CASTIGLIONE DELLA PESCAIA – Toscana

Como su nombre lo dice fue un pueblo de pescadores. No sé cómo nunca había venido. Es precioso. Llegue al hotel Miramare, Vía Vittorio Veneto 35, tipo 11 de la mañana, ya tenían listo el cuarto. Tercer piso vista al mar con balcón. El día hermoso y claro. Desde el balcón se ven las islas delGiglio, Elba y Monte Argentario. Queda a 210 km de Roma.

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Seguramente les habrá pasado alguna vez estar en un lugar y no querer moverse, eso me paso al sentarme en el balcón. Quería bajar al restaurante, pero me costaba moverme era como una ensoñación.
Pero me ganó el apetito así que bajé al restaurante del hotel, «Miramare» que tiene vista al mar y una carta que daban ganas de comer todo.
Para esperar y poder comer el delicioso pan, pedí una copa de un Cabernet de la Maremma Toscana, 2014, Botrosecco de Le Mortelle, muy bueno. De entrada, un jamón di Parma y queso local, luego un plato de spaghetti con langosta, ¡para comerse hasta el plato! Perdoné el postre y tomé un macchiato.

 

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Se imponía un descansito, de manera que cruce la calle y en la playa me acomode en los sillones frente al mar a cansar los ojos con tanta belleza.

A la tarde fui a dar una vuelta por el borgo antico, que es una preciosura, por lo bien cuidado.

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Desde la puerta Urbica, subiendo por la Vía del Recinto se llega a la Iglesia de San Giovanni, construida en el siglo XVI donde conservan las reliquias de San Guillermo de Aquitania. En el altar hay un cuadro enorme hecho al temple sobre una tabla, en italiano se las llama «pala». Representa a Jesucristo que lo están bajando de la cruz. Nunca antes había visto una pintura así. Es extraña, inquietante e impactante, no podía dejar de mirarla. La iglesia despojada de adornos, silenciosa, ejercía una fascinación especial.

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En lo más alto está el Castillo Palazzo Centurioni, que pareciera decirnos, miren donde estoy, ¡desde aquí se reina! Fue construido en época renacentista. Una calle más abajo hay un espacio que hace de plaza y anfiteatro, desde donde la vista es esplendida.

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De regreso pare a tomar un café en el Bar Sole e Mare, en la Piazza della Republica.

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Piano piano, después de comprar, un pecorino maremmano, una mozarella, mortadela, focaccia y unas botellitas de Sanbitter Rosso, volví al hotel.
Todo tiene un sabor distinto si estamos en sintonía con lo que nos rodea. Mi cena en el balcón fue magnifica.

Desayunar mirando el mar me encanta, no tomo más que un cappuccino y un cornetto.
En el hotel me prestaron una bicicleta, y anduve por todos lados, si bien hay muchas subidas la parte del puerto y playa es ideal para recorrer en bicicleta.
Hoy es domingo salió todo el mundo a comer, tomar y broncearse.

Fui hasta donde terminaba la calle que bordea la playa, estacioné la bici y me senté en un banco, a seguir descansando. En realidad, me lo merezco después de tres meses de andar sin parar.

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En la playa hay muestras de todos los modelos para todos los gustos. Una señora (parecía mayor que yo jajá), pelo desteñido, gorda, (menos mal, la malla era entera), bajo a la playa con una elegancia que parecía una bailarina. Me hizo acordar a la gorda del film Café Bagdad. ¡Casi la aplaudo! Nosotros (los argentinos) en ese aspecto somos implacables.

Me quede a almorzar en un bar sobre la playa, mirando ese mar turquesa maravilloso. Comí unas brusquettas, tomé un jugo y café.

Al atardecer fui hasta el muelle donde hay un restaurante «La Terraza» con una linda vista al embarcadero. De antipasto comí pulpo con papas al horno, después tagliatelle alle vongole con una salsa blanca de ajo, de postre mousse de la pasión y chocolate, el vino Cigliegiolo de la Maremma Toscana. Todo muy bueno. ¡Lugar precioso, caro!

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Di un paseo hasta los faros. Estaba anocheciendo. Fue un precioso ocaso dorado.

Me cambiaron de cuarto, este es en el primer piso, este me gusta más, tengo el mar al alcance de la mano

Otra vez me subí a la bici, recorrí parte de la ciudad fuera de los muros, luego fui hasta la punta del muelle.
Andando por el pueblo paré a comer en un Resto, Petit Café, Vía Montebello 27. Precisamente en la vía (peatonal), sin veredas y llena de flores. El menú del día una entrada, una pasta, una copa de vino Montecucco Rosso, Sangiovese 2014 y un café, 15 Euros. Comí muy bien, lugar agradable y bien atendido y muy buen precio.

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El pueblo está inundado del perfume de los jazmines en flor.

Las heladerías y las cafeterías son un capítulo aparte. Cada vez que voy a alguna me tienta un sabor diferente, un tipo de café, una combinación de cremas, licor, chocolate, no creo que pueda probarlos todos.

Lo divertido de estar en un lugar chico varios días es que en los negocios te reconocen, te sugieren que ver o hacer, y charlan con uno, te invitan con café, sin problemas de tiempo, esto sucede porque no es temporada.
Esta ciudad es la cuarta más visitada de Toscana Maremmana. ¿Como no había venido nunca?

No cenaría. Fui al Bar del Restaurante La Terraza, que es muy agradable y tomé un Apperol Sprizt, con una variedad de bocaditos deliciosos.

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Mañana me despediré de este lugar porque ya estoy con un pie en el avión. Los últimos días vuelan.
Adiós Castiglione della Pescaia.
¡No dejen de venir!

Hola, les dije que me había gustado mucho, pues aquí estoy de regreso Octubre 2021. En esta oportunidad venia de la Isola del Giglio, donde tome el ferry, a las 10  ya estaba rumbo a Castiglione que queda a 65 km. En una hora llegue a destino y conseguí lugar de los gratis frente al hotel una suerte increíble.

El Hotel L’Approdo, en Via Ponte Giorgino 29. Estaba bien y bien ubicado. Voy a quedarme tres días. Mi cuarto tiene balcón y una hermosa vista al mar sobre un canal y a la salida del sol.


Hay poquísima gente y los negocios casi todos cerrados además cierran al 1/2 día y abren a las 16, en algunos restaurantes exigen el green pass, es una molestia en todo sentido Del Borgo antiguo ya les conté en mi visita anterior, esta será de pura contemplación y tour gastronómico.

La mañana la dedique a recorrer los lugares que recordaba. Todos los hoteles tienen bicicletas para prestar, así que use una para pasear. El borgo estaba adornado con figuras de bailarinas clásicas con tu-tu de tul de color rosa, se celebraba el día de la mujer.

Para no perder la costumbre pare a tomar un café con algo dulce y así ver la gente pasar, que ya saben es el pasatiempo favorito de mis paisanos.

Esa noche comí en el balcón de mi cuarto, la noche esplendida, fiambres y quesos y un Campari del hotel.

El desayuno del hotel es muy bueno pero mucho, el salón con una vista espectacular al castillo y al mar.
Después de desayunar fui hasta Follonica que queda a 22 Km a una agencia Renault, mi auto un Capture Híbrido y yo no nos entendíamos. Por fin me explicaron como era el tema de la carga y del freno.
Ya más tranquila fui hasta la ciudad, es moderna tiene lindas playas y un restaurante sobre palafitos que se llama Piccolo Mondo, una Heladería y Bar Pagni, famoso por sus helados que por supuesto probé. Estaba sentada y en la mesa de al lado había una señora con su hija, la madre Grazia Rum y la hija Lorenza Rum. Les pedí que me sacaron una foto, me preguntaron de donde venia les dije que de la Isla del Giglio, me preguntaron a que había ido. Les dije que a visitar a mi tía, quisieron saber quién era. Cuando les dije el nombre, no lo podían creer. Me dijeron que eran de allí y resultamos parientes ya que mi abuela era Rosa Rum. Encuentros emocionantes que nos depara la vida. Nos despedimos con besos y abrazos e intercambio de teléfonos.

Recorrí un poco la ciudad y luego retome el camino de regreso, pero por supuesto no iba a dejar de ir a un lugar llamado Punta Ala que me habían recomendado ir y que queda a mitad camino. Es un lugar de una pequeña cala bien reparada, con capacidad para 800 embarcaciones. Lugar muy exclusivo con un complejo habitacional muy lindo con galería de negocios, bares y restaurantes (casi todos cerrados). El día estaba hermoso, me quede tomando un café mirando los barcos.y ese esplendido mar.


Llegue para ir a cenar pero sin green pass me conforme con un restaurante en la calle central. Estoy mal acostumbrada jaja. Camine un rato, la noche lindísima.

Hoy es mi último día, ya me da lastima en pensar irme. Desayune con toda la calma. Fui a ver una muestra de De Chirico. Luego a tomar un helado y café deliciosos, pasear por el muelle, mirar vidrieras.

Ya a las 14 hay que almorzar de manera que fui «La Terraza Bistrot» que se come re bien, buena atención y buena vista.
Mi menú, pulpo asado sobre un base de papas, hierbas y aceite de oliva, orechiette son verdura salteadas, y una copa de Prosecco y café.

Volví al hotel caminando por las callecitas. Para aprovechar la tarde pedí una bicicleta y dar la vuelta al pueblo.

Anduve bastante y me merecía un premio, y que mejor parar en la riviera di ponente para a tomar un aperitivo que tal vez sería mi cena.

Dejar estos lugares produce pena, pero el poder haber disfrutado de ellos es magnífico.
Mañana iré a Ravenna a 344 km y que queda en el otro mar el Adriático, aquí es el Tirreno.
Hasta pronto Tirreno.