Llegamos a Montalcino desde Anguillara Sabazia, en el lago di Bracciano, (Queda a 189 km) donde paramos para almorzar en casa de mi prima. Nos esperaban casi con un banquete al mejor estilo romano.
Montalcino es la cuna del famoso vino Brunello, y es la cita obligada de todo aquel que viene a la Toscana.
En esta oportunidad me acompañó mi marido. No alojamos en el hotel » Il Giglio», en Vía S.Saloni 5. Justo el tiempo de dejar las valijas, cambiarnos y bajar a cenar. Si, a pesar de lo que habíamos almorzado.
El paisaje es encantador, dicen que se debe a que se han conservado estructuras productivas familiares, es que el paisaje sigue tal cual era en el medioevo.
El hotel tiene un restaurante muy bien catalogado, así que nos quedamos a cenar por ese motivo y la comodidad de no tener que caminar.
Aquí el rey de la mesa es el famoso vino Brunello, le hicimos honor a una botella, yo con un risotto al Brunello, una selección de quesos y café.
Escalera y a dormir. El cuarto tiene una hermosa terraza con una vista de ensueño, al campanile, los techos rojos y la suave campiña.
Después del desayuno dimos una vuelta corta por el pueblo, no había nadie. ¡Que placer! Nos quedaba cerca la muralla de la Fortezza o la Rocca, desde donde se tiene una vista del magnífico paisaje de postal. Tiene cinco torres en muy buen estado.
Los colores de la naturaleza y los de la mano del hombre, la arquitectura, con la diversidad de líneas, curvas, texturas y colores completan un cuadro sublime. Esta preciosa ciudad amurallada como casi todas las edificadas en la era medieval está sobre una colina. Los orígenes son etruscos y romanos como casi toda la toscana, es decir sus orígenes se remontan al Siglo VIII. Pero en el Siglo XIII tiene su esplendor.
Desde allí bajamos a Piazza del Popolo y el Palazzo dei Priori, con una hermosa torre y reloj del Siglo XIII-XIV. La plaza invita a quedarse y saborear algo, pero sobre todo admirar el entorno.
Subiendo unas escaleras por Vía Bandi, pasamos por el Duomo y seguimos a buscar el auto para ir a Pienza.
Después de pasear por Pienza llegamos para cenar y lo hicimos en el restaurante Osticcio, en Vía Matteotti 23.
Algo importante en esta tierra es el olfato. Deambulando por sus calles los aromas que nos llegan nos traen recuerdos, en mi caso, familiares y de mi niñez. Demás está decir que en las diferentes regiones los perfumes son distintos. En ocasiones conviene seguirlos.
Aquí nos quedaremos solo dos noches, de manera que visitaremos Pienza y Montepulciano que están re cerca.
Han pasado unos años estamos en 27-10-2022 y aquí estoy de regreso en esta dulce y deliciosa ciudad, que a pesar de conocerla siempre se encuentra algún rincón nuevo.
En esta oportunidad venia desde Gubbio, que queda a 150 km. Habiendo hecho 120 km paramos en Trequanda, justo a tiempo para almorzar. Es un borgo antiguo en el que una amiga mía se había casado hacia unos días. Aprovechamos para almorzar en el restaurante “Il conte matto”, muy bueno, tiene menciones de todas las asociaciones de cocina. Por fin pude comer la sopa Toscana que tanto me gusta “la ribollita”, son muchas verduras y legumbres, con una tostada de pan toscano y por supuesto queso parmigiano y rociada con aceite de oliva. El postre mini tarta de dos chocolates, todo muy rico. Parece increíble encontrar esta calidad de restaurantes en pueblos pequeños casi perdidos de pocos habitantes.
Dimos unas vueltas por el pueblo que es re chico, visitamos la iglesia, y la plaza con un bar y seguimos viaje.
Llegamos al hotel, Si Montalcino Hotel, que queda a unos dos km del centro, y tiene estacionamiento. Muy lindo el cuarto, el hotel, y un rico desayuno en un salón precioso.
Era temprano así que fuimos hasta el centro en auto, por suerte conseguimos estacionar. Dimos unas vueltas, yo para recordar donde había estado. Compramos fiambres, quesos, focaccia, cherrys y por supuesto una botella de Montalcino Rosso. Cenamos en la terraza del cuarto, riquísimo todo y con una vista estupenda, a la campiña.
Al día siguiente después de desayunar fuimos hasta la abadía de Sant Antimo, en Castelnuovo del Abate, queda a unos 12 km pero yo los convertí por lo menos en 24, por perderme varias veces😩. Ya conocía la abadía, pero igual me sigue sorprendiendo la magnitud de las construcciones de más de 2000 años. Es hermosa la vista cuando se llega desde lo alto, la belleza de la construcción del monasterio benedictino y del entorno. Su construcción se debe al rey Carlomagno que se detuvo a orar en el año 750 d C.
Después de la visita fuimos al pueblo y almorzamos en la Osteria San Antimo. Tomamos un tinto Sangiovese, como entrada comimos “crostini toscani”, luego ñoquis con tartufo y de postre “cantuccini y vin santo”. El dueño de la hostería nos dijo que le gustaba el tango, puso un disco y Eleonora se lució y todos los presentes lo disfrutamos también.
Para regresar pasamos por Piensa, ya la conocen por mi página y relatos anteriores. Acá les dejo el link https://recorreitalia.com/piesa-toscana/ Si vienen a la Toscana es una visita imperdible.
Fue una casualidad y una suerte que el día 29 había festejos. La ciudad embandera para fiesta, llena de turistas que llegan de todos los pueblos vecinos y extranjeros. Se Festeja la “Sagra del tordo”. Hay desfiles en trajes de época, de cada “contrada” (barrio), son 4, Pianello, Ruga, “Travaglio” “Tronchetto”. Se distinguen por los colores de sus estandarte y su vestimenta.El cortejo más importante es el llamado de las “Damas”, que son las que reciben los presentes de cada contrada y le hacen entrega de las flechas con que van a competir los “Arcieri” (arqueros).
Ella era de a contrada Travaglio
Almorzamos en el restaurante de la Vineria Le Potazine, tomamos un Brunello di Montalcino, de 2016, para acompañar una lasagna. Les aseguro que entre subir a la fortaleza, bajar a la Piazza del Popolo, subir a Piazza Garibaldi, ir a buscar el auto, y así vía, caminamos como 6 km, sobre todo porque nos perdimos para ir a buscarlo, pero felices por el ambiente de fiesta contagioso.
El domingo 30-11-22 no se podía entrar a Montalcino para estacionar, pero tuvimos suerte, en la calle que va al cementerio había lugar. Queda a unos 300 metros de la entrada.
Después de ver los desfiles y escuchar las arengas era una romería de gente por todos lados, decidimos donde almorzar. Se podía almorzar en los stands de cada contrada, yo preferí volver a la plaza y almorzar en la Fiaschetteria Toscana, bar que forma parte de los lugares históricos de Italia, comí tortelloni con tuco toscano y una copa de Brunello reserva 2015. Si de algo hay que morir que sea de placer, jaja 😛
El 31-10-22 último día en Montalcino, para despedir con honores fuimos a almorzar al restaurante «Bocón Divino», un lugar con una vista espectacular, y la comida otro tanto. Tomamos para festejar el fin del viaje de Eleonora, un Brunello di Montalcino 2017 (ganador de todos los premios de este año). No les cuento los platos, pero si, que fueron, entrada, primo, secondo, postre y café.
A 30 km queda Montichiello, que no conocía, decidimos ir hacia allá. Fue una pena que ahora a las 17 ya empieza a oscurecer, porque tuvimos poco tiempo para recorrerlo, por ej. la muralla que lo rodea y las hermosas vistas a las colinas toscanas. Seguramente volveré ya que es la zona de paso del norte al sur y viceversa.
Montalcino en esta ocasión fue una fiesta en todo sentido, y en mis relatos anteriores les conté algo de la ciudad y sus plazas, torres, fortaleza y el Duomo. Además porqué decir Montalcino es hablar del vino y nada menos que del Brunello, famoso en todo el mundo como la más bella dama.
Después del desayuno partimos para el aeropuerto de Fiumicino a dejar a Eleonora que volvía a Buenos Aires. Por supuesto el primer intento me equivoqué pero luego la deje y e hice parte del camino de regreso hasta Porto Ercole 150 km (eso es querer a una amiga🤣).