RAVELLO – Campania

En esta oportunidad fuimos a Ravello desde Roma, que queda a 271 km. En el viaje fuimos a almorzar a Casertavecchia, un pueblo de piedra arriba de un monte. Aquí ya empezamos a descarrilar, no en la ruta sino en la mesa.

Casertavecchia calle
Muchos de ustedes que conocen el color turquesa profundo del Mediterráneo, sobre todo en esta zona, saben que no exagero si digo que este mar hechiza, enamora y hace olvidar las penas.
Si bien había estado en Ravello quedarme aquí varios días me permitió ver cómo se puede disfrutar del dolce far niente, sentarse en la plaza, donde los mayores toman sol en las escalinatas del duomo, los chicos juegan y corretean bajo la mirada del policía que más que eso parece un celador o maestro, los jóvenes miran pasar a las chicas y le dicen piropos, y muchos como yo en alguno de los cafés, dejando transcurrir el tiempo plácidamente, con la única preocupación de donde o que comer.
El motivo de venir a este lugar fueron los conciertos y por supuesto fui a uno en el antiguo Palazzo Rufolo. Soñando un poco podían verse las damas con los tocados renacentistas y los caballeros con calzas y capas.

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En Ravello no nos privamos de nada, aperitivos en las terrazas con vista al mar del Hotel Rufolo, almuerzos en el Hotel Villa Cimbrone. Esta Villa tiene un parque bellísimo por el diseño y por la variedad de plantas exóticas y ni qué decir del panorama. El lugar es privilegiado, sobre un promontorio a pique que asoma sobre el mar.  Fue premiada por la UNESCO. El parque es  llamado Terraza al Infinito.
Esta Villa fue comprada por Bekket, y albergó tanto a Richard Wagner como a Greta Garbo y Jackie Keneddy y tantos otros artistas y famosos.
Tiene dos claustros, uno que asoma a los viñedos y al mar y el otro en la entrada, pequeño entre morisco y medieval es primoroso.

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Les recomiendo el paseo hasta Villa Cimbrone, el caminito hasta llegar es precioso.
En el trayecto se encontrarán con la iglesia de San Francisco, que tiene un claustro donde suele haber muestras de obras de arte.

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Vine a Ravello más de cinco veces. En esta oportunidad venía en auto desde Sorrento que queda a 38 km., por la Costiera Amalfitana hasta llegar a Amalfi, donde empieza la subida a Ravello.
Tenía el estacionamiento debajo del auditorio Oscar Niemeyer, en Vía della Repubblica 12, que queda a metros del B&B la Casa di Vania donde me alojo.

El día de mi llegada tenía entradas para un concierto. Desde el B&B, hasta la calle hay 57 escalones, más 71 hasta la capilla de la Annunziata donde era el concierto.
Precioso edificio histórico del Siglo XII. La pianista Margherita Capalbo, toco Shumann, Scarlati Domenico, Clementi Muzio y Debussy. Excelente la ejecución, lugar maravilloso.

Ravello capilla
Después del concierto fui hassta la plaza, para llegar hay 92 escalones, una parte del camino es dentro de un pequeño túnel iluminado desde el piso, muy sugestivo. Pero no se desanimen, siempre hay donde descansar.
De noche la plaza sin gente y con una iluminación estratégica es realmente hermosa.

Fui a un viejo restaurante «Cumpa Cosimo», Vía roma 44, al que había ido la vez anterior, cocina casera, pero ya no me gustó tanto. La dueña, cocinera y factótum es muy vendedora, usa delantal de cocina, chancletas y una flor enorme color naranja en el pelo, es un personaje de película italiana. La única que hablaba italiano era yo, el resto hablaban inglés, y todo lo que se escuchaba era «amazing».
Me trajo el menú, le dije que quería una copa de vino, y me dice «una copa, no, le traigo un cuarto y se toma lo que quiere», elegí una pasta al horno. Vuelve a los 5 m y me dice «¿no come nada antes?» No, no.  «le traigo algo antes mientras espera». Que iba a decir, me hizo acordar a mí mamá. Así que volvió con un plato con jamón, melón, salame y queso, por supuesto lo comí todo, a ver si se enojaba.
Llego la pasta, como para dos, deje una parte. Le pedí la cuenta, me mira y dice «bueno no comió nada, ok son 10 €», casi dándole lástima. El plato de fideos costaba 12.- la verdad un ejemplar. La saludé y volví al hotel.

Ravello Cumpa cosimo

Desayune en la terraza con la vista sobre el golfo de Minori y Maiori. No quiero ser pesada pero no tienen idea, ¿o sí?, la vista que tenía delante.

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Esta es la quinta vez que vengo a Ravello, la primera con mi marido, una de las veces vine con mi hija y mi yerno. Me enamore perdidamente de este lugar y de su gente.
En esta oportunidad me quede tres noches, vine en el tren Frecciarossa 1000, el último modelo de tren de alta velocidad, Roma -Salerno. Diseño elegante, cómodo, moderno, rápido llega a 300 km por hora.
Me venían a buscar del BB » La Casa di Vania » donde me alojé las veces anteriores.

De regreso pasamos por un caseificio a comprar ricota fresca y mozzarella, que sirvió para preparar un riquísimo almuerzo, junto con tomates, aceitunas, aceite de oliva y pan casero, vino rosado del Silento ¡¡¡¡ah!!! che piacere (que placer).

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Para ellos no soy una cliente sino una amiga, ya que irme a buscar e invitarme a almorzar, no es parte del alojamiento.

Después de almorzar salimos los tres a dar un paseo por un sendero que bordea la costa que nunca había recorrido, las vistas son de cortar el aliento.
El lugar se llama La Rondinaia (nido de golondrinas) y justo debajo está el Santuario dei Santi Cosma e Damiano, excavado en la roca.
En una de las villas de amigos fuimos a recolectar limones. Una hermosura, todo el cultivo en terrazas que miran al mar.

La leyenda dice que los dioses vivieron en estos lugares, ya lo creo.

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A la noche fuimos a cenar al pueblo de enfrente, Scala. Comimos una entrada de brusquetas y un plato de frutos de mar espectacular no faltaba nada. Después arroz con puntas de espárragos, zucchini y crema de gorgonzola, scialatelli (una pasta casera típica de esta zona) con langostinos, de postre tiramisú, vino tinto «Ravello» Costa D’Amalfi, DOC, cosecha 2014, muy bueno.
Como no van a ser alegres, comunicativos con estos paisajes y estas deliciosas comidas, que para ellos es un arte.

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Esa noche hubo fuegos de artificio en el pueblo de la ladera de enfrente, que duraron unos veinte minutos, y parecían estar en la terraza del B&B.  Festejaba a la virgen patrona del pueblo.

Si se quedan a dormir en Ravello vayan a la plaza antes de las 11 am, hora en que llegan los turistas que son como una marabunta, invaden todo. Temprano disfrutaran de la plaza y de un paseo por la angostísima Vía Roma hasta la iglesia.

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Como una turista más entre al Duomo. Si bien ya lo conozco siempre parece nuevo, el púlpito es una obra maestra de la escultura y del mosaico. Fue un regalo que le hizo Nicola Rufolo a su esposa Sigilgaida, en el siglo XII. No se los voy a describir, vale la pena verlo.

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La familia Rufolo se instaló en Ravello ya en el siglo X, y la ciudad le debe el haberla embellecido con torres, iglesias y hermosos palacios llenos de arte que hoy le dan ese aire de señorío.

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La mañana era estupenda y allí estaba la terraza del Hotel Rufolo y el restaurante Sigilgaida, la hora perfecta para un aperitivo. Era lo indicado para antes del almuerzo en el B&B.

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Almorzamos en la terraza. Sergio el dueño había preparado ñoquis de papas, gratinados con salsa y mozzarella.  Estaban tiernos como los que hacía mi mama, un poema. De postre había tiramisú y una pasta frola local hecha con pastelera de limón y piñones, no podía faltar el vin santo. Hicimos una larga sobremesa.

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Fui a otro concierto en la Annunziata. Es algo casi mágico el ambiente que se crea en ese pequeño recinto.  El programa Bach y las Variaciones Goldberg. El pianista Raffaele Maisano.

(si quieren pueden ver otra parte de este concierto en mi canal de youtube, porque si lo sumaba al relato se escuchaban dos pianos a la vez).

Muy buena la ejecución, tan compenetrado de lo que tocaba y como lo hacía que parecía tener un romance con el piano. Todo contribuía a un clima sublime. La luna roja, como la canción napoletana, «Luna Rossa» (que quisiera que la conocieran porque se siente el espíritu de esta tierra) asomó entre los montes y sobre el mar.

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Si se quedan varios días hay muy lindos paseos para hacer, del otro lado de la ladera están los pueblos de Scala y Minuta (este debía tener 5 casas alineadas al borde de la ruta). Scala tiene una iglesia del Siglo XII y un lindo aljibe en la plaza.
Seguimos un sendero de los alpinos, muy interesante, pasa por algunos refugios de los partisanos en la última guerra. Caminamos más de una hora y el mar allá abajo siempre presente.

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Me invitaron a almorzar en la casa, aunque fui yo la que cocine. Habas con jamón y bucatini al limón, manteca y parmigiano. quedaron muy ricos.  Había quesos de postre y mini sfogliatellas para el café.

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En la plaza al costado del Duomo donde empieza Vía Roma hay una escalera que llega hasta la Vía San Giovanni del Toro.

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Ravello Duomo y plaza
Terminada la escalera se encontrarán con una hermosa placita y un bar y la calle que sube con hermosos hoteles que vale la pena entrar y gozar del glamour de ellos, de los restaurantes con vista a Minori y Maiori  bellísimas. Un poco más adelante, con una sugestiva entrada está el jardín Principessa di Piemonte, algo delicioso, la vista espectacular.

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Ravello Jardin

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Antes que la calle se divida esta la Iglesia San Giovanni del Toro, construida en el año 1000 (nunca pude entrar) y al costado los antiguos depósitos.

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Divide las dos calles el restaurante del hotel Caruso, Belmondo. Sigan alguna de las dos callecitas y llegaran a una plaza con vistas al pueblo de enfrente Scala.

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Me da pena irme. Se entiende él porque del carácter alegre de esta gente, la naturaleza es un canto a la creación. Ravello para mi es como Roma que «Tutte le strade te portano a Roma» todas las calles te llevan a Roma, con Ravello me sucede lo mismo.

Año 2019, vine por dos días, esta vez desde la Puglia,  parada obligatoria para saludar a mis amigos, Dominique e Sergio, saludar al hermoso golfo, descansar, dejar el auto y tomar el ferry para luego ir a Capri.