A Gallipoli, en la región de la Puglia fui desde Tropea que queda a 460 km. La autostrada hasta llegar a la altura Vivo Valentía un desastre, ni que les cuento que me perdí dos veces, retomé sobre una calle en subida y re angosta, hice unos cuantos metros marcha atrás en la entrada a una autostrada y ese viaje que debería haber tardado unas cinco horas y media, tarde casi ocho, además más infracciones no podía haber hecho.
Bueno pare casi una hora a almorzar en Roseto, Capo Spulico en un castillo que está sobre la ruta que me había recomendado mi sobrina, construido por Federico II, en un plan de proteger de las invasiones de los piratas turcos. Queda de Tropea a 225 km.
Tuve la suerte de poder entrar para visitarlo, el mozo del bar me dijo que fuera que estaba abierta la puerta, así que me hice una visita guiada sola. Lo usan solo para eventos. Fue construido en el siglo X.
En la entrada del castillo se ven los símbolos de los templarios, que son la Rosa y los Lirios. Este había sido uno de los Templos de la Orden Templaria, y en el año 1229 les fue expropiado por Federico II, así fue que se convirtió en fortaleza militar.
Almorcé en el restaurante que era parte del castillo, atendida a cuerpo de reina, una entrada de salmón y una ensalada, tomé agua porque me faltaba un largo trecho aún. Pero bien valió la pena la parada.
Gallipoli esta bañada por el Mar Jónico en el Golfo de Taranto, es una de las localidades más visitadas en esta zona llamada Salento, por sus hermosas aguas y playas.
Llegue sin inconvenientes hasta el B&B Salento Palace, en el Lungomare Galileo esquina Mazzarella, con estacionamiento, como saben es muy importante ya que en estas ciudades es muy caro y difícil de encontrar. El cuarto tenía un balcón con una vista espectacular, al casco antiguo, muy linda la decoración y un baño precioso, bien playero. El lugar del desayuno con vista al mar y muy bien atendido con dulces típicos de la zona.
Desde el cuarto se ve la isla pequeñísima, unida a la tierra por un puente, donde se encuentra el casco antiguo de Gallipoli. La isla es casi circular rodeada por murallas, se la recorre en su perímetro en algo más de media hora si no se paran a sacar fotos o sentarse a mirar las murallas o tomar algo.
El tiempo estaba lluvioso y ventoso cene en el restaurante que me recomendaron, Osteria del Vico, Vía Vico Mercato 1. Comí estupendamente, lo que me sugirió el mozo, un antipasto de la casa, delicioso, cada plato un poema de sabor, carpaccio di gamberi crudi con salsa di nocciole, limone e olio; pure di fave bianche e ragu di seppia; fritelle di gamberi e seppia; crochette di patate; merluza asada con cebolla agridulce; polpettone di tonno con ajíes asados sobre pure de calabaza. Después linguini rossi con papas, aceitunas y camarones, eran un poema, re deliciosos Bueno, rico es decir poco, re rico! El vino local Negroamaro. Si vienen a Gallipoli se los recomiendo.
De noche la ciudad se torna muy sugestiva, las estrechas callecitas son mágicas y misteriosas. La fortaleza también iluminada ofrece un bello espectáculo reflejándose en el mar. Es muy seguro y se puede caminar tarde de noche.
A la mañana siguiente no llovía, pero el viento era terrible. En la ciudad nueva la calle principal Corso Roma tiene muchos negocios de firmas, cafeterías y restaurantes, y frente a la plaza Tellini se encuentra la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Fue reconstruida hace poco, tiene una fachada impresionante, pero a la vez simple, su interior es sobrio y despojado.
El viento me empujó de regreso. En el comienzo de Corso Roma se encuentra el teatro Tito Schipa, arquitectura ecléctica, de color rojo pompeyano.
En la vereda de enfrente entre a un bar a recuperar energía y calor porque hacía bastante frio.
Antes de cruzar por el Ponte Città Vecchia, en la Piazza della Dogana, se encuentra un antiguo monumento que es la Fonte Greca, se cree que su origen es del siglo III a C por el tipo de bajorrelieves que se observan. Mide unos 5 metros de alto.
A pocos metros y sobre el borde del muelle se encuentra una antiquísima, modesta y minúscula capilla de 5 x 5,65 metros, Santa Cristina, que data del año 1567. Antes que estuviere el muelle la capilla estaba rodeada por el mar en tres de sus lados, estando expuesta a la violencia del mar. Fue restaurada en varias ocasiones. Verla allí diminuta y sola me daba ternura.
En el fondo de la plaza mirando a la Fonte Greca se encuentra el Santuario di Santa Maria del Canneto, venerada por los pobladores y pescadores. De estilo barroco edificada sobre una iglesia preexisten de 1504. Tiene un precioso cieloraso de madera hecho a cassetoni con terminaciones doradas.
Una vez cruzado el puente nos enfrentamos al Castello Fortezza Angioino – Aragonese de tipo militar, construido alrededor del año 265 a C para albergar a los legionarios que defendían la ciudad. Destruido y luego reconstruido en el año 1200 por Federico II. Casi totalmente rodeado por el mar, conserva en su interior las catapultas y los cañones originales. Su imponente arquitectura enmarca la bahía con las pequeñas embarcaciones.
Como suelo decirles en mis relatos, solo les cuento un poco para que la curiosidad los impulse a saber más, porque les aseguro es fantástica la historia de estos lugares.
A pesar del viento decidí dar la vuelta a la isla, tomé el lado derecho donde había menos viento por la Riviera Cristoforo Colombo, hasta un espigón donde hay un embarcadero, allí cambia de nombre por Riviera Sauro, que costea la Bahía Della Purita, nombre que le viene de una iglesia sobre la bahía. Luego en el sur se convierte en Riviera Armando Díaz.
Conté por lo menos seis iglesias alrededor de la costa, que como dije se puede recorrer en algo más de media hora.
Quería almorzar frente al mar y el restaurante Lo Scoglio Delle Sirene, tenía mesas afuera. Lo que pedí no me gustó, estaba mal preparado y los mariscos eran congelados, de manera que no lo comí, le pedí la cuenta y me preguntaron qué pasaba con el plato, la camarera volvió y me dijo que no debía nada. Había comido algo de pan y un agua. Me sorprendió mucho, es un punto a su favor.
En el menú estaba la leyenda del escollo de las sirenas, me gustan estas historias.
En la Riviera A.Diaz 129, en la Pasticceria Martinucci, un café moderno, frente al castillo y al mar, comí una piadina de jamón y queso después un café y el famoso “pasticciotto” de Galatina, me hacía falta. Además, en este país al medio día nadie anda por la calle se van todos a comer. Los turistas los imitamos.
Una vez repuesta me adentre en la maraña de callecitas para ir hasta la Catedral de Santa Ágata, en Vía Duomo 1. Cuando uno la ve no lo puede creer, tan enorme y tan encerrada en una calle angosta y corta. De estilo barroco de Lecce, del año 1629, muy bien conservada y su interior es muy bonito. Si son amantes de las iglesias en este reducido espacio hay unas 25, no siempre están abiertas.
La isla tiene una calle central, Vía Antonietta de Pace, que empieza en el puente y llega hasta el Lungomare opuesto en la Riviera Sauro. Hay gran cantidad de plazas secas, todas muy pequeñas y un gran laberinto de vericuetos, pero no hay peligro de perderse.
Volví al hotel, mojada y con frío, de manera que cené lo que había comprado mirando el mar enfurecido. Este año toda Italia ha estado sometida a grandes temporales.
Mañana iré primero a Galatina, mi destino es Lecce.
Gallipoli cumplió con creces mis expectativas.