Elegí ir a Sauris porque me gusto el nombre y porque quería volver a ver las Dolomitas. El tema es que no sabía que las que yo conocía, de las que me enamore, son las Dolomitas Venetas y estas de Sauris son las Friulanas, Igualmente son paisajes maravillosos. Hare lo posible para ir hasta Cortina D’Ampezo. Aqui me quedare 4 días.
Sauris di Sopra está a 1400 metros sobre el nivel del mar. Es la localidad más alta de la región de Friuli Venezia Giulia, Los origenes son remotos, allá por el año 1250, y los primeros habitantes de las dos localidades Suris di Sopra como Sauris di Sotto, provenían de la zona de Val Pustería, entre Bressanone y la ciudad austríaca de Lienz. Los habitantes son 421.
Queda a 98 km desde Cividale del Friuli y se tarda según el GPS 1,40 horas (imaginen el camino), pero los 9 km desde Ampezzo (no es Cortina D’Ampezzo) hasta el lago di Sauris son horribles, en el bosque, lloviznando y todo zigzag. Por supuesto para arriba.
En el camino, me decía, podías haber elegido algo más fácil de llegar. No solo por los caminos sino porque algo más arriba hay poco. Mi amiga Marisol dice que estos caminos son para las cabras, y tiene razón.
En los 9 km hay por lo menos 3 km de túneles muy particulares ya que parece estar dentro de una mina. Fueron excavados antes de la guerra, cortados a pico, son angostos, oscuros y en curva, saliendo del último túnel tenemos frente a nosotros, como un premio al esfuerzo el hermoso lago Sauris de un intenso color turquesa. Este lago es el resultado de una represa construida en el año 1948, y la localidad La Maina quedo en el fondo del lago y sus habitantes tuvieron que trasladarse sobre el nivel de la represa. A 4 kilómetros se encuentra Sauris di Sotto, muy buena la ruta hasta Sauris di Sopra. Allí ya pude relajarme. Hermoso paisaje y montañas nevadas. Estacioné el auto donde pude, di una vuelta y fui al único bar que había abierto, que también es restaurante y almorcé, una sopa de verduras y un strudel de manzanas.
En el hotel Albergo diffuso, tenía un pequeño departamento muy lindo con hogar y balcón con vista a las montañas.
Aquí, dicho por la gente del pueblo, el tiempo transcurre muy lentamente. El paisaje ayuda a detener el pensamiento y aleja las preocupaciones. No es muy grande el pueblo de manera que volví al hotel y a las 19,30 (ya es de noche) fui a cenar al hotel Neider que estaba cerca. Agradable lugar y muy gentil el personal. Cene muy bien y algo de más jajaja. Me ofreció un vino cabernet franc local muy rico. Comí un plato de ravioles con un nombre particular “gjarsons” rellenos de hierbas locales con queso pecorino local, luego costillitas de cerdo con cebollas caramelizadas sobre una base de crema de polenta. Yo misma me decía, nada de postre, pero estaba cansada, había tenido un día que merecía un premio así que fue una tarta de ciruelas. Hacía frio y los 300 metros para arriba me despejaron un poco. Había sido un día largo así que fin y a dormir.
La mañana amaneció preciosa, desayuné y decidí ir s Sauris di Sotto (que quiere decir de abajo), que queda a 2 km. y conocer el pueblo que es algo más grande y a la vez almorzar.
De regreso de Sauris di Sotto, como el día estaba precioso fui hasta el paso Mauria, por el que se va a Cortina D Ampezzo, pero esta cerrado por ejercicios militares.
De regreso al hotel prendí el hogar y esta vez no me llene de humo, cené lo que había comprado.
A la mañana siguiente abrí la ventana y el pueblo había desaparecido, no se vía ni a un metro, eran nubes bajas que llegaban hasta el valle, y hacía mucho frio, los techos estaban escarchados. Espere a que se disipara la niebla para ir a Tolmezzo, queda a 38 km y se debería tardar 55 minutos. Lo que no me gusta es que tendré hacer los 9 km a través de los túneles y por el bosque. Pero no me voy a achicar por ese pequeño detalle.
Por el camino empezó a llover. La ciudad no es muy grande pero igual recorrí un poco, aunque el mercado invade todas las calles del centro. Viene la gente de los pueblos vecinos, ya les dije a los italianos les encantan los mercados, donde hay absolutamente de todo, productos alimenticios, para la casa, para el jardín, para vestir, de belleza, zapatos etc.
En la plaza 20 de Settembre, el bar Manzoni, estaba lleno de gente, entré y nadie me pidió nada, (creo haberles dicho que no se puede entrar a ningún lugar cerrado sin el Green Pass).
En esta zona la gente toma mucho y desde temprano, sin discriminación, mujeres y hombres. Había una mesa de 6 hombres y una mujer tenían la mesa llena de copas de vino y hasta que yo me fui seguían tomando. Yo tome un Campari y un tostado. Luego me enteré que era un lugar histórico y el bar más antiguo de la ciudad. Son gente muy alegre, vivaz y sociables.
Me volví antes que oscureciera para disfrutar del paisaje y por motivos obvios.
En la oficina de informes de Tolmezzo me dijeron que fuera a un pueblo llamado Pesariis, pero lo dejaré para mañana, si bien desde aquí no es muy lejos pero ya era tarde, a las 17 ya empieza a oscurecer y se hielan los caminos. Ademá había reservado para el SPA del lugar.
La experiencia del SPA fui muy divertida. Los italianos son histriónicos y creativos, así que lo que ofrecen lo venden de lo mejor, me explicaron que tendría la oportunidad que fueran tres los maestros para algo que no entendí parecía chino y que no es otra cosa que un sauna. Lo más gracioso fue que yo me aparecí con mi malla, allí nomás me atajaron y me dijeron que había que desnudarse, al preguntar porque, me hicieron un verso que puede ser cierto, pero siempre he usado malla. Bueno acá no, pero podía usar una toalla. Así hice, el resto hombres y mujeres como Adán y Eva, menos los «maestros». Resulto algo que ya conocía que consiste en que mueven el aire con una toalla y la temperatura es muy alta. Luego todos salieron al jardín donde había nieve, pero fue muy agradable porque el calor sobraba. Volví bien relajada al hotel, prendí el hogar, me preparé un San Bitter y algo para picar,
La mañana es esplendida, desayuno con la vista a las montañas nevada y luego voy a ir a Pesariis.
Hermoso el recorrido y el pueblo de los relojes algo muy particular.
Volví antes de que anochezca. Dejé el auto en el estacionamiento y vi que el hotel Biviera, que queda enfrente de donde yo estoy, estaba abierto. Fui al bar y me atendió una señora muy simpática, que era la dueña, Daniela. Me quede charlando con ella como una hora, me convido con una torta de chocolate muy rica. Me decía que pena que no nos habíamos conocido antes, ya que hoy era el último día de mi estadía. Cambiamos direcciones y teléfonos y hasta hoy (enero 2022) seguimos en contacto. Me mostró el hotel que administra ella sola, muy lindo y buenísimo el menú del restaurante
Mañana me voy de este pequeño paraíso rumbo a Vicenza. Será si Dios quiere hasta pronto. Ojalá a Ustedes les haya gustado tanto como a mí.