GRAZIE – Lombardia

Grazie

El día 15-11, estando en Mantova, al día siguiente del accidente sobre uno de los  puentes por los que se accede a la ciudad, fui a Grazie, un pueblo que queda a 9 km de Mantova, donde se encuentra el Santuario della Madonna delle Grazie, a la cual se le atribuyen muchos milagros, además de un restaurante que una amiga de Reggio Emilia me recomendó, ¡ya les conté que los italianos hacen kilómetros para ir a comer!

El pueblo muy pequeño estaba desierto un poco por la época del año y otro poco porque llovía. La plaza frente al santuario es el centro del pueblo.

Este santuario fue construido en el año 1399 a pedido de Francesco di Gonzaga, en agradecimiento al fin de la peste.

El frente de la iglesia estaba en restauración. Los que leen mi página o mis relatos saben la cantidad de iglesias que he visitado, pero esta es de verdad muy particular, no sé si la puedo considerar hermosa, si rara, y sobre todo abarrotada de adornos, hasta ser agobiante. Lo que la hace única en el mundo (eso dicen) es que toda la nave está revestida de madera y de muchas columnas que crean una gran cantidad de nichos llenos de estatuas de madera y papel maché de tamaño natural. Los colores son bastante oscuros.

Otra curiosidad es un cocodrilo, si un cocodrilo embalsamado colgado en el centro de la nave. La historia que se cuenta es variada, como saben que sucede con todas las leyendas,  una es que habría sido uno que se había escapado del zoo de los Gonzaga. Pero el porqué está allí nadie sabe, ni quien lo hizo embalsamar.

En el mes de agosto se lleva a cabo un concurso de los Madonnari, artistas callejeros que hacen sus obras en el suelo de la calles, en este caso en la plaza, usan pasteles y colores, los trabajos son verdaderas obras de arte.

Al final de la larga plaza se encuentra el restaurante que me habían recomendado, la Locanda Delle Grazie, y hacía allí fui.

Siempre se come de más, la costumbre de comer el antipasto, el primo, el secondo, postre y café me puede, así volveré rodando. El vino tinto Valpolicella Superiore, luego de entrada un plato típico de porotos, carne de cerdo y polenta, (si todo eso), después tagliatelle caseras con ragú de pato, café. El pan riquísimo.

La comida de buena calidad, recetas caseras y de la tradición, el local pueblerino y el precio no tanto jajaja.

El pueblo es re chico, menos de mil habitantes y salvo el santuario no hay nada interesante para ver.

Volví a Mantova, fui al hotel quería acostarme temprano, mañana dejo esta hermosa ciudad, rumbo a Parma.