En Lerici es donde empieza el llamado «Golfo Dei Poeti». Golfo de los Poetas.
En el año 1822 después de que el poeta Shelly se ahogara en esa bahía fue bautizado así en honor a él y a otro de los poetas que amaron estas costas, Lord Byron. Pero en realidad ya en el año 1919 el poeta italiano Sam Benelli en su libro «La cena delle Beffe» hacia mención del golfo como el de los poetas. Ya antiguamente aquí vivió Dante Alighieri, tambien Filippo Tomasso Marinetti, Cesare Pavese, Gabriele D’Anunzio. El lugar tiene una atracción particular y parece ser fuente de inspiración para románticos y soñadores.
Esta parte de la Riviera Ligure se llama Versilia.
Llegué desde Camaiore, que queda a 52 km, en menos de media hora, por suerte sin perderme, pero tarde más de media hora en conseguir estacionamiento.
El casco antiguo es muy chico, no se puede entrar con el auto, así que me hice toda la «passegiata» por la costa que es preciosa, poblada de hermosos pinares y aguas de color azul profundo y transparente.
La magnífica bahía está custodiada por el «Castello Monumentale» de estilo pisano del siglo XIII. Se puede llegar hasta él por las escaleras o bien con el ascensor desde el muelle.
En el muelle, en uno de los bares con la compañía de un Campari me quedé a gozar del encanto de la pequeña bahía. Con el nombre muy bien puesto. Es imposible no enamorarse de lo que se tiene ante los ojos y muy comprensible que los poetas románticos lo amaran.
Digna de admiración esta señora que andaba por los escollos. Viendo estas escenas se comprende porque son tan longevos los italianos.
Como buen pueblo de pescadores y marineros, los pueblerinos honran y veneran a su santo patrono, San Erasmo, con solemnes festejos.
Andando por los «caruggi» , así llamadas las estrechas callecitas, todas en subida, se puede conocer el verdadero corazón de este rincón de la Liguria que tanto amaron los poetas nórdicos.
Me daba pena irme, pero me esperaban para cenar, y, ya saben, aquí una comida es una cita de honor.
Hasta siempre hermoso y romántico lugar.