El lunes 17-10-22, desde Malcesine, en el lago di Garda, a pesar del camino fuimos a la localidad de Spiazzi que queda a 47 km, y para que se den una idea de la ruta el GPS dice que se tarda 57 minutos, como se imaginarán yo tarde algo más, no solo por perderme sino por parar a sacar fotos.
En Spiazzi se encuentra el Santuario de la Virgen de la Corona. Solo ver donde esta edificado da vértigo. Pero les seguro que valió el estres.
En algunas notas de viaje encontrarán que lo describen como el “santuario italiano suspendido entre el cielo y la tierra”. Razón no les falta.
Se halla en la región del Veneto, a 774 metros sobre el nivel del mar. Adherido a la montaña como el molusco a la roca.
Los orígenes de la construcción del Santuario della Madonna della Corona, se remontan a una leyenda local que cuenta del milagroso hallazgo de una estatua de la Piedad, encontrada sobre un borde rocoso. Pero esa estatua originariamente se encontraba en la isla de Rodas. Para que no fuera destruida por los musulmanes que tomaron la isla los ángeles la llevaron hasta allí.
Los primeros indicios de la existencia en la zona de este lugar de culto datan del año 1200, pero fue a medida que pasaron los años cuando se comenzó, poco a poco, a conformar la obra que podemos admirar en la actualidad.
Varios documentos medievales atestiguan que alrededor del año 1250 existían un monasterio y una capilla dedicada a Santa Maria de Montebaldo a los cuales se podía acceder a través de un estrecho sendero en medio de la roca, donde hoy se encuentra la Basilica Santuario Madonna della Corona.
Durante los primeros siglos de existencia solo se podía acceder al monasterio a través de un estrecho y complicado sendero y no fue hasta mediados de 1400 cuando se mejoró el acceso gracias a la construcción de un puente y unas escaleras mucho más cómodas y seguras.
En el año 1625 se inició la construcción de una nueva iglesia más amplia, 4 metros sobre la precedente, los trabajos se prolongaron hasta su finalización en el año 1685.
En el año 1974 de decidió demoler la iglesia, conservando las parte más importantes, para una construcción mucho más amplia, donde se incluyo alojamiento par la gran cantidad de peregrinos. Los trabajos se realizaron entre los años 1975 y 1978. Ese mismo año el papa Juan Pablo II visita y ora en la nueva iglesia.
A finales del siglo XIX, gracias al trabajo del arquitecto Giuseppe Magagnotti (Verona) y al ingeniero Emilio Paor (Trento), la iglesia fue ampliada nuevamente añadiéndole una nueva fachada de estilo neogótico repleta de mármoles.
Se puede llegar hasta Spiazzi en auto, en tren desde Verona, en bus o peregrinando y haciendo trekking.
Estacionamos el auto y bajamos caminando, se tarda unos 20 minutos. El camino es en el bosque, sombreado y se pueden admirar los grupos escultóricos del Vía Crucis, hechos de bronce y del tamaño humano.
Me llamó la atención el silencio que había en todo el lugar, a pesar de la gente.
Es muy particular el decorado del ábside detrás del altar, sobre la pared rocosa, la estatua de la Piedad está rodeada de una corona de espinas y cinco grupos de ángeles
Después de la visita y quedar maravilladas, asombradas, extasiadas y con paz en el alma (que es lo que transmite el santuario y todo el entorno), tomamos el bus para volver.
Este es un lugar de peregrinación a donde llegan personas de todo el mundo. Yo me entere de su existencia por una nota de un amigo.
Almorzamos en la plaza, frente al restaurante La Lanterna.
Volvimos por otra ruta algo más larga pero más fácil y más linda, toda a lo largo del lago di Garda.
Hermoso, sorprendente y extraño el lugar, vale la peña el viaje y la paz que nos regala el entorno.