Salí rumbo a Vieste que queda a 40 km desde Mattinata, por supuesto que nada derecho y gran trecho sobre acantilados, el paisaje espectacular, el agua maravillosa.
Quería ver la Bahía delle Zagare ( flores de azahar) donde hay dos farallones muy raros por su forma, a los que llaman “Puertas del Paraíso”. Bien podría ser, porque el lugar en un paraíso.
Desde que un gran hotel compro parte de esa costa el camino está cerrado y sobre la ruta no hay indicaciones desde donde poder verlos.
Como paro a cada rato para sacar fotos, en un momento me pareció verlos a lo lejos. Ni bien pude estacionar el auto me asomé entre el bosque y se veían allá abajo, había una picada que la seguí todo lo que pude porque en determinado momento se hacía muy escarpada, pero allí estaban bien a la vista. La naturaleza nos hace regalos maravillosos.
Tuve suerte porque el día estaba espléndido, y los colores son diferentes. De verdad esa playa minúscula a la que se llega por una escalera, encerrada entre acantilados cubiertos de verde es un paraíso.
Seguí viaje, pero por poco tiempo porque allí cerca había unas grutas que contrastaba el agua azul profundo del agua con el blanco enceguecedor de las falesias (tipo de piedra). Hay censadas más de 700 grutas en toda la costa.
A lo largo de la ruta hay torres de avistamiento y la Torre di San Felice estaba a un costado de la ruta. Paré sin imaginarme que allí había algo sorprendente y bello, ya que no hay ningún cartel, el agua habían excavado un arco perfecto en la roca y la pequeña bahía le hacía un marco perfecto, es el Architiello di San Felice. No me hubiera ido, el paisaje es un sueño, agradecí que hubiera sol.
Dando la vuelta a la bahía di San Felice, se tiene a lo lejos a la vista la ciudad de Vieste, la playa blanca, el acantilado sobre el que está construida de blanco resplandeciente, la hacen inconfundible. El extremo es la Punta di San Francesco, sobre la que continúa la edificación, es como Punta del Este, solo que toda blanca.
Vieste es un pueblo de pescadores en la cima de un acantilado a pique sobre el mar Adriático, en el Parque nacional del Gargano, en Puglia.
Su origen es muy antiguo ya habitado antes del imperio romano, luego invadido por los godos y bizantinos, su ubicación la hacía deseable para el dominio de esa zona del mar. En el Siglo XI con la llegada de los normandos trajeron el desarrollo económico, fue con el Rey Federico II de Suabia que se construyó el borgo y el castillo.
La parte más antigua es el Ríone di Ripa, donde se encuentran los edificios más importantes, como la Basílica de Santa María Assunta, de estilo románico, fue edificada sobre un antiguo templo de la diosa Vesta. El campanario es de estilo barroco.
En el interior se conserva una escultura de madera del Siglo XVI de la Madonna di Merino. Que según la leyenda fue encontrada en la playa y se la disputaron entre Vieste y el vecino pueblo de Peschici, ganando este último la contienda, pero al ser cargada en el carro para transportarla los caballos no se movieron. Se interpreto que no quería irse de Vieste. Se conserva en la Cappella del Popolo.
Al casco histórico no se puede entrar, cuando se llega a la ciudad nueva hay que dejar el auto en un estacionamiento y desde allí caminar. No es muy lejos, solo algunas escaleras para subir.
La ciudad nueva es muy animada y luminosa, por Corso Lorenzo Fazzini se llega a una escalinata bastante larga que desemboca en la calle donde está la puerta de acceso al casco antiguo. De todas maneras, es fácil llegar y la gente del lugar es muy amables y siempre dispuestos a ayudar.
El borgo todo arracimado y amontonado sobre escaleras que suben y bajan, un verdadero laberinto medieval, en uno de esos vericuetos, muy cerca de la catedral se encuentra una piedra declarada monumento de la ciudad, llamada la Chianca Amara, recuerda un hecho atroz llevado a cabo por el sanguinario pirata turco Dragut Rais, que después de asediar la ciudad con 70 galeras, durante siete días, en el año 1554 hizo decapitar a 5000 vecinos , que estuvieran enfermos, ancianos o que no pudieran ser vendidos como esclavos.
Cada tanto una terraza que mira a la hermosa bahía y a su espléndido mar. Me imagino una noche de verano con las luces y el reflejo de la luna en el mar. Se tienen muy lindas vistas al islote de Santa Eufemia con el Faro de Vieste.
Donde empieza esa especie de lengua y termina la playa, sobre la misma algo insólito, el farallón de Pizzomunno, que parece un cucurucho enorme, blanco de 25 metros de alto. Es como un enorme centinela que protegiera la ciudad. La leyenda dice que en esa población había un joven llamado Pizzomunno que estaba enamorado de Cristalda de quien era correspondido, las sirenas estaban celosas del amor de los jóvenes y para vengarse se llevaron a Cristalda al fondo del mar, Pizzomunno por el dolor se convirtió en esa enorme roca blanca, símbolo de Vieste. Es cada cien años que en noches de luna llena Cristalda surge del mar en busca de su amado para revivir su amor por una noche. Me encantan todas estas leyendas.
Cuando me iba el sol sobre el farallón Pizzomunno estaba en otra posición y adquiría un color resplandeciente. Es tan extraña e insólita esa formación, que da pena irse y saber que tal vez pase mucho tiempo antes de volver a verla. Ojala que no todas las sirenas sean malvadas, y en esos cien años de espera alguna lo consuele.
Me enamore de toda esta región, voy a volver porque no puedo olvidar el mar, los blancos acantilados y las leyendas. Llegué de noche al hotel y no cené de tan cansada que estaba.
Año 2024
Me prometí volver y aquí estoy después de 4 años. Me aloje en el mismo hotel de Mattinata
La distancia es de 40 km pero se tarda algo más de una hora, imaginen cómo es la ruta. La que tome al borde el mar sobre el acantilado, no es para el que sufre vértigo. A los 10’ de salir ya pare porque el panorama es fantástico, y seguí parando varias veces. Así tarde algo más, pero vale la pena. El mar es un cielo y la ruta a pesar de lo zigzagueante tiene buenos peraltes y es segura.
Vieste, es muy pintoresco y con una historia interesante y en parte muy triste. El Corsario Dragut Rais en 1554, asoló la ciudad durante 7 días, tomándola y decapitando a ancianos, mujeres y niños que no pudieran ser vendidos como esclavos.
Obviamente me habían mandado a comer a dos restaurantes, uno había cerrado y el otro me quedaba lejos del auto que ya había pagado estacionamiento. Acá gasto más en velas en las iglesias, peajes y estacionamiento que en comer😱.
Recorrí esos intrincados vericuetos y luego busqué donde comer. Lo hice en el restaurante La Teresina, en Vía Cesare Battisti 55. Todo lo que comí nunca lo había probado, platos bien típicos locales. Siempre para esperar traen algo local en este caso era una focacccia con hierba y por supuesto aceite de oliva. De entrada unos mejillones rellenos con pan, pulpa de berenjenas, hierbas, con salsa de tomate, luego un puré de habas con crostones de pan con aceite y ajo el postre una mouse de limón con crocantes, y no podía faltar una copa de vino rosado.
Tenía el auto cerca y fui hasta la bahía del faro. No podía faltar un bar mirando el mar, me acomodé y no hice más que llenar los ojos con tanta belleza, y copiar a la gente local.
Me pregunto porqué nos atrae tanto el mar, por lo menos a mí. En este momento están decorando las mesas para la noche que quedarán muy linda con unos veladores.
Claro que la gente vive mucho, pasan mucho tiempo socializando y paseando, pescando o tomando y comiendo, subiendo y bajando. Viven más lentamente.
Hora de dejar este «dolce far niente» y volver al hotel y se imaginarán que a cenar. La billetera resiste todavía 🤣.
Espero que puedan venir y gozar de esta maravillosa región italiana. Yo voy a volver.