BAGNOLO SAN VITO – Lombardía

Desde Bassano del Grappa iba a Bagnolo San Vito a 136 km (1,30 hora de viaje, que gran cosa el GPS). Esta será mi primera experiencia en un agriturismo.
El B&B estaba en el medio del campo cerca del río Po. Lo elegí porque me gustó el nombre y no me defraudó. Se llama L’Albero del Latte, Via Po Barna 64. Es una casa de campo italiana, con grandes graneros, establos para vacas y ovejas, un huerto donde cultivan lo que deben ofrecer en su establecimiento, un lindo jardín y piscina.
Los cuartos preciosos, con detalles de estilo. El restaurante comida local casera, muy bueno.
Me trajo recuerdos de mi niñez, de los veraneos cerca de Roma en Velletri o Frosinone. Se comía en largas mesas en los graneros rodeados de bolsas de cereales y legumbres, las gallinas picoteando lo que se caía y los chicos correteando por todos lados. Me acuerdo del perfume de las retamas y el olor del campo.
Suelo dejarme emocionar por el nombre del alojamiento, este me pareció raro, sugestivo por eso me decidi. Fue una buena elección.
Me recibió la dueña con un rico café.

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Era temprano, decí ir a Mantua que queda a tan solo 13 km.
Había quedado en cenar en el B&B y no quería perderme las delicias de la cocina local.
Para volver tardé menos, y llegué justo para sentarme a la mesa que habían preparado en el comedor. Cerca de la mía había una mesa con una pareja y otra con cuatro personas. Clima familiar y divertido, la cocinera y la dueña venían a ver si estaba todo bien y si queríamos más. Los de la mesa de al lado me preguntaron de dónde era y me invitaron a sentarme con ellos, fueron muy amables y simpáticos, ella Paola Ometto y él Alberto.
El menú era una entrada de fiambres y quesos locales con verduras grilladas y distintas mostazas y chutney, luego un risotto con funghi porcini, delicioso el perfume y el sabor!, y un brasato (carne a la cacerola) con papas y romero. Me convidaron con un plato de bigoli, cacio e pepe. De postre tiramisú, café y no podía faltar un licor. Todo delicioso.

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El lugar es tranquilo y silencioso, dormí hasta tarde.
Me vino muy bien quedarme en este lugar lejos del ruido y descansar ya que este viaje fue intenso en todo sentido. Me quedé dos días más.

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Hubo un almuerzo con festejos del día de la madre, dos mesas grandes con más de doce personas. Yo la compartí con la pareja de Paola y Alberto. La comida: fiambres, quesos, aceitunas, dulces, focaccia y por supuesto Prosecco. Tortelli de zapallo y nueces con manteca y salvia, cordero a la parrilla con ensaladas varias. Yo tome vino tinto. De postre sabayón y bigne de sabayón, café.

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Se imaginarán que el almuerzo se estiró con cantos y más prosecco y ya la charla fue comunitaria y siguió en el jardín.

Fui a mi cuarto a hacer nada. De tarde salí a pasear un rato y de cena tomé un té y una fruta.

Después del desayuno decidí ir a San Benedetto Po.
Volví al B&B, para la hora del aperitivo, me sirvieron un Campari y una picada en el jardín y con eso cené.
El lugar perfecto, debajo de una pérgola, no había nadie más que yo, no había ruido, solo algún sonido de la noche, el cielo azul claro con alguna estrella. Todo era paz y tranquilidad, una maravilla. Como primera experiencia en un agriturismo fue estupenda. Si puedo volveré.

Al día siguiente  fui a la casa de una amiga en Cremona.