Venía de Biella que está a 86 km. de Vigevano. Parte es autostrada.
Vigevano es una ciudad industrial y reconocida capital del calzado, pero es más famosa por su hermosa plaza.
La historia de este antiguo borgo no es muy distinta a la de otros fortificados, en los que la evolución del castillo y el desarrollo urbano eran simultáneos.
Los primeros documentos donde se tiene noticias del primer asentamiento son de una iglesia del año 963, pero recién en el siglo XI y XII es cuando Vigevano empezó a tener importancia.
La Piazza Ducale, es sin duda una de las más bellas plazas renacentistas de Italia. Ella, como antaño, aún hoy sigue siendo el centro de la vida de la ciudad. Por suerte, yo la había visto sin mesas y sin una enorme calesita en el centro (no sé cómo autorizaron semejante cosa).
Es una de las plazas más grandes de Italia. Mide 138 metros de largo y 48 de ancho.
El famoso arquitecto Donato Bramante y Leonardo da Vinci fueron los encargados uno de la construcción y el otro del diseño.
El objeto era darle al palacio ducal, ya existente una entrada majestuosa. ¡Y vaya si lo lograron!
La plaza cumple con las reglas de diseño y arquitectura del renacimiento, que eran la de la regularidad y la forma geométrica.
En el lado opuesto a la catedral hay una estatua de San Juan Nepomuceno, que fue colocada allí durante el imperio austro-húngaro.
Todo fue pensado y diseñado para darle marco a tan extraordinaria belleza y armonía. Los pórticos, las columnas, los frescos muy bien conservados y los diseños de su piso de piedras nos transportan al tiempo pasado. La plaza es el centro de la vida de la ciudad, y vale la pena quedarse a ver pasar el tiempo en ese entorno de inusual belleza y teatralidad que les aconsejo miren y gocen de ella, como lo hice yo, sentada en una mesa con un rico aperitivo y sin apuro en el restaurante Reinaissance en la Piazza Ducale 46.
El Duomo, dedicado a San Ambrogio, tiene una hermosa fachada cóncava de estilo barroco del año 1680. Es de época distinta a su interior, en el que se conservan valiosas pinturas del siglo XVI. El campanario original es del siglo XII. Posiblemente pertenecía a otra construcción.
En un lado de la plaza se encuentra la entrada al Palazzo Ducale, llamado Castello Sforzesco.
Ludovico, llamado Il Moro quería una bella y gran plaza que hiciera las veces de atrio del castillo.
Luchino Visconti en el año 1345 inicia la construcción de una verdadera fortaleza de planta cuadrada.
Fueron los Sforza que a partir del año 1449 hicieron de la fortaleza en un verdadero palacio, que se convirtió en una de las cortes principescas más lujosas de Italia.
Leonardo da Vinci y Donato Bramante fueron llamados para supervisar los trabajos. El lugar fue embellecido por jardines, galerías, y una torre diseño de Bramante. Las enormes caballerizas, son tres, y más que eso parecen el interior de un palacio. Según algunos relatos, albergaban a 1000 caballos.
Completa esta maravilla una calle cubierta de 170 metros que Ludovico Sforza mandó a construir para llegar a las caballerizas (supongo sería para no mojarse jajaja). La calle fue construida hace más de quinientos años y unía la plaza con el palacio. Es una verdadera obra de ingeniería.
La visita los hará retroceder en el tiempo y si hacen silencio escucharán hasta el sonido de la música que ejecutaría una orquesta de cuerdas.
Para el almuerzo cometí una infidelidad: me dejé tentar por un restaurante japonés. Se llamaba Delicious, en la Vía Venti Settembre 17. El local era muy moderno y lindo. Comí sushi, salmón asado, fideos y empanaditas. Nada de vino, solo agua. Debo reconocer que estaba todo muy rico.
En el Palazzo Sforzesco había una muestra de zapatos muy interesante. Uno de los zapatos expuestos era una sandalia que dicen perteneció a Beatrice D’Este, que vivió en este palacio y de la que habla Dante en la Divina Comedia y también Borges en el Aleph. Podría ser un modelo muy actual, lo que significa que mucho no cambió la moda, o que todo vuelve.
Sobre la Vía Dante se encuentra la iglesia de San Francisco, de estilo gótico del Siglo XIII. Es de ladrillos rojos, construida sobre una iglesia anterior del año 1379. La cripta es de estilo barroco, con capitales corintios, bellamente cubierta de frescos. Estando allí había un oficio con cantos gregorianos, es muy hermoso escucharlos en lugares como esos.
Frente a la iglesia hay una estatua de bronce de San Francisco y una fuente donde un chorro de agua representa a la “Hermana Luna”.
Otra iglesia preciosa es la de San Pedro Mártir, del Siglo XIV. Su frente es de ladrillos rojos, como era habitual en esos siglos.
La ciudad es encantadora y muy tranquila. Sus calles convergen en la plaza; es un placer pasear por ellas y parar en deliciosos bares y cafés muy bien decorados.
Pero en cualquier momento me pisa una bicicleta, andan por todos lados a toda velocidad.
Estaba algo cansada, y antes de volver pare a tomar un café en el bar Largo 34, en el lado opuesto al Duomo, me quedé un rato admirando la belleza de la plaza.
También podrán disfrutar de un paseo en los alrededores de la Plaza y el Castillo, calles pequeñas, limpias y de hermosa edificación.
De aquí iría a Pesquiera del Garda.
Vigevano cumplió con mis expectativas. ¡Me gustó mucho!