A Ostuni llegamos en auto desde Martina Franca que queda a 24 km. Queda a 42 km de Brindisi, y a 85 km de Bari. Se puede llegar en tren desde estas dos ciudades.
La vista que se tiene de Ostuni cuando nos acercamos es casi una visión, como un espejismo. Se la ve en lo alto de una de las tres colinas que la rodean, y sus pies llegando hasta el mar Adriático, tan blanca que casi se confunde con el cielo.
A Ostuni, llegamos a media mañana con mucho calor y habíamos dejado el auto en un estacionamiento lejos. Aun así no nos privamos de nuestro cafecito, que como ya saben mi tour siempre empieza con algo sabroso.
Es una ciudad antiquísima como lo testimonian las innumerables grutas y criptas rupestres.
Como sucedió en todos los otros lugares de la región aquí también fueron dominados por los romanos, los longobardos, bizantinos, normandos, los españoles angevinos y los aragoneses, es decir, no falto nadie a la cita de tan bello enclave.
El origen de su nombre deriva del griego “Astu neón” que quiere decir ciudad nueva.
El centro de la vida de la ciudad es la triangular Piazza della Liberta, donde tomamos nuestro tentempié. Hay un hermoso edificio que fuera un convento franciscano del Siglo XIX, de estilo neoclásico, en el interior hay una hermosa pintura del Bramante. Hoy es la sede de la municipalidad.
Adyacente al palacio municipal se encuentra la iglesia de San Frencesco d’Assisi, construida en el Siglo XIV, pero reconstruida después del terremoto del año 1743.
En uno de los extremos de la plaza se halla el capitel de Sant ’Oronzo, construido en el siglo XVIII, en su honor, que según la tradición libero al pueblo de la hambruna. Mide treinta metros y en la cima tiene la estatua del santo. Creo que ya les comenté que he conocido santos nunca antes escuchado sus nombres.
Subiendo por la Vía Cattedrale entramos a la ciudad vieja, también llamada por sus habitantes “la terra”.
El encanto de esta ciudad también llamada Ciudad Blanca italiana, o la Reina de los Olivos, son el laberinto de callecitas, vericuetos y escalinatas con sus cándidas casas blancas y los balcones que se tocan entre sí, ya que en algunas de esas calles solo se puede pasar de a una persona.
Entre escaleras que trepan y bajan la Catedral se muestra majestuosa con todo su encanto.
La misma está dedicada a Santa María Assunta y se construyó entre los años 1469-1495, en un estilo gótico tardío, con los característicos arcos medievales. En el portal tiene un bajo relieve de la Virgen y el Niño. Y el espléndido rosetón de considerable tamaño, es magnífico.
En la plaza anterior se encuentra el Palazzo Vescovile construido en el año 1790, y el Palazzo Seminario, se comunicaban entre si por un arco, que en su origen era de madera, y luego en el año 1750 se hizo en piedra en estilo barroco. Lleva el nombre del obispo que lo encargo, Francesco Antonio Scoppa.
El casco antiguo está rodeado de muros angevinos y luego fortificado durante el dominio aragonés con 13 torres, la muralla incluye los restos del Castello edificado en el año 1198.
Las dos puertas que quedaron son la Porta Nova y la Porta San Demetrio, esta última en la Vía Trinchera, es del año 1000. Pregunten como llegar y vayan a verla.
Pero dando vueltas se encontrarán con otras puertas preciosas que parecen un hermoso cuadro. Hasta dudarán si es una puerta o el paisaje, como esta, que ha sido fotografiada muchísimo.
Les encantara esta ciudad que parece una caja de bombones, eso sí, lleven calzado cómodo. Son muchas subidas y bajadas, pero pueden parar, tomar un helado, un café o simplemente descansar.
Disfruten de tanta bella blancura, buen viaje, por la Puglia.