El agua en el Imperio Romano tuvo una importancia fundamental en su ingeniería y arquitectura civil. La civilización romana fue una de las que más se preocupó por el agua en la historia de la humanidad.
La historia del agua en Roma se basa en que la mayor parte de las edificaciones que llevaron a cabo tenían relación, directa o indirecta, con este recurso natural.
Puentes, acueductos o termas son algunas de las construcciones que levantaron los romanos, por las que aún hoy en día son conocidos y de las que todavía conservamos algunos impresionantes ejemplos, como el acueducto de Segovia, entre otros.
La civilización romana perfecciono hasta su máxima expresión los conocimientos que se conocían de la ingeniería y arquitectura y buscaron la forma de perfeccionar técnicas que ya funcionaban. Uno de los campos en los que se destacaron por encima de otras civilizaciones fueron en la maestría a la hora de obtener y canalizar el agua destinada al consumo humano y a la higiene personal.
Una de las obras más importantes de los romanos fueron los acueductos, o como ellos llaman “acueductus”. Estas edificaciones servían para abastecer de agua potable a todas las ciudades del Imperio Romano. Solían construirse en zonas altas, generalmente en las montañas, de donde brotaban manantiales naturales. Aprovechando de la gravedad para dejar caer el agua y que fluyese a través de largos conductos hechos de piedra.
La costumbre o moda en Europa y en casi todo el mundo de “ir a las termas”, es algo heredado de los antiguos romanos, que construyeron termas en todos los lugares a los que llegaban. Debiendo construir para ello canalizaciones para traer el agua ya sea la potable o la termal.
Construyeron acueductos y edificios para las termas que han desafiado al tiempo llegando hasta nosotros. Muchos de ellos forman parte del patrimonio de la humanidad.
Para los romanos los “bagni alle terme”, era además de un lugar donde se socializaba, un verdadero ritual.
Las termas en Roma, hicieron su debut en el año 25 a C. traídas por Agrippa. Estas se inspiraron en el “ginnasio greco” y el “bagno di vapore egizio”, si bien los romanos ya acostumbraban ir al “balneum”.
Los emperadores, en vista de lo tanto que amaban los romanos las termas, hicieron que las nuevas edificaciones superaran las anteriores dotándolas de todo tipo de comodidades y bellezas.
En ellas había centros de entrenamiento deportivo, restaurantes, pequeños teatros, bibliotecas, negocios y salones para fiestas. Cada una competía con la otra en la oferta de entretenimientos, cultura y belleza.
El rito para los romanos en las termas comenzaba con algo de gimnasia, después de haber transpirado abundantemente, se pasaba por distintas piscinas donde el agua pasaba de tibia a más caliente.
El Tepidarium Habitación de temperatura tibia que preparaba al bañista para la de agua caliente.
El Caldarium era un baño de agua caliente, el alveus. Esta habitación era muy luminosa y decorada. En las grandes termas había incluso piscinas donde se podía nadar. En las más pequeñas, el baño se tomaba en una bañera. Acostumbraban agregarle al agua perfumes, aceites y vinos especiados.
Se necesitaba un ejército de esclavos para calentar el agua y los distintos ambientes.
El Frigidarium esta sala era destinada a los baños de agua fría. En las grandes termas el frigidarium estaba descubierto
Y por supuesto no podían faltar los Apodyterium o Vestuarios. Se encontraba cerca de la entrada donde los visitantes dejaban sus ropas. Había asientos y en la pared unos nichos sin puertas, donde se depositaban las ropas y los objetos personales, que quedaban vigilados por un esclavo.
El Laconicum era el baño de vapor.
Las Tabernae, eran tiendas adosadas a las salas de baños donde se podía adquirir diferentes tipos de bebidas y comida, que los vendedores ofrecían en alta voz.
Un día de termas terminaba con una limpieza del cuerpo y masajes con ungüentos perfumados en muchos casos traídos de países lejanos, para pasar por último al Frigidarium.
Los romanos consideraban estos lugares un sitio de socialización por tal motivo, solían quedarse a conversar, leer o mirar algún espectáculo.
Había espacios y horarios separados para hombres y mujeres.
Las termas eran como una pequeña ciudad dentro de la misma ciudad. Había dos clases una destinada a la plebe mas modesta y simple, y otra para los nobles o patricios mucho más lujosa.
De los escritos del filósofo Seneca sabemos como eran por dentro, las paredes estaban cubierta de grandes espejos circulares, de mármoles traídos Argelia, de mosaicos, y el cielorraso de vidrio o de mármol, estatuas y hermosas columnas decoraban los ambientes.
Los emperadores dotaron a la ciudad de Roma de una enorme cantidad de termas siendo algunas de ellas algo magnifico, como las de Caracalla y las de Diocleziano, aquí se las detallo, Termas Etruscas, termas Aurelianas, termas Commodiane, termas Lateranensi, terme Diciane, termas de Agrippa, termas de Nerón, termas de Tito, termas de Traiano, termas Surane, termas de Caracalla, termas Settimiane, termas Severiane, termas de Constantino, termas Eleniane, termas de Diocleziano, termas de Olimpiade, termas Novatiane.
Esto demuestra cuanto amaban los romanos las termas y esa costumbre llegó hasta nuestros días, en tiempos modernos se llaman SPA, en italiano esas siglas son Salute Per Acqua, (Salud por Agua).
El legado de esos grandes constructores se halla en 18 países donde construyeron instalaciones que son utilizadas hasta el presente como las de Bath en Inglaterra, construidas en el año 75 d C.
Italia es un paraíso para los amantes de los SPA y termas ya que son innumerables y en todas las regiones encontraremos más de una.
Yo tuve la suerte y el placer de conocer algunas, como las de Saturnia que son naturales y libres y muy faciles de llegar.
Las de Bagno Vignoni, modernas y con todo el confort.
Montecatini Terme, Monsumano Terme (dentro de una gruta) algo fantástico.
San Casciano dei Bagni, terme Fonteverde (dijo una revista americana que son las termas más hermosas en el lugar más hermoso del mundo) y aqui también las hay libres,
El SPA del Hotel Bulgari de Milán donde el arte, el lujo y la sofisticación moderna satisfarán al más exigente.
El lema de la cadena de alimentos y restaurantes Eataly, muy famosa es “La vida es muy corta para no vivirla en italiano”.
De manera que, si pueden tómense un día y gocen de esta maravilla, ya que hay para todos los gustos y bolsillos.
Que vivan los romanos y las termas.