terremoto, y también se encuentra el Museo del Papel y de la Filigrana, Sección de la Escritura, ubicado en el antiguo Convento de San Domenico. Como todo tiene un muy lindo claustro con un aljibe en el centro. Esta actividad comenzó en el año 1200, junto con la ciudad. Allí me entere que una escritura cursiva se la llamaba “minúscula Carolina”, por el emperador Carlo Magno. Hermosos los escritos y las ilustraciones.
La ciudad está bien señalizada, en sus calles hay indicaciones para seguir y llegar a todos los lugares de interés, por suerte.
A un costado del museo y bajando un poco se encuentra el Oratorio del Gonfalone, lo interesante y bello es el cielo raso compuesto por 15 “cassetoni” totalmente dorado y la tela del altar de la Anunciación, pintada por Antonio Viviani. Tuve mucha suerte que estuviera abierto ya que no suele estarlo.
Ya para el día había andado bastante y era hora de ir regresando, cene en el BB.
11-4 Después de desayunar me dirigí a la zona antigua, y en Corso della Repubblica 32 me encontré con la Macelleria 40 (carnicería) que era casi una boutique, miren las fotos. Siguiendo por el Corso se pasa debajo de un gran arco llamado l’Arcone, debajo del cual corría un rio y este puente permitía pasar de una orilla a la otra del mismo.
No muy lejos de la plaza y siguiendo las indicaciones llegue perfectamente al Museo della Carta, (Museo del papel que hizo famosa a esta ciudad) en Largo Fratelli Spacca 2.
Ubicado en un antiguo convento dominicano, donde fue reconstruida una “cartiera “medieval y se muestra paso a paso como se hacía el papel en el 1200. Algo fantástico que inventaron estos maestros del papel fue la llamada filigrana o marca de agua que distingue cada papel según quien y para que uso. Algo fantástico de ver. Esa filigrana es la que llevan los billetes de cada nación. Si tienen curiosidad aquí les dejo el video institucional que es muy bueno.
Me gusto una frase del video que dice «nunca antes se había inventado algo tan delicado y resistente para sostener el software de la humanidad»
Deje el museo que valió la pena el ticket, (reducido 6.-E), fui a buscar el auto para ir un lugar que me habían sugerido a unos 12 km, Cacciano, llamado “il Paese dei Murales artistici” (el pueblo de los murales). Se encuentra sobre un promontorio es muy pequeño con una calle central y algunas otras que la cruzan.
Llegue pasado el mediodía y pensé en comer allí, pero solo había un bar en el estacionamiento y en ese momento solo café. Bueno no me haría mal no comer.
Es una galería de arte a cielo abierto, donde los artistas del Street Art aquí se dan cita y embellecen las fachadas de las casas del pueblo. Los temas son variados, la naturaleza, los animales y algunas escenas de la vida cotidiana. Algunos son de verdad hermosos.
Mi decisión de venir a Fabriano y quedarme varios días era porque quería volver a ver la Grutta de Frasassi a 13 km y el Santuario de Valadier a 10 km, edificado en la entrada de una gran gruta, donde en el año 1000 había un monasterio, y la Ermita de S. María Infra Saxa (Ermita de S. María entre piedras).
Para llegar se deja el auto al pie de una ríspida subida, unos 700 metros que parecen 7000 y cuando se llega lo que tenemos a la vista parece algo irreal. Viéndolo en foto es casi como si ese santuario estuviera sobre una bandeja, tiene un aspecto teatral y nos deja sin aliento. Fue construido en el año 1828 por orden del papa León XII, en estilo neoclásico. Debe su nombre al arquitecto romano Giuseppe Valadier. Construido en el mármol travertino, de forma octogonal y su cúpula de cobre, el interior cubierto de frescos.
Es tan particular el lugar que no daban ganas de irse. El Templo de Valadier sigue siendo un lugar de peregrinación, además de un atractivo turístico
Baje al estacionamiento y en la boletaría me aconsejaron comer a unos 6 km en el restaurante la Taverna di Frasassi, en el pueblo de San Vittore en la localidad de Genga, donde no podía falta una hermosa y antiquísima abadía del año 1060 que domina el pequeño pueblo . Comí súper bien. Aproveche para comer las famosas “olive allá ascolana” ya que son típicas de aquí, son aceitunas rellenas rebozadas y fritas, son deliciosas, tagliatelle con ragù de cinghiale y tartufo, tome una copa de Prosecco.
Después de almorzar fui a dos kilómetros donde se encuentra la gruta de Frasassi, a la que yo ya había visitado. Pero estando cerca se merecía otra visita porqué es fantástica y no se puede más que admirar lo grandiosa que es la naturaleza. Sus dimensiones son tan grandes que en la sala principal puede entrar entero el Duomo de Milán. El recorrido es de 1,5 km y vamos de asombro en asombro. Al salir a la superficie hay que respirar profundo, cerrar los ojos para guardar en la memoria tanta belleza.
Volví despacio admirando todo. Llegue tarde para ir a cenar, aún tenía provisiones.
Mañana yo a Ascoli Piceno