De Villa San Giovanni en Calabria pusimos GPS para Martina Franca que queda a 396 km.
La zona del Valle de Itria se caracteriza por las plantaciones de olivo y vides, separados por muros blancos (al estilo de pircas) salpicados cada tanto por los trulli.
Demás está decir que nos equivocamos porque había arreglos mal indicados, pero llegamos a Martina Franca a la 13,15. Yo me merecía un descanso y era la hora del almuerzo.
La ciudad es muy limpia y ordenada, el casco antiguo muy cuidado y restaurado en su mayoría, creo ya haberles dicho que estos pueblos son todos parecidos, pero todos tienen algo diferente y particular, es como las iglesias, uno piensa que ya nada nuevo va a encontrar y siempre hay un altar diferente, una nave, un púlpito, para seguir asombrándonos.
Una de las plazas rodeada en parte por una galería con arcadas de forma circular, muy linda. Las arcadas, se me ocurre que para protegerse del sol que en verano es muy fuerte y en invierno que es bastante frío.
Martina Franca, fue habitada des el neolítico, como lo demuestran la cantidad de restos que se encontraron en las numerosas cavernas que hay en la zona. Pero se puede hablar de pobladores residentes en ella recién a partir del año 1000 a C. Desde la edad media a los tiempos modernos estuvo siempre bajo el dominio ya sea de algún duque o un señor feudal, que tenían a sus pobladores sojuzgados. Con la intervención francesa en el año 1806 se termina el feudo y Martina Franca es una ciudad es libre.
En el año 1861 se derriban las murallas y la ciudad crece de manera desordena y el estilo que predomina es el barroco.
Una de las puertas de ingreso al borgo antiguo es la imponente puerta de San Antonio que da a la triangular Piazza Roma donde se encuentra el Palazzo Ducale, construido en el año 1699 por el Duque de Caracciolo, donde había estado el Palazzo Orsini. No entramos a visitarlo.
Son varias las puertas, la de San Nicola, la Porta San Pietro, Porta Santa María.
Siguiendo por Vía Vittorio Emanuele que es la calle principal nos encontramos en la Piazza del Plesbicito con la Collegiata de San Martino, donde el barroco está en su esplendor. En el interior tiene hermosos altares de mármol y una estatua de la Madonna Pastorella, es una pastora rodeada de ovejitas. La particularidad es que parece una señorita de sociedad, la estatua es preciosa.
Llegamos a la Piazza della Inmacolata también llamada Dei Portici, debido a la galería circular formada por pórticos, donde hay negocios y restaurantes.
Nos quedamos a almorzar a la sombra de unas sombrillas, en el Restaurante Due Agnelli, dos platos típicos de la zona, yo orechiette e cime di rapa. La cosa asombrosa es, que de un pueblo al otro a menos de 50 km ya cocinan diferente, utilizan los productos locales y eso hace la diferencia. Tomamos Prosecco que es riquísimo y muy suave.
De la Piazza dei Portici siguiendo por Vía Garibaldi se desprenden las callecitas con recorridos algo tortuosos pero que los sorprenderá la arquitectura de efectos escenográficos y de bellos balcones barrocos de hierro fundido.
Yendo de Vía Mercadante hasta Vía B. Cenci podrán apreciar las distintas soluciones arquitectónicas de casas con diferentes tipos de techos.
Es delicioso pasear por las calles sumamente angostas, en muchos casos hay que atreverse y asomarse a un patio o a la entrada de una casa o jardín.
La otra iglesia antigua del siglo XIV es la de San Antonio Fuori Mura, que tiene un lindo claustro.
Mi recomendación es siempre la misma, hay mucho más de lo que yo les trasmito, según lo que les interese encontrarán información y sino disfruten de lo que vean, gusten o escuchen.
Este es un lugar que me gustaría volver y quedarme para recorrer los alrededores.