Este relato lo dejaré escrito como un diario de viaje.
A Milano he venido varias veces, tiene muchas cosas interesantes para ver, música estupenda para escuchar y delicias para probar.
Queda en la región de Lombardía, en el norte de Italia, a 574 km de Roma, a 269 km de Venezia, a 215 km de Bologna, a 149 km de Turín. Desde todas ella se puede llegar en tren.
Desde la estación Milano Centrale, tomé un taxi hasta el hotel. Todo habría estado bien si hubiera tenido ascensor. El cuarto era en el tercer piso y no había nadie para subir la valija. Entonces la dueña, bastante malhumorada, me dijo que me daba un cuarto en el primer piso. Se me ocurrió preguntarle si los cuartos eran todos iguales; no lo hubiera hecho, me contestó de mala manera, «¿no los vio? esta tiene cama a la francesa», me dijo. A mí no me gusta ese tipo de cama. Pero ¿Qué podía hacer?
A Milano se la puede visitar de varias maneras, la de los tours de 15 días 20 países, clásica y breve, o descubrirla aventurándose en ella perdiendo el tiempo.
La meta siempre es ver el famoso Duomo, que no siempre lo verán limpio, pero eso no le quita su grandeza. Cuando lo vean por primera vez no lo podrán creer, su exterior parece salido de un cuento y es tan hermoso como el interior. Es de estilo gótico y su construcción se comenzó en el siglo XIV y quinientos años después se completó. Pero en ella siempre están trabajando, por eso los italianos le dicen «la fábrica del Duomo».
Por la mañana fui hasta la plaza de San Babila, Vía del Corso, para ver la hermosa iglesia dedicada a San Babila de Antioquia. Construida aproximadamente en el año 1095, de la iglesia primitiva no queda casi nada debido a las varias restauraciones sufridas a través del tiempo. La fachada se reconstruyó en estilo neo románico. A pesar de lo que se perdió en las modificaciones conserva el aire de su arquitectura medieval, sobre todo en el interior. El campanario fue reconstruido en estilo barroco en el año 1821, debido a que el original se cayó en el siglo XVI.
A pocas cuadras, pasando por las galerías llenas de negocios, se llega hasta el Duomo que está blanco como un camafeo (año 2015). El interior es magnífico. Solo si lo visitan sabrán cómo es.
Aunque uno venga muchas veces a Milano no se puede dejar de tomar un café y pasear por la Galleria Vittorio Emanuele, conocida por los italianos como «Il salotto» (living).
Aquí hay que venir y sentarse en uno de los bares y quedarse a ver pasar a la gente de todas las razas. Se distingue a los italianos que trabajan en los alrededores por su vestimenta. Las mujeres con sus zapatos de vértigo y carteras firmadas, los hombres de traje y corbata, con zapatos de diseño (algunos parecen haber salidos de un figurín). La galería es hermosa y siempre me sorprende.
Hace un año más o menos (estas fotos son del año 2018), en el primer piso inauguraron una sucursal de al famosa Pasticceria Marchesi.
Como se imaginarán, no iba a dejar de ir. «Precioso» es poco decir, porque parece una caja de bombones.
Almorcé una burrata con prosciutto di parma (riquísimo) con una linda vista a la galería.
Saliendo de la galería, hacia la derecha, nos encontramos frente a el teatro más renombrado del mundo en cuanto a música lírica: La Scala de Milano.
Si salimos por la entrada que da al Duomo, encontramos la gran tienda la Rinascente.
Bellísimos negocios y lo que ofrecen, pero decidí que no gastaría mis pesos en frivolidades. NO ME CREAN, para consolarme comí algo en el restaurante de la terraza mirando las agujas y las grullas del Duomo y luego bajé al subsuelo porque hay un café muy lindo.
A un costado del Duomo se encuentra el Palacio Real de Milano, que alberga un museo. Había una muestra de Leonardo Da Vinci con los dibujos y estudios que hacía de los músculos, cuerpos en movimiento, en lucha, máquinas de todo tipo y borradores para sus pinturas. Es indiscutible que fue un genio. Aquí he visto muestras estupendas, si tienen tiempo y ganas cuando vengan infórmense que hay.
Desde uno de los extremos de la Piazza del Duomo hacia la izquierda se llega a la Vía Meravigli, con lindos negocios, chocolaterías y perfumadas pasticcerias. Toda la arquitectura es preciosa.
Siguiendo por el Corso Magenta 15, nos encontramos con La iglesia de San Maurizio, quedó bellísima después de la restauración. Es una iglesia de origen paleocristiana que fue reconstruida entre los años 1503/1509. Allí había un convento de monjas de clausura benedictinas, por eso la iglesia fue concebida dividida en dos partes: una pública para los fieles y otra separada, más grande para las monjas que no podían pasar al otro lado del muro. Está total y profusamente cubierta de frescos; tanto que se la llegó a llamar la Capilla Sixtina de Milano. Es digna de verse, sobre todo por lo particular y la belleza de sus frescos.
Un poco más adelante se encuentra el Bar Magenta, Vía Giosue Carducci 13, de principio del año 1900, es un lugar de reunión para tomar cerveza tirada y escuchar música jazz. Decorado entre Art Nouveau y Art Deco. Es como retroceder en el tiempo; me gustó mucho.
Allí cerca está el antiguo Teatro Lita, Corso Magenta 24. Lo alberga un pequeño y delicioso edificio en cuya entrada para carruajes se instaló un café: «Boccascenacafe», el lugar muy relajado, fresco y con wifi.
Para no caminar más tomé un bus hasta Brera, zona de universidad, museos y negocios de diseño.
Paseé un rato, visité la Pinacoteca di Brera, que tiene una colección magnífica de los más destacados pintores del renacimiento, y del barroco. En la Pinacoteca Ambrosiana entre los más famosos pintores hay un cuadro de Caravaggio muy estudiado «La cesta de frutas». Me apasiona la vida de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610); fue un personaje de carácter, apasionado, poco sociable e irascible que lo llevó a cometer un asesinato por el cual tuvo que huir de Roma. Fue a Napoli y otro incidente lo llevó a Malta. Allí fue condecorado con la orden de los Caballeros de Malta, pero otro altercado hizo que lo encarcelaran. Logró escapar hacia Sicilia. Fue el precursor del barroco y del arte moderno.
Después tomé un aperitivo en un bar en la Vía Fiori Scuri, donde tenían unos aspersores con agua pulverizada que refrescaban el ambiente.
En el camino de regreso me crucé con una mujer preciosa, en una bicicleta rosa y le pedí sacarle una foto. Me muestra sus zapatos rosas y negros y me dice que ¡Son Cristian Dior!
Milano es sorprendente, elegante y desestructurada.
Milano elgante!
¡Zapatos a tono con la bici!
Esa noche cené en casa de mi amigo Othmar. La mesa muy linda y la entrada fue burrata, jamón San Daniele, y unas brusquetas, el vino Lambrusco, y la pasta, muy simple, tomates paquinos, (en Argentina no hay son como los cherry redonditos y muy dulces), salteados con ajo y aceitunas, parmigiano a discreción. Todo muy rico porque los ingredientes son de primera calidad.
Fuimos hasta los Navigli, que por la Expo Universal Italia 2015 los restauraron e hicieron lugares para pasear a las orillas, donde hay infinidad de bares y restaurantes. Estos Navigli (o canales) se construyeron en el año 1179 para darle a Milano una salida al mar. Durante 35 años se excavó a lo largo de 90 km. Intervinieron los mejores ingenieros de la época, fue un sistema innovador de represas y el inventor fue Leonardo da Vinci. A través de ellos se transportaron los mármoles que embellecieron toda Italia y el mundo.
Después del desayuno puse rumbo a Vía Montenapoleone, (es el barrio llamado Cuadrilattero della Moda) para tomar un capuccino en el antiguo Café Cova. Me gustan estos lugares con historia que conservan la tradición y esa elegancia que no pasa de moda. Cada vez que vengo a Milano es un rito ir al bar Cova, además de deleitarme con los negocios de este rincón de la ciudad que es el centro de la moda y el diseño internacional.
Paseando sin apuro fui hasta Corso Garibaldi. Entré a la iglesia San Marcos, construida en el año 1254, y reconstruida en estilo barroco durante el siglo XVII. La fachada es de ladrillos rojos al estilo lombardo. El campanario fue restaurado en el año 1885. En el interior hay numerosos frescos muy bellos.
Al salir un tipo recostado en el piso de piernas cruzadas, fumando, me pide un soldino: me causó mucha gracia, por supuesto no le di nada.
En el Corso Garibaldi empieza la zona de Porta Nova. La calle de acceso tiene negocios impresionantes, uno de ellos es Cristian Louboutin. Con algunos rascacielos, jardines colgantes, fuentes, anfiteatros y esculturas. El conjunto es una maravilla del diseño y la arquitectónica.
Como se imaginan no podía faltar el top de los lugares para comprar y comer de lo mejor con la marca que se hizo famosa en el mundo Eataly, en la escalera dice «La vida es demasiado breve para no vivirla en italiano».
Me volví temprano porque tenía entrada para ver la opera Carmen en el Teatro de la Scala, para poder tomar un aperitivo antes de la función en el restaurante de Trussardi, muy fashion, que está en la esquina del teatro.
¡Me di el gusto! Rodeada de gente muy bien vestida, muchas mujeres de largo y los hombres corbata o moño.
Estaba expectante por la función. Les cuento que el Colón es más lindo e imponente. Este le gana por la fama y tradición.
Tenía muy buena ubicación, la puesta en escena algo rara, pero la orquesta y las voces estupendas.
Al salir disfruté caminar por el Corso Umberto sin un alma.
¡Un sueño cumplido!
La Scala di Milano y yo
Tenía entradas para la Expo Universal Italia 2015, así que a las 10 estaba en la cola. Los agentes de seguridad tenían mucho que hacer, porque entre los barbudos, los que andan con capucha con 30 grados, los de mochilas, los que no entienden las indicaciones etc., la cola se demora bastante.
El tema de la Expo 2015, era «Alimentar el planeta, energía para la vida». Estuvo abierta 5 meses y la visitaron 22.200.000 de personas de todo el planeta. Participaron 150 países. Algunos de los pabellones eran realmente extraordinarios.
El de Barhain, Thailandia, China muy interesantes. España muy bueno y también el restaurante. Otro que me gustó mucho fue el de Angola, hacían homenaje a las mujeres que ayudaron y ayudan a cambiar el país.
Había dejado el de Italia para el final. El «Palazzo Italia» así se llama, es muy interesante la arquitectura y el material que desarrollaron para hacerlo. Hecho con descarte de vidrio de Murano, que repele las partículas del medio ambiente. El interior me decepcionó un poco, salvo las salas de los espejos que eran magníficas, al resto le falto imaginación. Se les habrá agotado con el Palazzo Italia y el Árbol de la Vida. Era magnifico, me encantó, los juegos de luces, las aguas danzantes, la música y los fuegos de artificio algo espectacular. Se me acaban los adjetivos.
Italia Sala de los espejos
El árbol de la vida, símbolo de la EXPO 2015
Toda la EXPO era una muestra de diseño y nada dejado al azar. Los jardines, las zonas de descanso, las de comida, los paseos y la calle principal toda techada llamada Decumano, en latín.
Como se podrán imaginar no iba a dejar de ir al stand de restaurantes de las regiones de Italia. Me costó bastante decidirme, pero elegí algo liviano, ya que había tomado café, un cornetto, helado y un traguito en el stand de España así que me dirigí a la región de Lombardía y vean lo que almorcé y tomé.
Fiambres y queso grana
Prosecco Superiore del Veneto
Me quedé hasta el cierre, pasadas las 22hs. Llegué al hotel a las 24, ¡imagínense cómo!
Pero feliz y agradecida de poder disfrutar de tanta belleza y creatividad.
Para despedirme, mi amiga Giovanna y su mamá me invitaron a escuchar un concierto en el Cortile del Palazzo Marini (Frente a la Scala) de la Orquesta de Vientos. Tocaron Traviata y Nabuco, de Verdi. Es muy emocionante escuchar esa aria. Luego fuimos al Hotel Bulgari, precioso, a tomar unos aperitivos en el jardín y luego seguimos con una botella de Prosecco Bellavista. Pero en lo mejor de la cena, una camarera me volcó encima dos vasos de unos tragos color rosa. Como consecuencia mi pantalón y remera blancos quedaron empapados y teñidos. El resultado: terminé en la pileta del spa, iluminada por velas a su alrededor, envuelta en un albornoz, atendida como una reina. Me trajeron otra copa de prosecco y unos bocaditos deliciosos, ya que mi ropa tardaba 50 minutos para estar lista. Me había quedado dormida cuando siento que me dicen, ¿Madam? y alguien salido de un figurín de Armani sostenía una percha con mi ropa impecable, y su mano extendida para ayudarme a levantarme de la reposera.
En el momento de pagar nos dijeron que todo corría por cuenta del hotel y que nos quedáramos y tomáramos lo que quisiéramos.
Yo viajaba esa madrugada, así que fuimos para el gran final a tomar un café a la terraza de la Rinascente desde donde se ven todas las agujas del Duomo y su Madonnina iluminada.
A Milano vengo desde hace más de 20 años, pero lo hice cada año desde el 2015 , 2016, 2017, 2018 y 2019. Siempre que puedo empiezo mi paseo desde el Duomo, ya que los alrededores son para descubrir.
Muy cerca de la Piazza del Duomo, hay un negocio que es a la vez mercado de delicatessen, verduras, pescados, carnes, dulces, y un muy buen restaurante en el segundo piso, Peck Milano, Vía Sapadari 9. Les sugiero lo visiten y luego decidan.
Digna de verse es la famosa obra de Leonardo da Vinci «La última cena» pintada con una técnica de tempera y óleo sobre yeso, en el refectorio del convento de la iglesia Santa María delle Grazie, pintada entre los años 1494 y 1498. Para poder verla hay que hacer reserva con anticipación. Yo la pude admirar antes de ser restaurada y luego cuando la visita era con reserva.
Al Castello Sforzesco se puede ir desde el Duomo tomando Vía Orefici y luego Vía Dante. Es un hermoso palacio renacentista, con bellas almenas, hecho construir por el gobernante Francesco Sforza en el año 1450. En el interior tiene varios patios, el más lindo es el Cortile della Rocchetta.
En la actualidad, alberga varios museos. En uno de ellos está la famosa Piedad Rondanini de Michelangelo, inconclusa. El Castello es lindo verlo de noche iluminado.
Los mercados son muy populares en Milano. Alguno de ellos para recomendar: el Mercato Papiniano, la Fiera di Senigallia, los de antigüedades en los Navigli y en Vía Fiori Chiari en la zona de Brera.
Noviembre 2021, he vuelto a Milán que como Roma es casi mi casa, bueno en realidad la de mi amigo Othmar.
Ni bien deje el auto tomamos el tranvía y fuimos a la Piazza del Duomo. Tomamos algo rápido y yo me di una vuelta por la Rinascente que para Navidad parece de cuento. Es un regalo para los ojos las cosas bellas que hay. Volvimos temprano para ir a una fiesta de cumpleaños en un bar.
Las luces hacen de la plaza del Duomo y de la galería una maravilla.
La reunión muy divertida y sobre todo muy bebida. La comida eran focaccias, fiambres, quesos y cherrys de todos colores. Salvo una chica que tomaba Coca Cola, el resto Prosecco a discreción. La torta de puro chocolate era una delicia, tan enorme que pensé sería pesada, nada de eso. De regreso todo el mundo tomo taxi.
A la mañana siguiente fui a hacer el recorrido que suelo hacer. Via Montenapoleone, bar Cova, Via della Spiga y los negocios con preciosas decoraciones y precios preciosos. Seguía lloviendo y hacia frío, en la plaza del Duomo enorme cantidad de carabinieri y del ejercito, (tienen uniformes muy lindos, son diseños de alta costura).
Mañana 23-11-2021 dejaré Milán para ir a Arezzo, y como despedida Othmar preparó la cena ya que venía su hermana que quería saludarme. Tomamos primero Prosecco y luego un tinto Sangiovese. Helado de postre. Hablamos hasta bien tarde.
Milano nos los decepcionará vayan por donde vayan, miren por donde miren o prueben lo que prueben.