Desde Citta di Castello llegué al Resort Castello Izzalini después de perderme, preguntar y llamar por teléfono. Las indicaciones que me habían dado eran pésimas. Tuve que esperar para hacer el chek in porque las empleadas estaban almorzando. Me dijeron que esperara en el bar. Ya ven en Italia la comida es sagrada, de manera que hice lo mismo, ¡fui al bar!
Me Después del tentepie me instalé en el departamento, que era precioso, en todo sentido, con la magia del lugar y la decoración muy cuidada en todos los detalles, diría que hasta lujosa. Todo de buenísima calidad.
Aquí Aqui me quedaría una semana, de manera que aproveche la tarde para ir al supermercado del pueblo más cercano, Collelungo a 3 km pero siempre para arriba, y hacerme de provisiones.
Esta noche cenaré, jamón di Parma, queso, ricota, tomates, cerezas y Campari.
Izzalini está a 12 Km de Todi. Su población es de 51 habitantes
El pequeño borgo consta del Castello Izzalini y de algunas viviendas a su alrededor, dentro de lo que fue su muralla, que eran para servir al castillo.
Tropas del tirano Ezzelino III da Romano (años 1194-1259) se apoderaron de la villa que se llamaba Sant’Angelo de Plebe, que estaba bajo la dominación de los güelfos. La fortificaron y la convirtieron en un castillo bien provisto y protegido al que llamaron Izzalini. Tuvo su esplendor en el año 1458, con la construcción de una fortaleza llamada Torre Baldo.
Ezzelino III da Romano, fue político y condottiere ghibellino (mercenario al servicio de un estado). Es muy interesante pero terrible la historia de la vida de este personaje despiadado, cruel, capaz de las más terribles torturas. Sembró el terror donde conquistaba. Algunos cronistas de su época decían que era más temido que el diablo.
Dante en la Divina Comedia lo colocó en el Infierno sumergido en un río de sangre.
Dejando de lado esta historia, el lugar me encantó, (tanto que vine en dos oportunidades), queda inmerso en las dulces colinas de Umbria, entre viñedos y olivares.
Solo encontrarán el Bar Kairos, la iglesia, un horno de pan y el Resort Castello Izzalini, que, si bien su decoración no es medieval, todo el lugar tiene es magia y misterio de vivir en un castillo del medioevo.
Le dije adiós al Castello Izzalini, a Simona y a Sara (que me hicieron sentir una princesa) y que resultó el lugar ideal para recorrer todos los alrededores de esta región y me dirigí a Castiglione sul Lago Trasimeno.