LAGO ORTA SAN GIULIO – Piemonte

Saliendo de Domodossola, el lago Orta era nuestro primero objetivo, a 49 km.
Parte de la ruta es un túnel de 3400 metros (la Av. Cabildo tiene 4500 metros).
El auto hay que dejarlo en la entrada del pueblo, y de no ser por la lluvia el paseo es de verdad delicioso.

El lago mide 13 km de largo por 1,5 km de ancho.  Sobre la orilla se encuentra Orta San Giulio, uno de los pueblos medievales más lindos de Italia. Muy cuidado y sobre todo limpio. Sus callejuelas son estrechas y la mayoría son escaleras que bajan al lago. En ellas hay negocios, bares, restaurantes y antiguos palacios, pórticos y jardines. La tradición del arte del hierro forjado florentino influyó en el trabajo de los balcones y de sus puertas, así como en los enormes canceles. El centro es peatonal y la calle principal corre paralela al lago.

Aquí también hay una islita llamada San Giulio, que mide 275 metros por 140 metros. Es un promontorio pintoresco cubierto por coloridas casas medievales. En la cima hay una basílica construida a fines del siglo XVI.  Debe el nombre al santo que en el siglo IV, dicen, erradicó las serpientes que había en la isla. De no haber llovido la habríamos visitado. Me conforme con verla a la distancia.

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Almorzamos teniendo la isla frente a nosotros. Fue en el restaurante Leon d’Oro, Piazza Motta 42, bastante elegante. Pedimos un plato de arroz con camarones y puntas de espárragos, que estaba delicioso. El vino cabernet local.

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Para volver tomamos la calle de la costa, con hermosas residencias y exuberantes jardines, estrechas callejuelas de escalones que suben hasta la ruta, glorietas para sentarse con enredaderas perfumadas. Lástima que seguía lloviendo.

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Habíamos dejado el auto en el estacionamiento del hotel Villa Crespi. Esta familia lo mandó construir en el siglo XIX en estilo morisco. Ya con la imagen exterior quedamos asombrados, podríamos pensar que llegamos a Oriente. Entré para verlo, y de verdad parece que estuviéramos en La Alhambra, son de increíble belleza todos sus ambientes, están recreados de manera magnifica, techos de estilo mudéjar, alfombras, arañas, espejos, cortinados, todo nos sumerge en las mil y una noches. A toda esta magnificencia se le añade el restaurante de Antonio Cannavacciuolo, uno de los más renombrados chef de Italia. Forma parte de la cadena de Chateaux Relais.

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Empapadas, subimos al auto y emprendimos el regreso a Gravedona.