De entrada, compartimos algunos platos típicos, “frittatina di bruscandoli “es una tortilla de espárragos silvestres que crecen en los cercos, “polenta cuncia con camarones salteados”, luego un bis de fettuccine al tartufo y spaghetti a la siciliana, y risotto con puntas de espárragos y camarones, el postre delicioso, un budín tibio de manzana con helado. ¡¡¡Qué bien comen!!!
A la mañana siguiente amaneció feo, salí para desayunar y lo difícil es decidir donde, todos los bares son lindos y todos tienen cosas ricas. Tome un cappuccino y una medialuna gigante en el Caffé alle Poste, en Piazza Poste, en Contrá Garibaldi.
Seguía lloviendo, había una feria, compré un racimo de tomates “cigliegini” parecidos a los cherry nuestros, y en un puesto de pescado que lo cocían en el momento, compré un frito misto, camarones, diminutos calamares, albondiguitas de papas y pescado. Me los llevé al departamento aproveché el vino Notte Rossa, y almorcé muy bien.
A las 15 ya estaba en la calle, fui hasta la Piazza Catello, donde hay una de las puertas de entrada, y un imponente Torreón Scaligero del Siglo XIV y los muros de defensa de origen medieval.
El recorrido por Corso Palladio, es como volver atrás en el tiempo.
Volví a la Piazza Dei Signori, para admirar la gran obra de Palladio, la Basílica Palladiana, construida entre los años 1546-1549, con su techo de cobre y la doble hilera de logias y de columnas con capiteles corintios. En el primer piso se halla la magnífica sala del Concilio. De 52 metros de largo por 25 de alto. Como dijo Goethe fascinado “no es posible describir la impresión que causa la Basílica de Palladio”. En un extremo de la Basílica se encuentra la torre Bissara, construida en la mitad del Siglo XV, de 82 metros de alto.
Su estilo se difundió por todo el mundo, la Casa Blanca de Washington, la Queen’s House británica, la Universidad de Virginia, varios palacios de San Petersburgo y Puskin en Rusia.
Desde Piazza delle Erbe a la Piazza Dei Signori en un pasaje debajo de la Basílica hay un bar muy trendy, Bar Borsa, tome un aperitivo tipo 18 horas porque a las 20,30 íbamos a cenar con mis amigos Paola y Albert.
A veces me abruma estar rodeada de tanta grandiosidad y exquisita belleza, y tengo que respirar profundamente (se conoce como síndrome de Sthendhal o de Florencia).
Cenamos en el Restaurante Righetti, en Piazza Duomo 3, un edificio del año 1600.
A la mañana siguiente desayune rápido para estar temprano en la Basílica Palladiana, o Palazzo della Ragione, para ver la muestra de Van Gogh. Fue la oportunidad para apreciar el interior de ese enorme edificio con un techo de madera espectacular y una terraza panorámica, con vista a la plaza y parte de las callecitas.
Al final de la Piazza dei Signori, yendo hacia el Teatro Olímpico doble a la derecha hasta la calle que lleva a un puente.
Al entrar a ese lugar único en su tipo, fue como regresar en el tiempo de la antigua Roma en un circo.
El cielo está pintado de color celeste como fue la idea de Palladio.
Frente al Teatro Olímpico se encuentra otra obra de Palladio, el Palazzo Chiericati, diseñado a pedido de la familia, proyectado en el año 1550. Hoy es la Pinacoteca Cívica.
A unos pocos metros detrás del teatro asomado a un puente hay un edificio donde se encuentra la torre del observatorio.
Les aseguro qué hay que tomarse algo, un aperitivo, un café o comer una pizza, que se yo, porque hay que digerir tantas cosas, bellas, grandiosas, imposibles de creer si uno no las ve. Así que mientras la esperaba a Paola me compré una porción de pizza de papas (¿rara no?), agua mineral y me senté a admirar y disfrutar de la belleza arquitectónica y de la culinaria, frente al Palazzo Chiericati.
La Basilica Palladina se destaca en el medio de la ciudad con su magnifico techo de cobre verdoso.
La primera iglesia fue construida en el año 1428, está a un costado del santuario es de estilo gótico tardío. En el frente tiene un delicado trabajo en ladrillos rojos y piedras blancas. Parece una cajita de música por lo delicada y bella.
El santuario se construyó debido a dos apariciones de la Virgen en tiempo de la peste. Tiene un pequeño claustro.
Separado del Santuario hay un larguísimo pasaje de 150 arcos formando pórticos, separados en grupos de 10 como las cuentas del rosario, que unen el santuario y la ciudad.
Tal vez los monjes se paseaban por él en días de lluvia meditando. Es muy hermoso.
Yo me quedé en el centro y fui a tomar un café al Gran Café, en Corso Palladio 93. Muy chiquito, que conserva la decoración de principios del año 1900, agradable y con wifi, cosa no muy común.
Esta ciudad tiene reminiscencias venecianas, ya que estuvo bajo su dominio por un buen tiempo. Los palacios preciosos, casi todos con sus patios internos que parecen pequeños claustros.
Después del café fui hasta Corso Palladio y Contrá San Gaetano, para ver el Palazzo Thiene, del año 1542, en este palacio Palladio tuvo una intervención en la reestructuración a pedido de su dueño Adriano Thiene.
Fui a la plaza, y entre a la iglesia de San Vicenzo Mártire, es muy pequeña de estilo barroco. Lo lindo fue, que había una pareja que estaban ensayando tocando con la guitarra obras de Mendelson. Me quede a escuchar un buen rato. No había nadie.
Es una iglesia construida por los monjes franciscanos en el siglo XIII, de estilo románico gótico. Su interior es muy bello y bastante sobrio. La adornan enormes y hermosas columnas con franjas grises y blancas, y muy lindos capiteles. El piso de damero blanco y el mármol rojo típico de la zona. También tiene el infaltable claustro.
Mi cansancio se vio largamente compensado porque es de verdad una obra muy hermosa.
Volví al departamento para cambiarme porque me querían despedir con una cena, en otro restaurante de comida típicamente vicentina.