La Certosa di Pavía (Cartuja de Pavía) queda a 31 km desde Milano y a 39 km. desde Vigevano (donde yo estaba). Me habían hablado mucho de ella de manera que aproveché para ir.
Era jueves santo, una asociación de jóvenes universitarios llamada Comunión y Liberación, estaba participando de la misa.
Me sorprendió que el silencio, tanto en la fila para entrar y luego en la iglesia, fuera absoluto. Siendo tantos, todos muy jóvenes. Eran 2300. Fue una hermosa celebración y casi todos comulgaron.
La Certosa es una construcción magnífica tanto en su exterior como en su interior, es espléndida, uno queda extasiado contemplando ese bello azul y el dorado pareciendo estar en el paraíso. Muchas veces las palabras no son suficientes para describir la grandeza y belleza de lo que se presenta ante nuestros ojos.
Su construcción se inició el 27 de agosto del año 1396 (¡día de mi cumpleaños!) por voluntad del duque Gian Luca Galeano Visconti. Duró 200 años.
El complejo monumental está formado por un monasterio y un Santuario dedicado a Santa María delle Grazie.
El monasterio fue habitado inicialmente para 12 monjes de clausura, luego ampliado hasta 24. En la foto se ven cada una de las habitaciones de los monjes, que eran llamadas villetta (chalet) ya que los monjes pasaban la mayar cantidad de tiempo en ellas, en oración, estudiando y trabajando, teniendo acceso al hermoso claustro.
Durante la invasión Napoleónica sufrió grandes daños y el saqueo de muchas de sus riquezas.
Describir la iglesia es difícil. Es una verdadera joya de la arquitectura (me habían dicho que es algo que hay que ver al menos una vez en la vida, yo cumplo con las sugerencias, jaja). Por fuera toda su superficie está decorada con relieves y estatuas de mármol que no dejan un espacio libre. Debido a los años transcurridos desde que comenzó su construcción hasta su conclusión, los estilos se fueron modificando y el renacimiento terminó imponiéndose. El cielo raso es típico estilo gótico de color azul y estrellas doradas, con las nervaduras. Una hermosura.
La bella reja, que separa la nave central del altar data del año 1600.
En una de las naves transversales se encuentra una hermosa escultura de mármol de Ludovico il Moro y su hija Beatrice D’Este.
Hay hermosos frescos de Borgognone y Perugino del Siglo XV.
Son dos los claustros: uno llamado el Chiostro Piccolo, con un pequeño jardín en el centro, y el otro llamado Chiostro Grande, que mide 125 metros por 100 metros.
Las celdas de los monjes se abren al jardín central, rodeado de rosales.
Las arcadas con columnas ricamente decoradas en terracota son un primor.
El complejo es de verdad hermoso. El silencio y la paz que reinan en el lugar obliga a las personas a hablar susurrando.
Saliendo del Chiostro Grande se pasa por el Palacio Ducal donde se encuentra el museo y también una herboristería, donde se pueden comprar algunas recetas tradicioneles de los monjes.
Me parecio un lugar increible, la proxima vez que vaya a Milán volvere para hacer una mejor visita.
Hasta pronto Certosa.