LUCCA – Toscana

Deje Radda in Chianti pata venir a Lucca en la región de la Toscana que queda a 123 km y se tarde 1,40 horas. Llegué sin inconvenientes, por autostrada. Los peajes son carísimos, pero se llega rápido. El hotel quedaba dentro de las murallas (merecen comentario aparte) ese día había mercado, era toda una confusión y gran gentío.

El B&B Relais in Lucca, en Corso Garibaldi 19, muy bien decorado. Por suerte tenía ascensor, la que me atendió estaba de suplente, me mostró el cuarto, me dio las llaves y me dijo que se iba y volvía las 17.
Había reservado garage. En él había una camioneta BMW y un Fiat, muy mal acomodados, pero más de tres autos no entraban y para eso había que sacar el BM, ella quería que lo sacara yo porque no sabía usar el cambio automático. Podía haberlo hecho, pero entre el espacio reducido, tenía que acomodarlo en la calle angosta con autos de los dos lados, entrar el mío y volver a entrar el BM. Ni loca, con el calor que hacía, estacione mi auto a 1/2 cuadra en un parking público. Cuando volví la empleada ya se había ido. Fui al baño y me di cuenta que no me había dejado toallas y que el baño no tenía bidet, ¡en Italia!
Salí a dar una vuelta y tomar algo, calor insoportable, nunca transpiré tanto.
La bellísima catedral de San Michele estaba muy cerca. La plaza es grande rodeada de hermosos edificios donde hay negocios, bares, restaurantes, en una de las esquinas esta la librería Feltrinelli y en los alrededores hay wifi.
La catedral se construyó sobre las ruinas de una iglesia del Siglo VIII, pero se comenzó en el Siglo XI hasta el Siglo XIV.
Su estilo es románico pisano, la fachada está formada por cuatro galerías de arcadas de medio punto donde las columnas son todas diferentes y hermosas. Coronan la cima una enorme estatua de cuatro metros del arcángel San Miguel y dos pequeños ángeles.
El campanario ubicado en el lado derecho se construyó entre los Siglos XII al XIV.
En el interior hay una hermosa cerámica de la Virgen y El Niño, de De la Robbia y un crucifijo estilo bizantino en madera policromada precioso, del escultor toscano Berlinghiero Berlinghieri.
Para descansar y admirar esa belleza me senté en el bar San Michele, tomé un café shakerato (cafe frio batido servido en copa de Martini), y descansé del calor sofocante que asola toda Italia.

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Volví a cambiarme (esperando hubiera alguien del hotel) porque iba al Duomo a escuchar un concierto de arias de óperas de Puccini. La soprano no me gusto. El tenor muy bueno, los dos muy jóvenes.
El Duomo di San Martino, tiene una acústica espectacular y el elegante e imponente campanario son bellísimos. De estilo románico gótico de los años 1063-1637. Su interior tiene obras del Tintoretto, Ghirlandaio, Jacoppo della Quercia entre otros. Y un antiquísimo crucifijo La faz de Cristo.
Esa noche en la Piazza Napoleone había un «concerto grosso» con De Gregori (cantautor italiano) y Bob Dylan, de manera que ya desde temprano en los alrededores estaba todo cortado. De regreso pase cerca y justo cantaba De Gregori, así que escuche algunas canciones. El próximo sábado estará Elton John, después Kravis, John Legend y un montón que no conozco.

En toda Italia hay manifestaciones artísticas de todo tipo; es una verdadera fiesta. Es un pueblo que disfruta de la belleza en todos sus aspectos y eso se transluce en su temperamento.
Los eslóganes más variados, desde Música negli Horti en Toscana (Música en los huertos), Festival di Due Mondi en Umbría (Festival de dos mundos), y aquí Lucca mangia Lucca (Lucca come a Lucca).
Llegar hasta el hotel envuelta en perfumes sabrosos y la música por todos lados, más la puesta de sol en la muralla, ¡que placer de dioses! que fue de pura casualidad porque no tenía ni idea donde se ponía el sol, sí que hasta las 20,45 había luz La muralla quedaba enfrente del hotel y lo vi brillante y rojo frente a mí. Subí por un atajo y tuve diez minutos de un magnífico espectáculo antes que se pusiera detrás de los montes. Maravilloso.

Algo que no sabía de estas murallas renacentistas construidas en el año 1500, es que tuvieron intenciones de destruirlas para agrandar la ciudad, pero los habitantes consiguieron que el municipio las comprara y de esta manera impedir su destrucción, esto fue en el año 1866.
Ahora la Unesco las declaro patrimonio de la humanidad. Tienen 4,5 kilómetros de largo con once baluartes todos de diferentes diseños, 12 metros de alto y 38 metros de ancho. Se construyeron con pequeños ladrillos rojos hechos para ese propósito. Rodean el centro histórico medieval.
Se conservan intactas, habiendo sido convertidas en lugar de esparcimiento y paseo. Se plantaron hermosos árboles todo a lo largo.

Baje a desayunar, el comedor muy simpático y muy bien servido.
La empleada propuso cambiarme a un cuarto igual con el baño completo, que todo funcionara y que hubiera toallas, mientras desayunaba. Cuando subí tenía todo en el otro cuarto con un gran baño completo.

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Entre las callejuelas se destaca la que es el eje de la ciudad la Vía Filolungo bordeada de palacios nobles, negocios, bares y hermosas torres, que llega hasta la Plaza del Anfiteatro o del Mercado, que fuera antiguamente un anfiteatro romano. Es una plaza muy particular, de forma ovalada con sus puertas de entrada, y un mercado de pescado no muy grande. Arenas de la época romana ovaladas como esta, hay muy pocas.

Todo el perímetro está rodeado de edificios, con bares, restaurantes, casas de souvenirs. Obviamente me quede a almorzar en la plaza en el restaurante Peperosa, muy lindo y una carta muy elaborada, pero hacía mucho calor. Solo tome una copa de prosecco y un plato de langostinos asados deliciosos.

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Saliendo de la plaza y a pocos metros me encontré frente a la iglesia de San Frediano del año 1200, de estilo románico a la que posteriormente se le agregó el frontón dorado con mosaicos de estilo bizantino. Es la iglesia más antigua de la ciudad. A Lucca se la llama la ciudad de las cien torres y cien iglesias.
Frente a la iglesia hay una plaza seca con algunos bares. Mi parada obligatoria.

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Fui hasta la Torre Guinigi (Es el símbolo de Lucca), en la Vía Sant’Andrea, construida por la familia Guinigi para demostrar su poderío en el año 1384. Mide 44 metros. Si deciden subir son 230 escalones, tendrán su recompensa, en la cima la terraza tiene un pequeño bosque de encinas muy viejas. Es una de las pocas majestuosas torres medievales aún en pie. Esta ciudad contaba con más de 130 torres.

La otra torre famosa en la Vía Fillungo, es la Torre delle ore (Torre de las horas), que es la más alta, construida en el año 1200, en el año 1300 le pusieron el reloj, la cosa asombrosa es que el mecanismo manual aún hoy funciona a la perfección.
Volví al hotel porque hacía mucho calor y cambiarme para el concierto. Los locales van bien vestidos, los turistas como turistas. Me dan envidia las mujeres muy bien vestidas con esos tacos altísimos caminando como si nada o andando en bicicleta.
En el camino hacia el hotel tenía que tomar un café y probar el famoso budín Bucellato (Especie de stolen) de antiquísimo origen, en la antigua Pasticceria Taddeucci fundada en el año 1881. Vale la pena admirar el interior que se conserva como antaño.

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Esta es la patria del famoso y delicioso compositor nacido en el año 1815 Giacomo Puccini. ¿Quién no escucho algún aria de Madame Butterfly, La Boheme, Tosca? Compuso 12 óperas.
El concierto en la placita La Citadella. A un costado la casa Museo de Puccini, fue lindísimo, los 4 cantantes muy muy buenos, tenían buenos registros y voces claras que se entendía lo que cantaban. Fueron arias de la Boheme. Era casi mágico, Puccini sentado en el pedestal, el piano y unos 180 asientos, y la gente que estaba en los bares alrededor. Había silencio y el personal del staff se paseaba en la calle con carteles que decían que no hicieran ruido. Los aplausos fueron también para Puccini. Toda la atmósfera era muy emotiva, los cantantes, el pianista. Alguien del público agradeció al maestro que está presente en la estatua, y a los cantantes. El resto lo hizo la noche cálida y perfumada por los jazmines que había en los canteros.

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Lucca Puccini

Di un corto paseo y volví a cenar a la Piazza Citadella al Bistro Paris Boheme. Como entrada una ensalada muy particular porque tenía escallas de parmigiano, muzzarella di búfala, tomatitos, manzanas fileteadas, duraznos, frutillas, arándanos, mirtilli, semillas varias y obviamente lechugas varias, rica, rica, luego tagliatelle al estilo de Lucca con alcaparras, tomates y berenjenas. Me propuso un vino francés, café y limoncello. El lugar muy lindo se los recomiendo y la comida muy buena, atendido de lo mejor por el dueño Luis Fargione que es un personaje histriónico.

Lucca Restaurante 1

Lucca mesa

Lucca restaurante 2

Lucca fideos

Llegue al hotel muerta de calor, pero muy feliz por todo lo vivido en el día.

Les sugiero venir a esta tranquila, romántica y bella ciudad, con sus murallas de color rojo. Porque verán y sentirán lo hermoso que es caminar en esas calles y vericuetos y descubrir cosas que no están en las guías.
Mañana me espera Certaldo.