BRISIGHELLA – EMILIA ROMAGNA

Se encuentra en la región de Emilia Romagna. A 52 km de Ravenna. 72 km de Bologna.

Este pequeño pueblo está galardonado con la “bandiera arancione” otorgada por el Touring Club Italiano (bandera naranja). Se destacan por la conservación de su paisaje, su hospitalidad, la valoración de su patrimonio cultural, la calidad de sus alojamientos y su excelente gastronomía.

Creo ya haberles contado que a los italianos les encanta comer y suelen hacer algunos km para hacerlo en un lugar especial, este fue el motivo de venir.

Brisighella está custodiada por tres guardianes de piedra, que se alzan sobre ella desde sus tres colinas, la Rocca Manfrediana, el Santuario del Monticino y la Torre del Reloj.

Son verdaderas bellezas arquitectónicas que recuerdan un pasado lejano.  Desde allí se tienen unas vistas sobre todo el valle estupendas.

Llegamos a las 12 con tiempo de hacer un pequeño paseo en el centro histórico. Teníamos reserva para el almuerzo a las nueve lo 13,30.

Fuimos hasta la plaza principal Guglielmo Marconi, que es como una calle. Rodeada de casas de colores y del edificio municipal donde hay una oficina de turismo (no siempre abierta).

Las casas parecen estar sostenidas por las laderas de la montaña, es un verdadero ejemplo de edificación medieval. En la foto se puede ver como se construía en la ladera del monte. El tiempo está detenido allí.

Algo muy curioso e interesante es la Via Degli Asini. Es un antiguo camino medieval del siglo XIV. La particularidad es que es una calle sobre elevada y es único en su tipo en Italia ya que, originariamente se trataba de una muralla defensiva.

Por la Via degli Asini transitaban los burros que acarreaban el yeso procedente de las canteras cercanas y de ahí su nombre, ya que asini en italiano significa asnos, burros.

En la actualidad, el espacio que en su momento albergara establos para burros, son residencias con vistas a la plaza Marconi.

Desde aquí a la Torre del Orologio hay 350 escalones, bastante empinada la subida, pero el premio es la vista que se tiene sobre el pueblo.

Se trata de una pequeña torre almenada con un reloj, ubicada en una de las 3 colinas de Brisighella. Construida en 1290 por Maghinardo Pagani. En 1850 se le instalo en el cuadrante algo particular ya que solo cuenta con seis horas, en lugar de doce.

En origen se trataba de una fortificación defensiva para proteger Brisighela de los asedios del cercano castillo de Baccagnano. Les recuerdo que estos pueblos vivían continuamente en guerra asediados por el señor del lugar.

Volvimos al centro histórico pasando por la iglesia de la Collegiata de San Miguel Arcángel, estaba cerrada, para ir hasta el restaurante, la Locanda Della Cavallina, comimos en la terraza con vista a los olivares.

El menú con platos delicioso y muy bien presentados en hermosa vajilla. Una de las entradas fue Tartar de ternera con remolacha y láminas de batatas asadas, otro, Robiola di capra, pere, miele, camomilla e polline (el robiola es un queso de cabra, con peras, miel, y flores de manzanilla)

Mi plato principal fueron Tortelloni allá parmigiana di melanzane.

Mi amiga Cappelletti ripieni al ragù Bolognese, cubiertos de espuma di parmigiano.

Mi sobrina, Curzul al sugo di guanciale, scalogno e pecorino, (el curzul es una pasta un poco más gruesa que los tagliolini, típica de Emilia Romagna). Jajajaja siempre hay un tipo de pasta diferente, Italia tiene más de 350 tipos.

Mi sobrino un plato que parecía una pintura del renacimiento. Pato al vino San Giovese, papas, verduras, uvas y flores.

Uno de los postres Millefoglia al cioccolato gianduia e lamponi, Ananas flambè, Daquoise al cocco sorbetto alla pina colada e spuma al latte di cocco». Casi no tiene nombre, la que se animo fue Paula mi sobrina. El otro, más discreto, Selezione di 4 sorbetti alla frutta frescaoco degustación

Comimos no sé qué adjetivo usar, fue sublime el lugar, el vino y la combinación de los sabores.  ¡Miren las fotos!

Los italianos dicen, que comen no para alimentar el cuerpo sino por placer y compartir.

Después de semejante festín había que hacer algo para poder cenar, jajaja. De manera que nos encaminamos al centro histórico recorrimos alguna callejuela hasta una antigua fuente y desde allí a la Rocca Manfrediana, el castillo de Brisighella, fue edificado en 1310 por los entonces señores de Faenza, la familia Manfredi, (lógicamente de ahí viene su nombre), y posteriormente fue objeto de dos renovaciones por los venecianos en el siglo XVI.

El paseo es corto, pero con vistas que dejan sin aliento, los colores verdes mezclados con las flores silvestres hacen del lugar una imagen de cuento de hadas.

La verdad es que Italia nunca defrauda, abundan los lugares con encanto y magia. No en vano Dante lo llamaba ¨el bello país¨, por su riqueza cultural, paisajes, arte, historia…. 

Me encantó el lugar que es de los que suelen conocer los locales, ya que raramente estará en las guías de viajes.