El 17-9-24, dejamos Milán y ya con el auto alquilado un Seat Arona, muy moderno, salimos hacia Limone del Garda, que queda a 170 km, la ruta muy linda, había bastante tráfico, llegamos tipo 3 de la tarde.
El Hotel Mercedes, muy bien ubicado, frente el lago, bastante nuevo, cómodo, pero diría básico. La piscina grande muy linda, calefaccionada, con un jacuzzi.
Tiene restaurante, nada particular, la comida bien servida, simple sin pretensiones.



Fuimos a hacer una primera visita a Limone, paseamos por la costa del lago, tomamos un café y volvimos a cenar.


Había un menú de degustación de 5 tipos de pastas con las salsas correspondientes, Garganelli frescos al Gorgonzola, Ravioles rellenos del chef, Rigatoni allá Carbonara, Trofie al pesto, Spaghetti allá Arrabiata. Todas estaban muy ricas. Las acompañamos con un tinto Bardolino, vino local. Después de un día largo es genial cenar en el hotel.

A la mañana siguiente ya repuestas desayunamos y con el auto fuimos hasta la ciudad que queda a unos 10’. Dejamos el auto el estacionamiento muy central y cómodo. El pueblo se desarrolla cuesta abajo la parte antigua, lo que significa bajar por escaleras bastante empinadas. El último día descubrimos un ascensor. En el camino hacia el lago se encuentra la iglesia de San Benedetto, construida en 1691, sobre una anterior de estilo románico del siglo XI, tiene un campanario con una cúpula de forma de cebolla tipo austriaca.


Bajamos un poco más hasta la Piazza Garibaldi que es el centro del pueblo, donde hay un puerto.


Desde allí se puede subir hasta La Limonaia del Castello. Nos encontramos con unas terrazas donde se cultivan los limones que fueron traídos desde China e India, con la llegada de los árabes a Europa alrededor del año 1000. Algunos estudiosos aseguran que fue en Sicilia donde se cultivaron por primera vez. Aquí llegaron desde la Liguria. Vale la pena la caminata porque serán recompensados por lo que podrán aprender sobre los limones, pero se quedarán sin aliento no por la subida sino por la vista sobre Limone y el lago. El Museo es pequeño pero muy interesante y da una clara idea de cómo se construyó el lugar para cultivarlos en esta región fría.





Después de tantos limones lo menos que podíamos hacer es bajar hasta el pequeño embarcadero rodeado de bares y tomarnos un sorbete de limón, ¿de qué otra cosa podía haber sido?

En la ciudad hay varios museos, el de Los Pescadores, el del aceite de Oliva, de los misioneros Comboniani, museo del Turismo y algunos más. El paisaje es bellísimo, la construcción abigarrada y trepada a la montaña.


Dejamos la vista magnifica y fuimos a buscar el auto para ir hasta Riva del Garda que queda a unos 13 km. En el año 2018 se construyo una ciclovía muy linda, que bordea el lago y en parte esta suspendida sobre él. Va desde Limone sul Garda hacia Riva del Garda.

Esta ciudad es la última sobre el lago. Ya había estado hace dos años y la verdad es muy linda y tranquila a pesar de la cantidad de turistas.


Dimos un montón de vueltas hasta encontrar un estacionamiento. Visitamos el claustro de la iglesia Santa Maria Inviolata (siempre descubro santos nunca escuchados antes). Pasamos por las ruinas de las termas romanas, desde allí hasta Piazza Cavour y entramos a la iglesia de Santa Maria Assunta. Ya saben que iglesias en Italia no faltan, pero vale la pena entrar y ver lo bellas que son.

Allí nomas está el muelle elegimos un restaurante y almorzamos un delicioso plato de “spaghetti allo scoglio.”

Recorriendo los vericuetos tomamos un helado y un poco más adelante, cerca de la plaza tomamos un café en el Café Italia.

Era hora de volver de manera que fuimos a buscar el auto y para variar complicado el lugar de pago, porque en la entrada no había ninguna indicación así que preguntamos a una cajera del supermercado. La máquina estaba en la esquina, por fin conseguimos pagar y volvernos al hotel.
Cenamos Tagliatta di manso con papas y verdura, y ñoquis con salsa de pulpo, de postre Tiramisú, tomamos un vino rosé.



19-9-24 Fuimos a Malcesine, siempre es lindo visitar los lugares que conocemos, había venido hace dos años y me encanto. En esta ocasión hice de guía. Ni bien dejamos el auto fuimos hasta el lago donde el embarcadero está rodeado de bares y restaurantes, nos sentamos en uno con linda vista y tomamos café.

Aquí almorzamos con vista al lago y con el son de un violinista bastante bueno, el restaurante lo mejor era la vista. De entrada, una tabla de fiambres locales y luego espaghetti al pomodoro y spaghetti alle vongole. Tomamos unas copas de Prosecco Valdobbiadene.
Mi amiga no conocía de manera que recorrimos bastante miramos algunos negocios.



Llegamos tarde ya que queda a 28 km, pero de ruta de baja velocidad y llena de curva, de manera que no cenamos salvo unos tostados y un te
Me gustó mucho Limone sul Garda, todos los pueblos que rodean el lago tienen su encanto particular.
Mañana vamos a Merano.