La historia y la arquitectura de Montefalco no es muy diferente a la de sus vecinos Bevagna que queda a 7 km y de Foligno a 11 km.
Nunca tuvo un poder territorial ni de dominio, pero si fue un centro de influyente cultura artística.
Le debe su nombre (monte del halcón) a su posición sobre una de las colinas cubierta de olivares y viñedos que domina el valle de Spoleto. También por la caza del halcón que practicaba Federico II en el año 1249. Es un pueblo con sus murallas «merlettate» (almenadas) del año 1200 bastante bien conservadas, de la que forma parte la puerta de San Agostino y su torre. Son imperdibles los frescos de Ambrogio Lorenzetti del siglo XIV, en el complejo Museale de la Iglesia de San Agustino.
Por la Vía Umberto I se llega en línea recta a la plaza central. Allí es donde se hallan algunos de los más lindos palacios. El Palazzo Langeli del año 1500 atribuido a Vignola conserva en su interior importantes frescos.
Los principales palacios señoriales se hallan alrededor de la Piazza del Comune, cuyo diseño original es del año 1200, coincidiendo con la ubicación del primer castrum feudal.
El diseño de la plaza es circular con un octógono en el centro. Las calles llegan a ella en forma radial.
El Palazzo Comunale es del año 1270, y en el año 1300 se le agrego una galería con pórticos y un campanario para embellecerlo, en frente se encuentra la Iglesia de Santa María di Piazza, que es uno de los edificios más antiguos.
Desde la plaza yendo al rione (barrio) Colle Mora encontramos la iglesia de San Francisco construida entre los años 1336 y 1338, en ella se encuentra gran cantidad de obras de arte, muchas con escenas de la vida de San Francisco, pintadas por Benozzo Gozzoli, realmente maravillosas. Es casi surrealista que en un lugar tan pequeño y perdido haya obras de semejante envergadura.
El bar de la plaza invitaba a sentarse y disfrutar el armonioso conjunto edilicio. Fue una pena que no fuera hora de vino porque de aquí es el famoso Sagrantino, equivalente a nuestro Cabernet Sauvignon.
Me llamó la atención un ventilador que cada tanto echaba vapor de agua, la marca Star Bruma, parece que se ha puesto de moda esa manera de refrescar un ambiente abierto.
El pueblo es chico, se necesita poco tiempo y se recorre fácilmente, además no me perdí. Hacía tanto calor que ni los gatos estaban en la calle.
Graciosos los carteles en los restaurantes.
Dice «El tiempo, el amor y el hambre, pueden modificar el horario de apertura y cierre de este restaurante, Il Verziere». No se a cual de los items estarían abocados, pero estaba cerrado.
Esta región de Italia me gusta mucho por varios motivos, está inmersa en el verde de sus viñedos y olivares, no es muy visitada por el turismo masivo, se come muy bien, tienen un vino excelente y arte es lo que más abunda.