Situada en la más bella zona de la Toscana entre Val D’Orcia y Val di Chiana, el origen de Montepulciano se remonta a los etruscos y el impero romano. La ciudad fue disputada entre florentinos y sieneses desde el año 1200, debido a su ubicación estratégica. En el año 1232 después de la destrucción de sus muros quedo en mano de los sieneses, pero en el año 1390 paso a estar bajo el dominio florentino. Está rodeada de tres filas de altos muros típicamente medievales. Siendo la última muralla obra del famoso arquitecto Sangallo.
En el renacimiento es cuando hubo un desarrollo artístico y económico que la pobló de bellos edificios renacentistas de las poderosas familias nobles.
Entrando por la Porta al Prato se llega a la vía principal el Corso que la recorre de un extremo a otro, llena de negocios de productos locales, vino, fiambres y quesos, además de las artesanías en que son expertos en el trabajo del cobre y la orfebrería.
Pasamos por la plaza con La Colonna del Marzocco, una columna de mármol con un león y el escudo de Florencia.
La Piazza Grande, es el punto más alto de la ciudad. Esta plaza es el centro de todas las actividades festivas, en ella se encuentra el Duomo de Santa María Assunta del siglo XVI, se inició en el año 1586 y se restauró en el año 1880, aún hoy sin terminar. De aspecto adusto, el interior es muy sobrio. Lo que quedo original de la antigua iglesia es el campanario.
A un costado se encuentra el hermoso Palazzo Comunale, de estilo gótico renacentista, obra de Michelozzo, tiene un cierto aire al Palazzo Vechio de Florencia.
También hay un aljibe, diseño del famoso arquitecto Sangallo del año 1520, con dos leones y el escudo de la familia Medici, lo que indica la influencia de estos.
Junto a la Piazza Grande se encuentra el Museo Cívico, con importantes obras.
Otro palacio que embellece la plaza es el Palacio Nobili-Tarugi, revestido de mármol travertino.
Se pueden visitar las cantinas monumentales, y en la Enoteca del Consorzio del Vino Nobile, situada en la Piazza Grande asistir a una degustación, en un ambiente único del famoso Vino Nobile. Compuesto por un 70 % de San Giovese y el resto Cabernet, Merlot, Ciliegino y otros. El nombre de Nobile le viene porque era producido por los nobles.
Donde mejor que almorzar que en la Piazza Grande en el restaurante Ai Cuatro Venti, yo comí «ribollita» (una especie de minestrón típicamente toscano) y una copa de vino blanco di Montepulciano.
Seguimos nuestro paseo llegamos hasta la plaza de la Piazza delle Erbe.
Siguiendo la Vía Cavour, que luego es Vía Roma se llega a la Piazza Michelozzo, donde se encuentra la torre de Pulcinella con un bello reloj. Este personaje es típico de Nápoles, dice una leyenda que fue traído por un obispo de Nápoles. Otra hermosura es la iglesia de San Agustín con una magnífica escalinata es un buen exponente del renacimiento. El frente de esta iglesia refleja los tres períodos de las intervenciones en su arquitectura.
A esta altura decidimos ir hasta el Caffé Poliziano, es el más antiguo de la ciudad, desde el año 1992 y uno de la lista de locales históricos de Italia. Es para no perderlo ya sea por su pastelería y café o por la historia que lo rodea. Por aquí pasaron desde Pirandello, Malaparte y tantísimos otros y ahora nosotros y ustedes.
Poliziano fue un poeta nacido aquí (año 1454) amado por sus habitantes.
En la parte trasera tiene un pequeño balcón donde la vista sobre la campiña es soberbia, allí nos acomodamos con un café y una porción de panforte. La vida es «bella e la voglio vivere sempre piu», (la vida es bella y la quiero vivir siempre más. Letra de una canción popular) aunque engorde algo.
Caminamos bastante hasta el estacionamiento, si vienen en auto, recuerden bien por donde entraron y el número de parking donde lo dejaron, es muy fácil perderse.
Para esta ciudad traigan zapatos cómodos, porque es todo un continuo sube y baja, y la ciudad está desarrollada a lo largo, con tres calles podríamos decir paralelas y pequeños vericuetos que las cruzan.
Año 2019, estacione en el primer parking que encontré y quedaba legísimo del centro, exactamente en el extremo opuesto, camine de arriba y abajo como un burro, es lo que aquí se usaba antaño, jajaja, quede muerta.
Todo me pareció nuevo, quizá por el calor que hacía, esta es la cuarta visita y siempre me resulta corto el tiempo, no piensen que en dos o tres horas podrán ver todo. Si disponen de poco tiempo gocen del entorno, del ambiente que se respira, sobre todo si hay pocos turistas, coman que en la Toscana se come y bebe muy bien.
Busque el café Poliziano, que tiene unos pequeños balcones que miran a la campiña, pero esta vez tome aun agua tónica. Di una vuelta por los lugares que más que gustan como la Piazza Grande, el teatro y la Piazza Michelozo con iglesia de San Agustín.
El calor pudo más que mis ganas de pasear, de manera volví a Piensa.