Llegamos a Sirmione desde Venezia que queda a 153 km. A esta ciudad se la llama «La Perla del Garda».
El casco antiguo es muy chico y muy hermoso, se ingresa a él cruzando un puente levadizo del Castillo o Rocca Scaligera. Este castillo medieval está rodeado de agua. Fue el Condottiero Mastino I della Scala quien lo mandó construir en el siglo XIII (1277-1278), para defensa del lugar.
Tuvo su época de esplendor durante el año 1300. En el año 1405 pasó bajo el control de la República de Venezia, que fue cuando se le agregó las murallas defensivas y las dársenas.
Muy interesante una vista al mismo, donde se puede hacer un recorrido en las pasarelas de ronda, desde donde se tiene una linda vista.
Este castillo también tiene su leyenda, es de una bella joven llanada Arice y su enamorado Ebengardo, cuando una noche de tormenta dieron hospedaje a un caballero de nombre Elaberto, que impresionado por la belleza de Arice la siguió hasta su habitación. Arice asustada comenzó a gritar y el caballero la apuñaló. Llego Ebengardo al escuchar los gritos y al ver a su amada muerta, tomó el puñal y asesinó al caballero. La leyenda dice que en las noches de tormenta se puede ver el espíritu de Ebengardo vagando por el castillo buscando a su amada
Ni bien cruzamos el puente levadizo, a la izquierda se encuentra la iglesia de Sant’Anna, que fuera la capilla del castillo. Hay otra iglesia antigua en el centro del pueblo, de estilo románico, Santa María della Neve.
Sirmione, es una península de tan solo 4 km de largo y en su parte más angosta mide 100 metros de ancho, a la que se llega por una estrecha franja de tierra. Tiene playas muy concurridas, algunas con nombre romántico como «Lido delle Bionde» (Playa de las Rubias) y también aguas termales muy ricas en azufre.
Los romanos que eran expertos en cuanto a descubrir lugares para socializar y para el bienestar ya habían construidos termas de las cuales quedan los restos monumentales. En esta foto, (que la tome de Internet), se puede apreciar la magnitud de los restos de las termas, las playas y la península.
Nos alojamos en el hotel Serenella, muy lindo y muy particular los cuartos decorados inspirados en el nombre de un compositor famoso, a mí me toco Maurice Ravel, todo rojo y dorado.
Acabo de pasear por Sirmione, ¿saben dónde queda?, en el Lago di Garda que es el lago más grande de Italia, y los Alpes son su marco.
Me senté en el balcón desde donde veo la torre de la iglesia y la del Castello y también un pedazo del lago, que es de color verde esmeralda lechoso. Aquí todo es paz y serenidad, cada tanto se escucha alguien que canta una «bella canzone « (una hermosa canción).
Calle en Sirmione
Castello di Sirmione – Entrada
Un poeta romano nacido en el 84 a C. llamado Catullo tenía su villa y en distintos lugares se pueden leer las poesías que le dedicó a este lugar, «villa amada nunca otra más bella ha sido bañada por las olas, yo me alegro de volver porque así mi cuerpo encuentra la paz…» lo que recuerdo.
En un extremo de la isla se encuentran las Grutas de Catullo.
El día era estupendo y por supuesto paseamos, comimos, tomamos algún traguito, paseamos, un cafecito y así vía…, a la noche se largó a llover.
Este es un lugar delicioso en todo sentido, es para gozar de la belleza de la naturaleza y lo que el hombre ha agregado.
Nos quedamos dos noches para recorrer los alrededores y disfrutar de la pequeña ciudad sobre todo de noche cuando los turistas se van y a la mañana cuando todavía no llegaron.
Lo ideal para disfrutarlo es fuera de la temporada de verano, porque es imposible moverse. El auto hay que dejarlo fuera de la península.