De Izzalini a Orvieto hay 75 km. Cuando se dice que todos los caminos conducen a Roma, es cierto por lo menos en Italia. En esta oportunidad fuimos a Orvieto por un camino diferente al que yo había hecho. Este bordea el lago de Corvara.
La ciudad está sobre sobre un acantilado a 230 metros sobre el nivel del mar, que domina los valles y desde abajo hay una vista estupenda de la ciudad. Debajo de la roca de Orvieto hay una red de túneles y cuevas de más de 2500 años, restos de una antigua ciudad etrusca, muy fascinante.
Los primeros asentamientos ascienden a la edad de hierro, siglo VII a C. Su historia es riquísima y vasta. Fue un centro de gran importancia por su economía y política.
No recordaba que había escaleras mecánicas para acceder a la parte antigua. Son más de seis, larguísimas, menos mal. Antes de llegar al Duomo pasé por la Plaza de la República donde se encuentra la iglesia de San Andrés que tiene a un costado una bella torre románica de ladrillos rojos de doce lados (algo poco común) con almenas y ventanas bíforas. Esta es la iglesia más antigua de Orvieto, el techo del ábside está pintado de azul con estrellas, típicamente medieval. Debajo de la iglesia hay una cripta con los restos de la iglesia primitiva.
En la plaza había un bar con wifi me senté a tomar café y a conectarme, con la vista de la bella torre de ladrillos.
La moza del bar me dice, amooore, ¡cosa ti porto bellaa! (amor,que te traigo hermosa) usan cada dos palabras, amore, y bella di mamma, arrastrando amooore, bellaa. Hablan mucho más lento que nosotros. Me resulta muy simpático.
El Duomo que seguramente muchos conocen es una de las catedrales más bellas de Italia. Aparece de repente ante nosotros con todo su esplendor. En ella dejaron su impronta muchos de los más conocidos arquitectos, escultores y pintores de la época como Luca Signorelli.
Los vitreaux del ábside y el rosetón son originales del año 1300. Creo que es un milagro que estén enteros.
Su arquitectura del siglo XIV es románico-gótica, siendo su fachada una de las más hermosas y coloridas de Italia.
Para gozar de tan bella vista almorcé en uno de los bares en un costado de la catedral, en la Enoteca al Duomo, tomé una copa de vino tinto Sangiovese y un plato de pasta con alcauciles. Lindo el lugar y buena la comida.
Desandando Corso Cavour poblada de negocios de quesos, fiambres y bares, en el 122, me encontré con el pequeño y precioso teatro Mancinelli, con una elegante fachada neoclásica. El hall esta ricamente decorado.
El Café del Teatro una pequeña joyita con el techo íntegramente cubierto de frescos.
Algo que no había visto en mis viajes anteriores es el pozo de San Patrizio, una construcción realmente impresionante. Obra de Sangallo. Realizada por pedido del papa Clemente VII para proveer de agua a la ciudad en los años 1527-1537. Es un cilindro de 13 metros de diámetro excavado en la piedra » tufo» (es una piedra blanda), de 63 metros de profundidad, y un sistema de escaleras en espiral de 248 grandes escalones, una para bajar y la otra para subir que no se encuentran. Los burros bajaban por una y subía por otra, trayendo el agua. La iluminación entra por 72 enormes ventanas.
Mientras esperaba para el ticket la empleada le decía a una mujer que, bajando, cada vez se hacía más oscuro, y si tenía claustrofobia mejor no bajara. La mujer se fue. Entonces le pregunte si podía prender la luz del celular, me dijo que sí. ¿Y si me quiero volver puedo volver por el mismo lado? Claro que sí me contestó. Bajé sin ningún problema, en ningún momento necesité la luz del celular porque la luz natural es suficiente. Una exagerada.
Qué maravilla ese arquitecto, como calculó todo con precisión, sin computadoras. Si vienen no dejen de visitarlo.
Les recomiendo un restaurante al que fui en mi viaje anterior, «L’Antica Rupe», en Vicolo S. Antonio 2/4. Me costó encontrarlo, pero valió la pena. Un ambiente cálido, decoración ecléctica con una hermosa iluminación. La comida excelente.
Para recorrer Orvieto como todas estas ciudades antiguas hay que dejarse llevar por la curiosidad y en más de una oportunidad seguir el sonido de algún instrumento, algún perfume o las voces de vendedores de los mercados. Así descubrirán lugares encantadores.
Volví a las escaleras móviles pasando por una norcineria (fiambrería local) donde compré algo de ricota, fiambre y cerezas. Sería mi cena, junto con un rico Campari.