Mi amiga de Turín lo había llamado al señor Michele para que me sirviera de guía. Es anticuario conocedor de la zona y me esperaba en la plaza de Bra. Tomamos un café e hicimos un recorrido muy corto del lugar para ver la iglesia redonda de Santa Chiara, bello ejemplo del rococó piamontés. Fue construida sobre un terreno inclinado, aunque al entrar, uno lo olvida porque los arquitectos hicieron maravillas para que todo se vea normal.
Regresando a la plaza, vimos algunas casas que conservan rastros del medioevo: un palacio con diseño similar al Carignano de Turín, y la casa donde nació Giuseppe Cotolengo (fundador de los asilos, a los que se conoce en todo el mundo con su nombre). Las cosas de las que uno se entera dando vueltas…
En el camino, Michele me fue explicando cómo los pobladores transformaron poco a poco el terreno usando nuevas técnicas y repoblaron los pueblos con mujeres que trajeron de Calabria.
Luego de la guerra, muchas mujeres decidieron marcharse a las ciudades para buscar una mejor vida. Los hombres quedaron solos y necesitaban mujeres que los ayudaran en el trabajo duro, así como para tener una familia. Dos vendedores de la zona, tuvieron la idea de conseguir mujeres en otras regiones de Italia: una de ellas fue Calabria, donde ellas estaban acostumbradas a la vida dura. De esa manera unían las necesidades de unos y de otras.
