Estando en Massa Marittima fui a Vetulonia que queda a unos 30 km. Fue una antigua ciudad etrusca de los años 650-600 a C., en sus escritos Plinio el Viejo y Ptolomeo hablan de Vetulonia.
Vetulonia tuvo mucha importancia económica y política, además fue famosa por sus orfebres. Era una zona rica de minas metalíferas sobre las Colline Metallifere, que llegaban hasta el cercano lago de Accesa.
Hasta el año 1887 se la conocía como Colonna di Buriano, recién en el siglo XIX fue llamada Vetulonia.
Se la disputaron entre monjes y familias nobles y posteriormente fue comprada por el municipio de Massa Marítima en el año 1323, luego paso a pertenecer a la República de Siena.
Enclavada en medio de un hermoso paisaje de colinas cultivadas con viñedos que forman bellos dibujos en las laderas.
Dos kilómetros antes de llegar a Vetulonia hay un sitio arqueológico llamado Poggiarello Renzetti, era un barrio de la ciudad antigua con una gran vía central cubierta de grandes piedras llamada Decumana, a cuyos lados había varios ambientes que fueron almacenes o viviendas privadas, y dos calles transversales una Vía Ríspida y Vía Dei Ciclopi, sobre las cuales se identificaron algunas habitaciones una la “Domus di Medea», una de las mayores casas nobles del barrio helenístico, la «Domus con la cisterna», y la «Domus Dei Dolía».
Se llega al pueblo por una calle central Vía Giuseppe Garibaldi donde se encuentra el Museo Arqueológico.
El pueblo es minúsculo, viven 200 personas, una calle central y los clásicos vericuetos medievales y la Torre o Rocca como suelen llamarla.
El museo arqueológico etrusco muy interesante e instructivo. ¡Creía que sabía algo, era solo algo! Es sorprendente el desarrollo que tenían en el arte de trabajar el oro y los metales. De hecho, en esta zona de Etruria eran hábiles y famosos orfebres.
La cultura etrusca tuvo su esplendor en los años 700-600 a C. Es muy grande la zona donde se encuentran restos de tumbas etruscas o necrópolis que nos dan idea de cómo vivían y eran, sobre todo el culto que tenían hacía los muertos.
Saliendo del museo siguiendo por la Vía Giuseppe Garibaldi, que sube, (de que otra manera podía ser), se llega a Piazza Stefani, de la que salen siempre hacia arriba, dos callecitas una de ellas Vía Vittorio Emanuele y Via della Madonna que llegan hasta la Muralla dell’Arce, es una muralla ciclópea, de los años 600 a C., de la que solo quedan 30 metros. Las piedras que la forman son enormes, me pregunto como hicieron para moverlas y traerlas hasta allí.
Sobre esos restos ciclópeos se construyó una parte de la muralla de la que queda una torre perteneciente al Castello Colonna de los años 700 DC (ya estoy mareada con los siglos y los años, a esta altura 100 más o menos da igual salvo que den un examen).
Allí se encuentra el Oratorio de Santa María delle Grazie, una iglesia de fachada simple del siglo XV.
Volviendo hacia la Vía Garibaldi en la Vía San Guglielmo 18, encontramos la iglesia parroquial de estilo románico de los Santos Simone e Giuda, en el año 1334 se la nombró parroquia y en el año 1400 se construyó el campanario con un reloj.
No hay mucho para elegir y más aún fuera de temporada, así que tome un café y una factura en La Vecchia Cantina, quiosco, hostería y agencia de apuestas, con WiFi.
Al llegar a lugares tan pequeños donde la historia que los precede es enorme y fascinante, me sorprenden y maravillan gratamente.
Me encanta el acento toscano, diferente al romano y más aún al napolitano o siciliano.
Volví a Massa Marítima bastante tarde.