Después de cenar en Camaiore , en casa de mis amigos, fuimos a tomar algo a un pueblo a 10 minutos de auto, a tres kilómetros del mar, llamado Pietrasanta. Se ha ganado el apodo de la «Pequeña Atenas», por la cantidad de obras que se encuentran por doquier y artistas que eligieron esta ciudad para realizar sus trabajos.
Nunca había oído de él. No me hubiera imaginado nunca lo que encontraría allí.
La ciudad de origen medieval, está rodeada por murallas del año 1329, pudiendo verse desde la plaza la Rocca di Sala o Rocca Ghibellina (el fuerte), y desde ella se ve el mar.
Dejamos el auto y fuimos al centro a pie, en el camino nos encontramos con infinidad de «piedras» esculturas, en todos lados, en jardines, plazas y ángulos escondidos.
Pero lo sorprendente se encuentra cuando se llega a la plaza del Duomo. El arte es el elemento central de esta población. Infinidad de galerías de objetos de diseño, muestras de arte, restaurantes de muy buen nivel, cafecitos, vinerías, casa de moda de grandes diseñadores, cada uno parece superar al otro por lo original.
En la plaza hay varios edificios importantes uno es el Duomo di San Martino del Siglo XII- XIV, revestido en mármol blanco con un bello campanario de ladrillos color rojo, de 36 metros y en su interior una escalera helicoidal.
Detrás está la iglesia de San Agostino del Siglo XIV, que ahora es una sala de exposiciones.
En este momento en el centro de la plaza hay varias obras enormes del escultor polaco Igor Mitoraj Había visto en otras partes, incluso en USA obras de este artista, pero no sabía que viví aquí.
En la Vía Mazzini 103, casi desapercibida, porque parece una casa más, se halla la Iglesia de la Misericordia, que alberga dos grandes frescos uno «La Porta del Paradiso»y «La Porta del Inferno» de Fernando Botero.
El hecho de encontrarse tan cerca de Massa Carrara hace de este lugar el paraíso de muchos artistas que como Botero lo eligieron para trabajar y vivir, entre ellos Jean Michel Folon, Igor Mitoraj, Julio Larraz, Franco Adami y tantos otros.
Fue una delicia caminar en este pequeño y magnífico reducto de arte y buen vivir. De verdad me sorprendió y además gente por todos lados hasta más de las 24. Lamente que fuera de noche.
Haré lo posible por volver, porque sé que hay mucho más para ver y disfrutar.
Me acompañaron hasta el departamento, para que no me perdiera, jajá, me hice especialista en el tema.