Esta es la segunda vez que vengo a Trieste. En esta oportunidad, llegábamos desde Eslovenia, de visitar las grutas de Postojna, que quedan a 47 km.
Trieste es una ciudad muy antigua rodeada de murallas mandadas construir por el emperador Octavio en el año 33 a C. La ciudad tuvo un gran desarrollo entre el primer y segundo siglo.
Nos hospedamos en el mismo Hotel Exelsior Savoia, de estilo comienzos del año 1900, bien vale la pena entrar y tomarse algo en el Savoy Lounge by Eataly, es uno de los bares más elegantes con muebles de diseño.
Esta ciudad está bañada por el mar Adriático. Teníamos vista a la bahía que tiene una costa muy hermosa. Los cuartos enormes y preciosos, con un balcón grande. Era para quedarse una semanita, aunque solo nos quedamos tres noches.
Son 204.234 sus habitantes, su clima es suave y mayormente soleado, suele soplar cada tanto un viento famoso el «bora» que llega a soplar más de 100 km por hora.
La ciudad es para sorprenderse. Fue francesa, austríaca, italiana, lo que la hace totalmente diferente al resto de las ciudades italianas dándole un aspecto de centro europea. Es bella y señorial, conserva los vestigios de haber sido sede de duques y archiduques que hicieron de ella su hogar, también de escritores como J.Joyce y algún que otro músico.
Durante el Imperio austro húngaro el puerto de Trieste fue de gran importancia para el comercio marítimo, en especial para el recién iniciado negocio del café y del cristal de Bohemia, lo que hizo florecer la ciudad. Trieste fue parte de Italia después de la 1ª Guerra Mundial.
El archiduque del imperio austro húngaro, Maximiliano de Augsburgo, se hizo construir en el siglo XIX el palacio de Miramare, sobre un pequeño peñón con un panorama a las dos bahías. Allí vivió solo dos años con su esposa Carlota. Fue enviado a México como rey. Estuvo solo tres años, pues los indios lo mataron.
Es curioso como en Trieste tienen un gran afecto por Sisi, la emperatriz, que solía visitar a su prima Carlota, y por la música de Mozart. La ciudad tiene un carácter imperial y monárquico.
Algunos triestinos que conocimos hubieran preferido haber pertenecido a Austria, por el orden y la estabilidad, pero avanzando en la charla están orgullosos de Verdi, de la vivacidad y creatividad italiana. Al hacérselo notar se sienten en aprietos.
La plaza de la Unidad de Italia es magnífica, deslumbrante, está considerada como la más grande de Italia, está frente al mar. La rodean palacios imponentes: el Palazzo Comunale, Palazzo Mondello, Casa Statti con el antiguo Café de los Espejos, el Palacio de Gobierno, Palacio Pitteri y el Palacio del LLoyd Triestino. Tiene una fuente del año 1751, que representa a los cuatro continentes ya que Australia todavía no había sido descubierta. También hay bares y restaurantes muy elegantes que están a tono con el lugar. Se impone sentarse en alguno de los bares para disfrutar del atardecer con vista al Adriático. Fue suerte que hubiera un festejo con una música soberbia.
Aquí cerca en la Vía Diaz, se encuentra el Museo Revoltella, es un bello palacio y a los amantes del arte moderno les encantará.
Después de visitar el museo era el momento de reponer fuerzas. Almorzamos en una fonda, Re di Coppe, en Vía Giulia 24, (que le habían recomendado a mi hija Carolina). La gente del hotel nos dijo que no era recomendable ir, quizás no cuadraba con el hotel donde estábamos. Quisimos constatar, así que fuimos igual y comimos muy pero muy bien y a mitad precio de lo que veníamos pagando. Obviamente típico bodegón de barrio, gente local y atendido por su dueño.
Si toman el tranvía que va hasta Opicina tendrán una vista soberbia sobre la bahía y la ciudad. Es una población de mayoría eslovena y notaran que los nombres de las calles y otras indicaciones están en italiano y esloveno.
En el Siglo XIX, debido a unas excavaciones, en Vía Giuseppe Mazzini, se hallaron los restos de un teatro romano del Siglo I. Construido aprovechando la inclinación natural de la montaña para apoyar el anfiteatro y las filas de asientos que cubren el ancho del anfiteatro, cuya capacidad era de seis mil espectadores. Los restos están muy bien conservados.
Hace trescientos años llegó a Trieste el primer cargamento de café. En el año 1719 se abrieron los primeros locales para vender y degustar la «exótica bebida negra» como la llamaron. A partir de allí, Trieste tiene una larga e importante historia en la tradición italiana del café en el mundo.
El olor inconfundible de la ciudad es el del buen cafe. Los triestinos tienen una pasión por esta infusión, y es casi una liturgia acudir a saborearlo a las cafeterías históricas de Trieste. Empecé el recorrido más que placentero por los bellos cafés históricos y literarios.
Como me quedaba cerca del hotel fui a la plaza de La Unidad de Italia al Café de los Espejos, es muy elegante y con reminiscencias vienesas. Espejos, mármoles y terciopelo rojo. El café es bueno en todos los bares.
El Caffé Tommaseo, en Piazza Nicolo Tomasseo 4, abierto en el año 1830 es el más antiguo y se lo llamo así en honor al escritor dálmata.
El Antico Caffé San Marcos, Vía Cesare Battisti 18, es el café literario más antiguo de Trieste, inaugurado en el año 1914, en donde se reunían los escritores, Saba, Svevo entre otros. La decoración es estilo Secesión Vienesa. Hermoso todo el lugar, los muebles y la librería. El café delicioso, merece más que una visita.
Caffé Stella Polare, en Vía Dante Alighieri 14, abierto en el año 1867.
Antico Caffé Torinese, en Corso Italia 2, abierto en el año 1919, con muebles de diseño del ebanista Debelli.
En esta ciudad eligieron vivir Jaime Joice, Sthendal, Saba y otros literatos y músicos famosos.
Francesco Illy, de origen húngaro fundador de la marca de Café Illy, que todos conocemos, fue enviado a Trieste durante la primera guerra mundial como oficial del ejército. Quedándose a vivir allí después de la guerra.
A Franceso Illy siempre le interesó el café. En el año 1935, inventó la primera máquina que usaba aire comprimido, la llamó Illetta.
En la actualidad Illy es una compañía internacional muy grande y se vende en más de 130 países. Han invertido en investigaciones y crearon La Universitá del caffé Illy. Que ofrece entrenamiento gratuito y capacitación para los productores de Brasil.
Después de tanto café, nos merecíamos algo más sustancioso, y de ser posible con linda vista, de manera que fuimos al Restaurante Rossini, Vía Giacchino Rossini 8, sobre el canal. La comida deliciosa y muy bien presentada. Pedimos un plato de camarones asados y un antipasto mixto de mariscos, luego spaghetti con frutti di mare. Compartimos todo porque eran muy abundantes. Tomamos agua porque había que seguir, jaja.
Ya repuestas nuestras fuerzas y nuestro paladar satisfecho, nos dirigimos a la sinagoga, que es la más grande de Europa. La comunidad judía era muy importante y poderosa económicamente y contribuyó a la grandeza de la ciudad. A Trieste la llamaron «Trieste puerta de Sion», debido a las más de 150 mil personas que emigraron hacia Israel.
Desde hace unos 50 años, el segundo domingo de octubre, en la bahía de Trieste, se lleva a cabo una regata impresionante, en la que participan más de dos mil veleros, el récord fue en el año 2018 donde participaron 2.688 embarcaciones y 28.000 tripulantes. La bahía se tiñe de blanco con la regata Barcolana.
Las imágenes más icónicas del mundo de la vela por su única línea de salida ente el castillo de Miramar y el faro de la Victoria, con una longitud de unos cinco kilómetros. Los comentarios son que es una regata caótica pero extremadamente emocionante.
La foto es de Infobae
Trieste es la sede del Centro Internacional de Física Teórica.
Y algo no menos importante es que aquí nacieron las bandas power y heavy metal Rhapsody of Fire y Steel Crown.
Al atardecer el crucero Costa Clásica, que estaba anclado enfrente del hotel y su proa parecía estar dentro del balcón, zarpó.
Tocó la sirena tres veces con un sonido corto, y luego cuando estaba saliendo del puerto, otros tres largos y profundos. El sonido parecía salirle de lo más profundo del ser, si es que me puedo permitir una licencia poética.
Quizá a los que somos inmigrantes y vinimos en esos hermosos barcos nos trae recuerdos de nuestra tierra que siempre añoramos.
Al segundo saludo lo consideré especial para mí, ya que es la primera vez que escucho que suenan la sirena dos veces. Quizá sea for export, ¡pero a mí me gustó!
Se me ocurrió algo loco, es que los aviones deberían saludar cada vez que decolan, jaja.
Siempre el tiempo es poco para lo mucho que ver y disfrutar, de aquí iremos a Venezia y luego Ravenna