De Ravenna iba a Montecatini Terme, hay 210 km y unas 2,30 horas.
Las autopistas en Italia son magníficas, da gusto transitarlas, ayuda el paisaje y sus puentes elegantes altos y largos.
Antes de Firenze la ruta panorámica pasa por Pian del Voglio, muy alta, llena de curvas con un hermoso panorama, luego baja y se une a la que dice Firenze Direttissima, donde comienza un túnel larguísimo, de 8.300 km (el doble de largo que la Av. Cabildo) parece bastante nuevo muy bien iluminado.
De aquí en más hay unos 14 o más túneles, creo que les dije que a los italianos les encantan los túneles, agujerean y enderezan todo.
A pesar del control de velocidad por un sistema Tutor, corren como locos, y los autos de todas las marcas y tamaños, pasan humillando a mi Panda.
El paisaje precioso, campos amarillos y cada tanto el rojo de las amapolas. Paisaje invitante para picnics, y de vez en cuando un castillo, un puente antiguo, bosquecitos.
Llegue a Montecatini perfectamente, el B&B Fable, en Vía Trieste 15.
Todo nuevo y muy bien decorado, con elementos de calidad, muy buen desayuno y muy amables sus dueños Letizia y Fabrizio.
Para almorzar me recomendaron una Trattoria “Da Gina” a dos cuadras, en Vía Puglie 7, bien de barrio con comensales locales.
Pregunte cual era el plato típico del lugar. Tachi o maltagliati (trozos de pasta mal cortados) con ragú de hígados de pollo y vino tinto, luego una ensalada de porotos con romero (creo que ya saben que en Italia las legumbres son un plato muy apreciado y difícilmente falte en alguna región) y una copa de vino Prunideo Rosso di Toscana, todo en un ambiente familiar, comida casera muy rica, como la hacía mi mama.
Volví al hotel a reposar como los lagartos, jajá, mucho manejo y mucha comida, no, no me quejo.
Pero no me quede más que una hora, ya eran más de las 16,30 y la ciudad que hacía tanto tiempo quería conocer me esperaba.
La ciudad es muy linda y su arquitectura es señorial y de estilo entre neoclásico, Art Noveau y Art Deco. Se nota que ha tenido épocas de esplendor, aquí vinieron a tomar baños Toscanini, Verdi, Puccini, y el rey Leopoldo que le dio la grandiosidad y la elegancia de una época. Hoy la ciudad está tratando de recuperar su antiguo esplendor.
Sobre la Vía Verdi hay espléndidos edificios, hoteles con termas y restaurantes, cafés y heladerías.
En Vía della Torreta 1, se encuentra el Grand Hotel La Pace, no pude resistirme a entrar al lobby lleno de arañas y luego al bar del jardín en medio de un hermoso bosque de añosos árboles.
Había empezado a oscurecer, la noche hermosa, el lugar donde decidí cenar es muy lindo, tiene un hermoso jardín con lámparas de color caramelo que crean un ambiente muy sugestivo, la música muy agradable moderna adecuada al lugar.
Se llama La Cascina, en la Vía Verdi 43. Comí una pizza Toscana (era con papas) y tomé un Brunello di Montalcino GP, bastante bueno.
Los dueños del B&B me dijeron que había unas termas dentro de unas grutas a unos 12 km en Monsummano. Yo nunca había escuchado algo así y se imaginan que no iba a dejar pasar esta oportunidad.
Pero hacer 12 km en Italia a veces es como hacer slalom, y la búsqueda del tesoro. No alcance a salir de la ciudad cuando me encuentro con un mercado. Ni idea por donde seguir, todo bloqueado y yo metida en el medio, por fin un señor me indico cómo retomar la ruta, pero tenía que hacer macha atrás en calle súper angosta y en el extremo una reja que cerraba el paso, él me fue guiando, sacó la reja y paro a los que venían para que yo pudiera salir. ¡Gracias tano!
Las termas de la “Grotta Giusti” y todo el complejo son estupendos. La gruta se descubrió en el año 1849, por unos trabajadores de una cantera que encontraron una abertura, tiraron piedras y escucharon rumor de agua. Al entrar se encontraron con una cueva fantástica, con un pequeño lago y una temperatura constante.
Compre un ticket para la gruta y el spa por $50.- te proveen de una bolsa con toalla, bata y ojotas.
Para entrar en la gruta, de nada más que de 30 millones de años, te dan una especie de “sayo”, como el que usaban los monjes, de una tela de algodón liviana con capucha, los tenían guardados en un horno. Me lo puse y fui por un corredor hasta llegar a la entrada donde la luz era poca y el camino en bajada de unos 15 metros.
La temperatura es constante de 36 grados con un 100% de humedad, por eso se transpira mucho.
A medida que se desciende la temperatura va aumentando de allí que las salas fueron bautizadas Paraíso, Purgatorio e Infierno. El Limbo se encuentra bajando un estrecho corredor que bordea un pequeño lago que tiene una temperatura constante de 36 grados, ¡donde se hace buceo!. Siempre hay algún aventurero.
Las formaciones de las paredes parecen enormes coliflores, según me dijeron son muy raras y se encuentran en muy pocos lugares.
Me quede un buen rato en el Purgatorio, jajá será para ir acostumbrándome. El silencio es absoluto. Luego recorrí la gruta y por fin fui al Infierno, que no es tal ya que la temperatura es alrededor de 34 grados, es gran cavidad con tres salas chicas, rodeadas de reposeras, y un cartel que sugiere hacer silencio para relajarse mejor.
Me habían dicho de no llevar teléfono por la temperatura, y que no me quedara más de 50 minutos, pero me costaba irme, era su real todo lo que me rodeaba, el calor, la penumbra, el silencio, la gente vestida de blanco. Fue una experiencia magnífica.
Al volver al mundo de la superficie, el encargado me pregunto que me había parecido, allí aproveché para decirle que me hubiera gustado sacar fotos, y si no podía volver, me dijo vaya a buscar su “maquinita” y no se quede demasiado. Bueno me encanto volver, las fotos no son muy buenas.
Luego de una buena ducha fui a la zona de relax a tomar unas tisanas “Lunga vita” por si la quieren probar, té verde, sambuco, biancospino, angelica, bardana y licuorizia, y a descansar. ¡Que placer!
Había sol, busqué una sombrilla y fui a la pileta termal, que es muy grande, comí algo en el bar y volví a descansar y gozar del paisaje que la rodea.
Yendo a buscar el auto vi un hermoso edificio que en su frente decía Terme, fui hacia allí, esa era la antigua entrada a la Grotta Giusti. A su lado se encuentra el hotel y spa, que era la vivienda de la familia Giusti que en 1873 decidió construir un hotel para las termas.
Tiene un hermoso jardín y un salón precioso donde tome un té.
Hoy voy a ir a Montecatini Alto, es un borgo medieval muy chico y simpático. Con solo 435 habitantes. Se puede llegar en un funicular que funciona desde el año1898.
La subida tiene una pendiente del 38%, mide 1080 metros de largo, tarda 10minutos. En la mitad del recorrido se cruza con el otro que viene o va. El viaje es muy particular ya que el tren parece del viejo far west.
Me encanto el borgo, es fácil recorrerlo. Desde el funicular a unos pocos metros se llega a la Piazza Giusti que a sus lados tiene restaurantes.
En uno de los extremos de la plaza hay un bello edificio, el Teatro Dei Risorti.
Siguiendo por la Vía della Rocca, se llega a la iglesia de San Pedro y a la fortaleza construida en el siglo XII y finalizada en el siglo XIV. Las primeras noticias que se tienen del Castello y de su fortaleza son del año 1016.
Volví a la plaza para almorzar y me senté en el Restaurante La Torre. Tenía unos platos de sitio con frutas y flores típicamente toscanos.
Pedí un plato que nunca había probado, pappa al pomodoro y después mondogo de ternera con porotos. El vino un Rosso di Montalcino 2015, todo delicioso.
En la mesa de al lado había seis personas, pero comen cómo 12, ¿y de que hablan? De cómo y que preparan con el chancho: salchichas, chorizos y que no tiran nada del “rico bicho”. No son solo las mujeres, uno de los hombres explica con lujo de detalles como lo cocinan. De no creer la cultura que tienen respecto del “cibo” (alimento). Otra explica que preparó, huevos, salchicha y brocoli y dice “mamma mia che bonta» (madre mía que cosa rica). No me anime a pedirle la receta.
Siguieron buen rato y después hablaban de los hijos y de vuelta lo que comían o donde irían a cenar.
Yo hace más de una hora que estoy ellos ya estaban y no parecen tener ganas de levantarse.
Decidí gastar algo de lo que había ingerido, fui hasta la otra punta del pueblo que queda para arriba hasta la iglesia de San Iacoppo y Filippo o del Carmine y la Torre del reloj del siglo XII-XVII.
Volví a tomar el funicular. En la estación en el Bar Funi muy lindo, tome un café. Y decidí ir a las famosas termas por las que había venido.
Puse en el GPS la dirección de las termas de Tettuccio, que están en la ciudad y muy cerca de donde estaba, pero siempre hay un pero, y es que para llegar entre las manos únicas y la zona de tráfico limitado y mi GPS desorientado casi desisto de ir por las vueltas que di.
Pero me decía, el motivo de venir a Montecatini fue ver esas termas muy famosas, no me iba a ganar el tráfico.
Por fin llegue, pero estaban cerradas. Saqué algunas fotos desde la reja, y mientras lo hacía vi que dos hombres abrían un cancel desde adentro, pero no pudieron. Entonces le pedí al más joven que mientras esperaban me sacara él algunas. Cuando llega el que tenía la llave el otro señor le dice “la señora es una turista que viene de Argentina podemos dejarle sacar unas fotos”. ¿Me pregunta “ah usted conoce el Café Torrioni?” Es el Tortoni. Si, si en Av de Mayo. Bueno me dejaron entrar, ellos se fueron y me dijeron que cerrara el cancel cuando me fuera. ¡Cosa de tanos!
Imagínense ese enorme lugar y yo sola en él, me sentí como Alicia en el país de las maravillas. Mientras sacaba las fotos me decía, que suerte tuve y a la vez que clase de locos eran los que construían algo magnífico que las fotos no le hacen honor a la grandeza de la obra. Me felicitaba y me maravillaba.
Volviendo al hotel pensaba en cuantas veces nos enojamos por los contratiempos, creo que las cosas son como beben ser por algún motivo, como en este caso que por las vueltas que di tuve ocasión de encontrarme con esas personas. Son los milagros de las coincidencias.
Volví al centro hasta Corso Matteotti a la Pasticceria Giovannini, a despedirme con un café y una sfogliatella y comprar las delicias típicas para llevar a Roma. Sin vienen algún día se lo recomiendo, allí encontraran las especialidades de esta región y de esta ciudad.
Me alegré mucho haber venido y creo que volveré a esas termas en la Grotta Giusi.